XVI

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Al ver la expresión de ella, supo que no aceptaría. ¿Y qué más podía esperar? Si era una niñita mimada de papi.

—¿A qué te refieres?

—A nada amor, sólo bromeaba —fingió una sonrisa—. Bonita ¿Hay algo que pueda hacer para hacerte sentir mejor?

—No, nada.

La tomó del rostro, y la besó con ternura, acostándola en la cama. La miró a los ojos, y sonrió.

—¿Quieres que te traiga el desayuno a la cama?

—¿Sabes cocinar?

—No, pero ¿Te gustaría un vaso de leche y galletas? —sonrió divertido.

Ella también sonrió, olvidándose por un momento del alajero, y asintió con la cabeza, recibiendo un segundo beso por parte de él, antes de levantarse.

Lo observó buscar en el refrigerador el cartón de leche, y servir un vaso lleno, buscando luego las galletas en la despensa.

—Itzak ¿Dónde estuviste estos días?

—Trabajando —le dijo sirviendo las cosas en una bandeja de metal plateada, y para él también—. Me llevaron a otra ciudad, para ayudar en la instalación eléctrica de una casa —sonrió, girándose para dirigirse a la cama con ella.

—Ah, comprendo —murmuró tomando el vaso.

—Te extrañé, quería hablarte, Zoe, pero no tenía como. Además, tampoco tenía tu número para pedirle a alguien más que te llamara.

—Sí, hablando de eso —pronunció tomando una galleta, mojándola en la leche—... Pensé en la idea de darte un celular, tengo uno que cambié hace poco, por uno nuevo que me regaló mi hermano. El celular anda muy bien, soy cuidadosa con mis cosas —sonrió—. Y si tú lo quieres, me parece una buena idea para mantenernos comunicados.

Sonrió suavemente y le dio un beso corto.

—Sí, me gustaría, así estaríamos en contacto si tengo que volver a irme.

—Espero que no, porque en verdad te extrañé.

—Yo también te extrañé, preciosa. Y en compensación, me quedaré todo el día contigo, hasta que anochezca —sonrió.

***

Habían almorzado juntos, pollo asado que Zoe había pedido, y ahora ambos estaban en la cama de ella, comiendo helado y mirando una serie.

La jovencita estaba apoyando su cabeza en el pecho de él, quién la estaba abrazando con uno de sus brazos, acariciándole abdomen. Se sentía tan bien estar de ese modo con él.

Sus mejillas tomaron un color rojo debido a la escena que estaba pasando, tomando un poco de helado y desviando la mirada de la pantalla. ¿Con qué necesidad debían ser casi explícitos en la escena de sexo de los protagonistas?

Levantó la cabeza, e Itzak se veía como si nada, mirándola, comiendo helado. Al parecer, a él le daba lo mismo, no le causaba nada aquello.

Y ahí surgió una duda en la joven azabache ¿Con cuántas mujeres él habría estado ya? ¿Con cuántas habría tenido que sexo? ¿Y novias? Porque no sabía con exactitud cuántos años tenía, pero sabía que era bastante mayor que ella.

—Preciosa ¿En qué piensas? —sonrió al verla tan pensativa.

—Itzak ¿Has tenido muchas novias?

—No —pronunció sin titubear—. Sólo tuve una novia.

—¿Una sola? —preguntó incrédula.

—Aunque no lo creas, así fue, sólo tuve una novia.

—¿Y qué pasó? Si es que puedo saber.

—Sí, ¿Por qué no? No es como si pudiera volver con ella —sonrió divertido—. Éramos adolescentes, quizás de tu edad. Ambos estábamos muy enamorados, o al menos yo sí lo estaba, y después de un año de relación, ella me dejó.

—¿Por qué?

—Porque se fue con otro tipo.

—¿Y tú la querías?

—Sí, mucho —le dijo llevándose una cucharada de helado a la boca—. La amaba, sufrí mucho por ella —le contó con la boca llena—. ¿Y tú? ¿Has tenido novios ya?

—No, no recuerdo si te lo dije o no, pero... Eres el primero.

Sonrió, tragando, antes de tomarla del rostro y besarla. Claro que lo sabía, pero le encantaba escuchar que era el primero, saberlo. Y más aún, saber que sería el primero en su vida en muchas cosas.

—Quiero ser el primero para ti en todo —susurró contra sus labios, antes de volver a besarla.

Quitó el pote de helado que estaba entre ellos, y se giró para poder besarla a gusto, sintiendo como ella se estremecía con cada caricia.

Y poder sentir su aroma, como ella se excitaba, sólo lo incitaba a más. Deslizó una de sus manos por debajo de la camiseta de ella, y acarició suavemente su abdomen, descendiendo hacia su entrepierna, sin dejar de besarla.

Llegó hasta su intimidad, y pasó suavemente su mano de arriba hacia abajo, acariciándola con la punta de su dedos. Zoe cortó con aquel beso, jadeando bajo.

Negó con la cabeza, y lo tomó de los hombros, cuando Itzak bajó a su cuello, besándolo, chupando suavemente.

—N-No, no Itzak —le pidió apretando los ojos.

—¿No? Pero hermosa, tú también lo quieres, aunque digas que no. Tú cuerpo reacciona a mí, y no necesito meter mí mano entre tus muslos para saber que ya estás mojada.

—N-No.

Tomó una de las manos de ella, y la llevó hasta su entrepierna, haciéndola sentir su erección.

—¿Lo sientes? Yo también te deseo, amor. Yo también quiero hac-

—No —le dijo con nerviosismo, alejándola de ella.

Se sentó en la cama, completamente tensa, mirando hacia abajo, dándole la espalda a él.  Itzak apretó su mandíbula y se sentó también, mirando molesto hacia adelante.

¿En serio? ¿Cuanto más se pensaba de hacer rogar? Ya se estaba cansado de siempre lo mismo. Negó con la cabeza, y salió de la cama.

—Itzak.

—Necesito dar una vuelta —gruñó.

—L-Lo siento, n-no me siento preparada aún. Me gustas, pero-

—Como sea —gruñó tomando su chaqueta, dirigiéndose a la ventana.

—Espera, no te vayas. Aún podemos terminar de ver la serie, o-

—No, no tengo ganas de jugar al niñero, Zoe —la interrumpió con fastidio, girándose para mirarla.

La jovencita estaba con lágrimas en los ojos, mirándolo afligida. Emoción que al rubio no le interesó.

—Creo que lo mejor será que seamos amigos. Quiero una novia, no una niña que me rechace cada vez que quiera estar con ella.

—Lo siento —le dijo mirando hacia abajo, sollozando.

Itzak rodó los ojos, y salió al balcón, saltando para poder irse de allí. Si no encontraba pronto a otra mujer, una que no diera tantas vueltas, terminaría volviéndose loco.

Necesitaba una mujer de verdad, no una niña.

...

ItzakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora