Capitulo 45

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A veces es bueno no sentir.

A veces uno quisiera tener un botón que diga apagar pero no existe, no hay, no se puede. Entonces lo único que toca es convivir con el dolor, con la angustia y fingir que todo está bien porque ¿cómo explicas lo que ocurre? ¿Realmente le interesa a la otra persona lo que te pasa? ¿Vale la pena contar, arriesgándote que te juzguen? No lo valía, a veces era mejor callar y fingir que estas bien.

El padre de Charlotte murió el primero de septiembre a las once de la mañana. Fue público en el medio de la calle.

Las personas se aglutinados a ver; despreciables. Fue el último en ser ejecutado, esperaron hasta el último minuto en que Basile se presentará o algún milagro pasara, pero no sucedió.

Sebastián fue el encargado de ordenar el fusilamiento, Camille y los otros cinco hombres murieron al instante, el padre de Charlotte en cambio, aún vivía cuando cayó al piso desangrándose. Sebastián le apunto con su arma en la cabeza y disparo dos veces para terminar el trabajo. La misma arma que encontré bajo su cama.

No había estado en ese momento pero aun desde mi casa que estaba a cuadras de distancia creí haber escuchado los gritos de las personas y los disparos. De hecho creí escuchar los disparos persiguiéndome todo el dia.

Una tarde me levante y abandone mi habitación por primera vez en días. Intente que parezca como si nada pasará adelante de las personas como lo había estado haciendo últimamente, baje las escaleras y salí a la calle. El pueblo estaba vacío, como si de golpe no hubiese quedado nadie, como si todo el espíritu se había ido. Entre a la inglesa y me dirigir hacia la única persona que se encontraba allí arrodillada frente al altar rezando. Me senté junto a ella, la madre de Max que me miro atenta.

Seguramente con expectativa de saber que quería con ella. Tal vez teniendo miedo de que le repudie por su hijo como lo había estado recibiendo últimamente por las personas. Pero no, ella estaba sufriendo y yo la entendía. Metí la mano en el bolsillo de mi abrigo y saque lo que había tomado.

Ella abrió la boca sorprendida y tan pronto como cayó en la realidad de que era real sus ojos se llenaron de lágrimas y con mano temblorosa tomo el collar que Max me había dado. Me abrazo fuertemente llorando en mi hombro para luego alejarse y mirar hacia la cruz donde había estado rezando anteriormente.

-Gracias -le dijo entre llanto -Gracias- volteo y me miro a mi -Gracias.

Yo solo asentí y le di una pequeña sonrisa. Ella lloraba pero de felicidad abrazando la cadena, y no era para menos, había recibido la noticia que tanto esperaba desde que su hijo se fue. Que estaba bien y vivo. Antes de levantarme para irme me tomo de la mano deteniéndome.

-No diré nada. Gracias.

Me soltó y siguió estando en su propia burbuja de felicidad. Al menos alguien podía encontrar paz en estos momentos luego de la tormenta. Camine lento hasta casa aspirando por primera vez en días el aire libre evite pasar por el centro donde todo había ocurrido para tomar un camino más largo, mientras caminaba me obligaba a no pensar en nada. Fui con la cabeza agacha hasta que pise el prado de mi casa. Entre la casa y Bonnie se encontraba sacando el mantel de la mesa.

-¿Ahora si quieres comer algo?-me preguntó cuando subía las escaleras.

-No gracias. Pero ¿puedes decirle a mamá que si comí por favor?-Hizo una mueca de no estar de acuerdo pero acepto- gracias.

Mi estómago estaba cerrado, hacia días no probaba bocado, solía tirarlos a la basura o pedir para comer arriba y lo dejaba a un lado, solo dormía y cuando despertaba deambulaba por la casa. Básicamente era un fantasma. Antes de en abrir mi puerta observé la puerta a si lado cerrada, quería que se abriera y que él apareciera pero no iba a suceder. Y lo tenía que aceptar.

Buenas Noches SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora