Capitulo 20

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Había besado a algunos chicos antes.

El primero no era porque hubiese querido o porque el chico me pareciera atractivo; si no porque mis amigas de la escuela me presionaban porque no podían creer que no hubiese dado mi primer beso. Eran muy superficiales, lo cual ahora me parecía extraño porque solo tenían 12 años. Gracias a Dios después conocí a Char y me aleje de ellas.

En primero de secundaria bese a otro, si me gustaba y no podía creer que me besara a fin de año, pero luego me dejo de hablar como si nada; el año siguiente supe que se puso de novio durante las vacaciones, rompió un poco mi corazón, no porque me había enamorado si no porque tenía un poco se ilusión de empezar a salir con él luego del beso.

El tercero era Lando, habíamos compartido más que un beso y hasta nos acariciábamos más allá de lo permitido. Me gusta sus besos, eran tiernos pero intensos cuando lo tenían que ser, y aunque este mal no podía dejar de comparar sus besos con los que me estaba dando Sebastian, los dos tenían más experiencias que yo, estaba claro, pero Sebastian no era tierno, ni amoroso. No había sentimientos en este beso solo calma del fuego que había en el cuerpo de ambos, era la fuente donde calmar nuestros deseos impuros, nuestros cuerpos se habían gritado y por fin se habían encontrado. Era un beso tosco, que empezó lento pero no suave, y fue subiendo hasta que nuestras lenguas se encontraron y nuestras manos recorrieron lo que más le llamaba la atención del otro durante mucho tiempo, en mi caso su cabello, desde el primer momento quise enredar mis dedos en él, y el empezó acariciando mi cara para luego bajar a mis caderas.

No se cuánto tiempo nos estuvimos besando, sé que fue mucho, mis pulmones necesitaban oxigeno pero no me quise separar teniendo miedo que luego él se arrepienta o que no quisiera volver a besarme, o que pienso que soy una niñita que no aguantaba más que 3 segundos besándose porque se quedaba sin aire, pero por suerte el abandono mis labios para besarme el cuello, hizo a un lado la trenza que caía en mi hombro y me beso. Me encontraba en su regazo y el besándome el cuello, respiraba agitada por la falta de aire y por lo que me producían sus besos; un hormigueo en la parte baja de mi abdomen que ya lo había sentido con Lando cuando tuvimos una sesión de besos alocados en su casa, sin embargo esto era mucho más fuerte e intenso.

Sin que quisiera o lo haya hecho consiente, se me escapo un gemido cuando me chupo el cuello y me clavo sus dientes. Me di cuenta cuando lo hice pero decidí pasarlo de largo porque estaba sumergida en sus caricias, sin embargo él no lo pasó desapercibido porque se alejó de poco de mi cuello y sonrió de lado.

Yo lo mire con entender y negué con la cabeza buscando una explicación del alejamiento.

Soltó una pequeña risita. Por primera vez escuche su risa, solo fue un instante pero esa simple acción no erótica me hizo dar escalofríos.

-Eres tan adorable- susurro rozado su nariz con la mía.

Por suerte estábamos en la oscuridad, casi oscuridad, si no vería mi rostro rojo de vergüenza. Me anime a darle un pequeño beso que él respondió pero no profundizo.

-¿Porque soy adorable?- pregunte.

-Porque si Alissa, solo lo eres- lo sentí como si le molestara que le hubiese preguntado pero luego me acaricio la mejilla para agarrarme en sus brazos y levantarme como si no pasara nada para dejarme nuevamente sobre la cama y se levantó para caminar por la habitación observando.

Me inquietaba el silencio y aun más el que este fisgoneando mis cosas, tenía miedo que encontré algo que considerara infantil, como mis peluches que obviamente estaban a la vista y seguramente vio pero no dijo nada.

-¿Estabas trabajando?- Claro que estaba trabajando su uniforme lo delataba pero fue lo único que se me ocurrió preguntar para romper el silencio incomodo, o al menos incómodo para mí porque el parecía no impórtale.

Buenas Noches SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora