POLOS OPUESTOS

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La cabeza punzaba ligeramente y sentía la brillante luz a través de los párpados, así que incómoda se removió en la cama 

-¡Vamos arriba! – le martilleó la voz dentro de su cabeza – tienes que arreglarte

Hizo una mueca y parpadeó rápidamente hasta abrir los ojos, se estiró sobre la cama y sonrió al sentirse sin ropa, giro hasta quedar bocabajo y ahí lo vio, junto a la mesa tomando un sorbo de su café en ropa interior.

-Te quedaste – murmuró atrayendo su atención –

-No había manera en que me dejaras salir de la cama – alzó una ceja – quien diría que hay varias... maneras de retenerme

-No es como que te opusieras demasiado – mordió su labio juguetona –

-No deseaba resistirme – dejó la taza en la mesa y se acercó besándole apasionadamente – buenos días

-Buenos días – alzó su mano tomándolo del cuello y atrayéndolo consigo sobre las sábanas – ¿Qué me diste? – murmuró sobre sus labios –

Sonriendo de medio lado regresó a sus brazos, logrando volver a llegar tarde.

En el comedor

Un fuerte suspiró logró que su hermana se levantara de la mesa y se cambiara de lugar hasta el otro extremo.

-Ronald basta – sentenció Harry – ya desesperaste a tu hermana

-Ella siempre está desesperada

-Y tú más irritante que nunca – miró a los demás de la mesa – por favor deja de hacer escenas

-Es que no han bajado – apretó los dientes – ninguno de los dos

-Se les pasaron las copas, es normal

-Sería normal en Hermione – sonríe irónico de medio lado – no en Draco ¿Tú le crees que jamás le haya dado una resaca en su vida?

-Bueno es médico – terminaba su desayuno – igual se quedó a curarle la resaca ¡para ya! – volteó pero la mesa se encontraba ajena a su conversación – basta con los interrogatorios, sólo logras hacerte daño... creo que deberías seguir adelante

Sin saber exactamente que responder, se enfurruñó hundiéndose en su asiento, paso el resto del desayuno desganado y se alejó de todos argumentando malestar.

Todos comenzaron a salir para reunirse en la sala de conferencias del segundo día, tenía los ojos cerrados y la cabeza reclinada para atrás en el respaldo de la silla pero unos pasos le hicieron abrir los ojos

-Están juntos ¿No es así?

-La ponzoña siempre sale de sus bocas ¿No es así? – cerró los ojos nuevamente – se te hace tarde para la conferencia

-¿Por qué estás a la defensiva siempre? – alzó una ceja sentándose en la otra silla – a decir verdad... no es propio de los leones

-¡Qué más te da!

-¡A ti que es lo que te pasa! – se levanta visiblemente molesta – ¡Están juntos! Y posiblemente cogiendo a más no poder – ensanchó su sonrisa sintiendo su vena de serpiente renacer dentro de ella – y tú aquí, como un pobre perdedor en la soledad sin saber que carajo quiere

-Cuida bien tus palabras Daphne – apretó la mandíbula y los puños sintiendo sus palabras como dagas, encendiendo un ligero ardor en su pecho –

-Entiendo todo – niega alzando los brazos – se porqué te ha dejado...

-¡Le he dejado yo! – se levanta furioso tomándola por los brazos – ¡MALDITA SEA! Soy yo quien la ha abandonado

-¡Y AÚN ASÍ TÚ ERAS EL ÚNICO QUE QUERÍA SEGUIR CON ELLA! ¿Me equivoco acaso? – el agarre se apretó –

-¡Cállate! – el ardor se extendía y había jurado que se notaba en su rostro –

-Pero no eras lo suficiente – la llama serpenteante no hizo más que acrecentarse en su interior hasta sentir la sangre hirviendo – nunca has sido lo suficiente para ella ¿No es así? – la risa estridente sólo hizo que la tomara con más fuerza zarandeándola pero "la llama" se hizo todo un incendio que no le dejaba controlar la risa – ¡Te ha dejado por no tener los suficientes...

Atrayéndola con más fuerza de la que era necesaria sus labios se juntaron

NO... chocaron salvajemente con los del pelirrojo, el cual sin pedir permiso se abrió paso en su cálida boca que respondió igual de feroz el beso.

Sin siquiera darse cuenta sus manos ya habían soltado los brazos y ahora se aferraban a la cintura, Daphne se aferraba a los hombros atrayéndolo hacia ella pegándolo lo más que podía con un creciente nudo en su estómago que había pensado jamás volvería a sentir. 

Sempiterno (Saga Sempiterno, Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora