-¡Calma chicos! – habló el ministro – entramos a la última etapa de entrevistas, y lo abriremos con una chica que ustedes seguido leen en uno de los diarios que ha ganado cada vez más reconocimiento en el mundo mágico, Luna Lovegood
La rubia cabellera rizada entró a la sala agitándose al caminar con una sonrisa que no se iría fácilmente de su rostro
-Buenas tardes – sonrió Luna al entrevistador antes de que éste le saludara – es un gusto estar aquí
-Lo es igualmente para nosotros, tener a una eminencia en potencia con todos tus trabajos de campo y lo que has logrado pero tengo una pregunta...
-¿Es por mi calzado?
-A decir la falta de él – sonrió rascando su cabeza – ¿Puedo preguntar?
-Me encanta sentir el suelo bajo mis pies – sonríe agitándolos cual niña pequeña – me hace sentir una conexión mágica el sentirme en contacto con un lugar que apenas conozco, en cualquier entorno
-¿Haces esto en tus viajes?
-Sí claro, la mayoría de las veces es peligroso, por lo cual voy acompañada de gente que conoce mejor que yo a los peligros que me puedo encontrar y por supuesto alguien que pueda curarme de algo que me pueda pasar
-¿Cómo es que llevaste al Quisquilloso al lugar que ahora tiene? Antes no era muy leido pues se creía que eran muchas fantasías y bueno... el Profeta tenía dominado al mundo
-Sí bueno, el Quisquilloso siempre apoya la causa de la verdad, eso le hizo ganar algo de credibilidad para que más gente lo comprara, pero lo que lo catapultó se lo debo a mi gran amigo Neville, el tuvo la idea de hacer demostraciones más reales – se sienta adquiriendo un semblante mucho más maduro – la gente rara vez cree en cosas que no puede ver, o que no conoce así que su idea fue probar y estudiar éstos seres y darlos a conocer
-Es bien sabido que ahora eres una naturalista mágica y bastante prometedora a decir verdad
-Aún no termino, pero si que me gustaría
-Y también se dice que hay una persona bastante interesada en ti – lee su pergamino – nada más y nada menos que Rolf Escamander
-Es un buen amigo mío – voltea al público – es hora de la ronda de preguntas – elige a una menuda chica que estaba hasta el fondo –
-¿Cuándo dejó de importarte que te llamaran una Lunática? O que pensaran que eres rara
-Nunca me ha importado – le sonríe – soy rara, eso lo sé por que mi mamá decía que podía ver las cosas de manera diferente y cuando no vez las cosas como los demás te hace algo raro, pero deben saber que sin importar lo que los demás digan deben mantenerse fieles a sí mismos, si no lo hacen entonces sí podrían sufrir, sólo se feliz y si ser bueno "rara" te hace feliz, jamás dejes de hacerlo
-Que lindas palabras Luna – escoje la mano de un chico –
-¿Por qué ahora que es más famosa no dejó el Quisquilloso?
-Por que hay que ser fiel a tus creencias, mi padre creía en el al igual que yo desde pequeña
-Y la última pregunta – selecciona una niña claramente de Slytherin que no dejaba de brincar –
-¿Por qué estás aquí si tú no tuviste un papel importante en la batalla? No hay nada que puedas enseñarnos – levantó una ceja con una sonrisa de medio lado –
Luna suspiró y agachó la cara un momento, cuando levantó la mirada dispuesta a responderle unas manos se posaron sobre sus hombros brindándole un extraño sentimiento de comodidad
-Todos los que estamos aquí tenemos una razón de estar – la grave voz del pelinegro resonó fuerte y estremecedora haciendo que los chicos se encogieran en su lugar – estar en una batalla no es sostener una varita y matar a tu oponente – la agria voz del ojiazul resonaba muy potente dentro de todos los presentes – requiere de fuerza psicológica para no sucumbir cuando todo se cae a pedazos – toma la mano de Luna levantándola de manera suave y poniendo su mano en la cintura – la señorita Lovegood fue prisionera de Guerra, apartada de su padre, en condiciones deplorables y con un trato nada grato – comienza a caminar con ella hacia las gradas y dándoles la espalda terminó de decir – y en ningún momento, su amabilidad, trato y voluntas se resquebrajó siquiera.
Ambos se perdieron de la vista de todos dejando un silencio sepulcral y miradas atónitas en todos los presentes.
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Sempiterno (Saga Sempiterno, Libro 1)
RandomHacía rato que el sueño lo había abandonado y estudiaba meticulosamente la habitación cuando la respiración del cuerpo que yacía junto al suyo la delató, juguetonamente su mano comenzó viajar en una delicada caricia por su espalda -Oye... ¿desayunam...