SENSACIONES

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Las rendidas manos de Draco tomaron con firmeza la cintura y hombros pegándola a él; Hermione se aferró a sus brazos rebosando de deseo, dejándose llevar por ese torrencial beso; Caminando de espaldas el rubio la llevaba consigo chocando con la pared y la mesa un par de veces hasta el sillón en el que habían platicado momentos atrás.

Sentándose en el reposabrazos abrió las piernas dejando que se pegara a él acoplando sus cuerpos mientras disfrutaban de buena gana el fuego que los recorría con ese beso, las manos recorrían con exquisitez su cuerpo, desde su espalda baja hasta los hombros y redondeando el trasero haciéndola gemir involuntariamente.

Entre besos se levantó llevándola consigo, con algo de torpeza consiguió sentarse y tras separarse por un momento tuvo frente a sí una visión que nunca pensó poder admirar.

Su cara estaba sonrosada, los labios rojos como prueba de la pasión con que lo besaba, la ropa ya no estaba pulcra como resultado de haber recorrido a su antojo su cuerpo y los ojos... sus ojos estaban dilatados por el deseo que ÉL había despertado, ligeros estremecimientos se combinaban con su respiración agitada.

Admirándola un momento más la tomó de la mano y con un jalón sus labios volvieron a unirse en frenesí, necesitando su cercanía la colocó a horcajadas sobre sus muslos tratando de aliviar el deseo que se concentraba en su entrepierna.

La pasión iba rompiendo las barreras que había entre ellos logrando que sus sentidos se maximizaran disfrutándose con plenitud.

-La habitación – replicó en un gemido mordiendo el labio de Draco – aquí no...

-¡Déjate llevar! – la volvió a besar desabrochando su camisa – estás tan escondida...

-calla Malfoy – le sonrió coqueta desabotonando de igual manera la camisa del rubio – te dejaré encontrarme – murmuró acariciando su abdomen provocándole un suspiro –

-Me embelesas – le quitó rápidamente el saco y se liberó de su camisa – después no habrá vuelta atrás Hermione...

Asintiendo tomó su blusa por la solapa y la dejó desvanecerse por sus brazos, con destreza quitó la liga al final de su trenza deshaciéndola poco a poco mientras el cabello caía en sus hombros ante la hipnótica mirada de Draco.

Observándola en ropa interior el fuego en su interior se agrandó y la prueba estaba en la presión de su erección contra el pantalón; Hermione, sintiéndose sensual desabrochó su pantalón mordiendo su labio un poco dudosa.

-¿Qué pasa? – el rubio la vio dudar – podemos parar – acariciaba su pierna completamente desnuda ya que la falda se encontraba completamente remangada – si no estás segura...

-No... no sé – puso su mano sobre el pantalón sintiendo la virilidad sonrojándose por el atrevimiento – yo... ¿Cómo...

-Relájate – la besó quitándole un poco de tensión, tomó su mano y la metió dentro de su ropa interior ayudándola a sacar su miembro– sólo debes – le decía entre besos – hacerlo de ésta manera – le enseñó el movimiento y soltando su mano la llevó tras su espalda para desabrocharle el sostén –

Hermione se acercó a darle un beso mientras retiraba su mano para quitarse el sostén y volvía a su labor, su nivel de excitación se acrecentó al sentir como el miembro se ponía firme entre su mano; su cabeza estaba recostada sobre el respaldo del sillón deleitándose con el placer que le proporcionaba al masturbarlo.

Incapaz de resistir un momento más sin estar dentro de ella apartó su mano tomándola firmemente de la cadera moviéndola sobre él, el gemido que ambos soltaron al sentir sus sexos rozarse derribó cualquier atisbo de conciencia.

Eran todo sentido, el aire se escapaba en suspiros y los gemidos no tardaron en aparecer, la humedad de la castaña delataba las sensaciones que su cuerpo tenía en reacción al contacto de Draco.

Metiendo su mano entre sus piernas hizo a un lado su ropa interior y con delicadeza metió un dedo logrando que un grito de placer escapara de sus labios y se aferrara fuertemente a sus hombros con los ojos cerrados

-Draco – suspiró cuando comenzó a moverlo dentro de ella, recostó su cabeza sobre su hombro – necesito...

Ágilmente Draco bajó su pantalón, tomando su miembro lo pasó por la entrada de la castaña arrancándole gemidos, con creciente necesidad lo comenzó a introducir absorto en el placer que le proporcionaba a la chica, tomándola de la cadera la bajó lentamente haciéndola sentir en cada terminación nerviosa la deliciosa intromisión.

Su interior lo recibía gustoso, el aire se le escaba de los pulmones y sus uñas se aferraban a los hombros incapaces de moverse de ahí, cuando estuvo completamente sentada en él, abrió los ojos encontrándose con su intensa mirada y su espalda era testigo de sus habilidosas manos que incendiaban el lugar por el que pasaban haciéndole desear más.

Sempiterno (Saga Sempiterno, Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora