ESCAPE

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-¿Qué caso tiene hacerlo en el mundo muggle?

-Es para nuestra seguridad

-Ni que fuera a haber atentados

-Hay mortífagos sueltos aún

-Los del equipo me permitieron venir siempre y cuando tuviéramos seguridad

-No todos son superestrellas

-Hay cállate

Con paso tranquilo los zapatos dorados se acercaron al ojigris tendiéndole un vaso de agua

-¿Estás bien? – bajó la mirada apenada – te ves un poco... fastidiado

-Demasiados Weasleys – farfulló tomando el vaso – no todos me caen mal, pero hacen que me duela la cabeza

-Son buenas personas

-No dije lo contrario – alzó la vista – te queda muy bien esa ropa

-Ehh gracias – desvió la mirada y le hizo señas al ministro – ya regreso contigo - Hermione se acercó a prisa con el Ministro – ¡Señor Ministro!

-Hermione – despidió a la persona con la que hablaba – te ves radiante, ese descanso te vino muy bien

-Muchas gracias – se sonrojó – yo venía a pedirle un favor, a Malfoy no le cayó nada bien el viaje en traslador y necesita descansar

-¿Está bien? – lo buscó con la mirada, encontrándolo con la cabeza entre las piernas – ¿Necesitará un medimago?

-Dudo que quiera uno – hizo una mueca – sólo debe descansar

-No creo que sea necesario que esté en la inauguración del evento, pero debe asegurarse de estar bien el día de mañana

-Le caerá muy bien el descanso – asintió – ¿me daría la llave de su habitación? Le acompañaré

-Muy amable de tú parte Hermione – apareció una lista y tras revisarla le tendió un par de llaves – mira entrego tú llave, en caso de que quieras instalarte y te doy la de el señor Malfoy

-Muchas gracias Ministro

Con paso ligero caminó hasta Draco y se puso en cuclillas frente a él observando su pálido semblante

-¡Hey! No te ves nada bien

-Fue el traslado – negó con la cabeza – tomaré un par de pociones y estaré mejor en unos minutos

-Incluso la magia tiene límites – puso su mano en la rodilla como apoyo – ven, te llevaré a tu habitación, y descansarás

-¿Estás tratando de seducirme Granger? – su cancina voz no le agradó mucho a Hermione –

Negando un tanto divertida lo ayudó a ponerse de pie y en silencio salieron de la estancia, su huida fue casi perfecta, excepto por dos pares de ojos que los siguieron hasta que se perdieron en el pasillo

-Yo... regreso en un momento

-¿A dónde vas Ron?

-Iré a buscar un baño, ya sabes como me pongo con estos viajes

-Lo sé – palmeó su espalda – te acompaño – seguía a su amigo de cerca con suspicacia – ehh Ron, creo que los sanitarios estaban del otro lado del vestíbulo

-Si bueno... debe de haber uno por aquí ¿No? ¡Es un hotel!

-Ron... 

Sempiterno (Saga Sempiterno, Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora