—Candice, 17 años—
Aquel era un día muy especial para la familia Von Der Nooth, era el cumpleaños número diecisiete de la única hija de la pareja. Y la jovencita no podía estar más que emocionada.
Se haría una fiesta para amigos y familiares en la finca, y luego otra en un club privado, para que la jovencita festejara con sus compañeros de colegio y amigos más cercanos.
Y debido a la gran movilización que había con la preparación, y a la gente que estaba allí asistiendo, Bastien estaba encerrado en el granero.
Obviamente nadie podía saber de él.
También entendía que Candy no hubiera ido a visitarlo en todo el día, ya que la muchacha le había contado, hacía unos días atrás, que unas primas muy queridas irían a visitarla, quedándose en su casa.
Otro motivo para sentirse más solo. Apesar de que no debían estar juntos, por las insistencias de Candice habían continuado con su romance secreto, y Bastien cada vez la sentía más fuerte.
—Ey, bestia —pronunció uno de los peones de su dueño, llegando hasta una de las ventanas que tenía el granero.
Era una ventana pequeña, donde el azabache se acercó para saber que necesitaban.
—Necesitan otro cordero, vamos —le dijo abriéndole la puerta—. Han llegado más visitas.
Suspirando el muchacho salió del granero, siguiendo al tipo. No le agradaba tener que ser él quien matara a los animales. Pero tampoco tenía otra opción.
Y mucho menos le gustaba tener que matar a una cría... Era tan cruel tener que separarla de su madre.
Miró a la cría durmiendo junto a la hembra, y luego al peón, negando con la cabeza.
—Lo siento, Gabriel, no me siento bien.
—Carnea al animal y luego volverás al granero. Y apúrate que no tengo tiempo para perder.
Volvió a negar con la cabeza, soltando el cuchillo de caza.
—No, no puedo.
—Que maldito animal inútil —masculló con rabia, empujándolo y tomando él mismo el cuchillo—. Largo de aquí, vete al puto granero.
Y Bastien no lo dudó, se fue rápidamente de allí, sin querer escuchar el chillido del animal. Volvió al granero, y se acercó a un caballo de pelaje brillante y rubio. Era el caballo preferido de Candy.
—Ey, a ti también te gustaría saludarle ¿Verdad? —le dijo en un tono triste, acariciándolo—. Supongo que cuando todo esto acabe, ella vendrá a vernos.
***
Era cerca de media noche, cuando se despertó asustado, al escuchar fuegos artificiales, y como los animales comenzaba a alterarse. ¿Y cómo no? Si esas cosas sonaban horribles.
Fue hasta los caballos, e intentó tranquilizarlos, hablándoles. Y así fue durante diez minutos, cuando acabaron. Se acercó hasta la puerta, y se sorprendió de que ésta se abriera.
Al parecer Gabriel había olvidado cerrarla.
Miró inseguro el exterior, y salió. Tal vez nadie notaría que se había escapado. Todos estaban en la fiesta, y los empleados en sus casas seguramente.
Se acercó a la celebración, quedándose detrás de uno de los muros, y observó lo hermosa que se veía Candy. Su cabello largo estaba atado en la parte superior, en una especie de coleta, y le habían hecho varios bucles.
Llevaba un vestido color crema, con perlas y pequeños diamantes, y corto, que le llegaba a varios centímetros por encima de las rodillas, ceñido a su cuerpo.
Ella se veía preciosa, y tan radiante. La observó acercarse a un enorme pastel de cuatro pisos, quizás muy exagerado para la cantidad de invitados, y todos comenzaron a cantarle, haciéndola reír.
La miró, y sintió una angustia enorme en su pecho. Él jamás podría compartir un momento tan hermoso con ella. La miró cortar el pastel, y luego como varios invitados llegaban a saludarla, felicitándola.
Hasta un muchacho de su edad, que al momento de abrazarla, descendió su mano por demás, hasta su trasero... Y el beso fue muy cerca de la comisura de sus labios.
Bastien desvió la mirada, y se giró para irse. Aunque la amara, sabía que él no era el indicado para Candice. Ella se merecía un muchacho de su edad y clase, que pudiera darle una vida decente.
Respiró profundo, y volvió al granero. Candy pronto se iría de su hogar, empezaría la universidad, y éste corto distanciamiento que ella había tomado de él, serviría para acostumbrarse cuando ya no estuviera más.
***
—¡Bastien! —chilló entrando corriendo al granero, sonriendo.
Hacía casi dos semanas que no lo veía, y lo había extrañado tanto. Lo vio agachado juntando algo, y se abrazó a él, riendo.
—Amor, te extrañé mucho —le dijo dándole varios besos por el cuello, abrazándolo.
—Yo también.
—Ey, no luces tan emocionado ¿Qué pasa?
Se sentó sobre la paja, y la jovencita ni lo pensó, se sentó sobre los muslos de él, mirándolo curiosa.
—En unos meses empezarás la universalidad, y ya no podremos vernos.
—Encontraremos una solución, hasta podrías irte conmigo.
—Candy, tu papá es mí dueño, yo no puedo irme de aquí. Él me compró, le pertenezco.
—Pues al diablo con mí padre, yo te llevaré conmigo, y viviremos juntos —sonrió, robándole un beso corto—. Y dormiremos juntos, y te besaré siempre que quiera —susurró antes de hacerlo, tomándolo del rostro.
La besó, pasando sus brazos por su cintura, abrazándola a él, acercándola más a su cuerpo, hasta sentir los pechos de ella contra su pecho.
—Te veías preciosa —le dijo pasando sus labios por la mejilla de ella, hasta su oreja—. Estabas hermosa en tu cumpleaños, mí amor.
Se estremeció por completo, sonriendo, al escuchar su voz ronca contra su oído, al sentir sus labios por su cuello, como la primera vez.
—¿Cómo lo sabes? —jadeó bajo, al sentir que lamía su cuello.
—Te vi, mientras te cantaban y luego cortabas tu pastel. Te vi feliz, emocionada... Y te vi también con ese muchacho.
Candice abrió los ojos, tensándose.
—¿Pasó algo más fuera de la fiesta?
—No.
—No me enojaré, sólo quiero que seas sincera conmigo.
Candice desvió la mirada, abrazándolo, sintiendo como él le acariciaba la espalda.
—Me besó en el club, pero yo no le correspondí —murmuró, con culpa—. Habíamos bebido de más lo dos, pero no pasó más nada.
—¿Segura?
—Sí, lo juro, no pasó más nada.
Y Bastien no tendría esas sospechas, sino fuera porque le había visto un moretón que estaba desapareciendo en su cuello. Básicamente, un chupón.
...
Gatito bello 😢❤️
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Itzak
Teen FictionItzak es un macho Bestia, que vive en un país muy alejado del asentamiento creado por Narel y Camille. Tanto él como su gente, tienen conocimiento de éste lugar, y sueñan con el momento en que la rebelión también llegue a su país, cambiando las cond...