XXI

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—Semanas después—

No había sido fácil pasar la abstinencia, y tener que fingir frente a Zoe para que no sospechara. Y aunque lo había superado, ahora tenía que fumar más para poder controlar la ansiedad.

Desde que había dejado las drogas, había pasado un mes, y con Zoe ya llevaba casi un mes y medio. Es por eso que el rubio no entendía que quería festejar ella.

¿No sé supone que una pareja festeja los años? ¿Los aniversarios? ¿Qué tenía ella en mente? No lo sabía, pero la jovencita se veía muy entusiasmada, y no sólo por acabar sus clases ya.

Río bajo, divertido, al pedirle que gruñera como le había enseñado. No sólo se veía graciosa, sino también, tierna. La tomó del rostro con ambas manos, y la besó, de ese modo que tanto le gustaba a él, robándole el aliento.

—T-Te burlas de mí —sonrió ella, bajo él, mirando sus bonitos ojos de gato.

—No, claro que no, sólo que me encanta tu cara —rio sin poder contenerse, antes de volver a besarla, sonriendo.

Ella se abrazó a él, y luego llevó sus manos hacia su abdomen, buscando hacerle cosquillas. Y aunque el muchacho se rió, rápidamente le quitó las manos, negando con la cabeza.

—No bonita, no me gusta eso.

—¿Por qué?

—Me pone de mal humor.

Ella lo miró confundida. ¿Lo ponía de mal humor que le hicieran cosquillas?

—Creo que la comida ya está lista —sonrió, dándole un último beso en la punta de la nariz.

Se levantó de encima de ella, y la ayudó a levantarse también, caminando ambos hacia la mesa.

—Hoy te sirvo yo —le dijo evitando que ella se dirigiera al horno—. No sé qué festejamos, pero deja que al menos haga algo por ti.

—Está bien, pero ponte los guantes antes de tomar la bandeja del horno —sonrió.

Ambos habían estado toda la mañana intentando preparar manicottis (canelones). Y se les había dificultado con la masa, que se les pegaba y quemaba. Y luego el relleno, que Itzak se había comido mientras los preparaba.

Y cerca de las dos de la tarde, y al borde de desistir media hora antes, su almuerzo finalmente estaba listo. El rubio le sirvió primero a Zoe, y luego a él, mientras ella servía dos copas, una con agua para ella, y otra con cerveza para él.

—¿Ahora me dirás qué es lo que hoy festejamos?

—Luego de comer —sonrió.

Había comprado su regalo hacía una semana atrás, pero recién la noche anterior había conseguido el permiso para poder dárselo. Y no había sido para nada fácil.

Y quizás por a curiosidad, o porque simplemente él comía mucho más rápido que ella, fue él primero en acabar. Ella lo observó con una sonrisa divertida, mientras se terminaba su primer manicotti.

—No vas a dejar de verme así ¿Verdad? —sonrió al ver la impaciencia en la mirada de él.

—Lo siento, bonita, pero es que no soy un tipo de paciencia. Y mucho menos, cuando me ocultan algo.

—Okay, de acuerdo —sonrió—. Eso sí ¿Podrías por favor cubrirte los ojos?

—Está bien —le dijo cubriéndose los ojos con ambas manos.

Zoe se puso de pie, y fue hasta su bolso, el que usaba para clases. Buscó entre sus carpetas, y sacó un sobre blanco, antes de volver a la mesa.

—Bueno, ya puedes mirar —sonrió emocionada.

Al abrirlos, Itzak miró el sobre blanco, expectante. ¿Ese era la sorpresa? ¿Le había hecho una carta? ¿En serio? Se inquirió con cierta molestia.

—¿Qué es? Sabes que no sé leer muy bien —le dijo tomándolo.

Zoe le había estado enseñando a leer y escribir, pero al muchacho aún se le dificultaba bastante hacerlo.

—Lo sé, pero te ayudaré a hacerlo, ábrelo —sonrió.

Se aguantó un gruñido molesto, aunque no pudo disimular su expresión, y lo abrió. Al sacar lo que había allí adentro, miró a la jovencita.

No necesitaba saber leer bien para entender que era. Era suficiente con ver el dibujo de un avión, el nombre de la empresa, su nombre en el boleto, y el código de barras, para saber de qué se trataba.

—Z-Zoe ¿Qué es esto? —le inquirió aturdido.

Ella lo miró, con lágrimas en los ojos, mordiéndose el labio inferior para intentar no llorar. Y sonrió, sin conseguirlo, secándose luego las mejillas.

—Itzak, e-es un boleto de avión. Allí está tu nombre, y es para viajar al asentamiento.

Miró el boleto, luego a Zoe, y sintió una sensación de vacío en el pecho. Apretó su mandíbula, y negó con la cabeza.

—No —murmuró, con un nudo en la garganta.

—¿No? ¿No qué? Es un boleto para ir al asentamiento, como tú querías —le dijo confundida.

Volvió a negar con la cabeza, dejando el boleto sobre la mesa.

—No, no Zoe, no puedo aceptar esto.

—¿P-Por qué? Creí que tú querías...

Vio los ojos brillosos de él, y lo abrazó con fuerza, dejando de hablar al entender por lo que él estaba pasando. Besó suavemente su cuello y hombro, y acarició su espalda.

—Quiero que hagas esto, que viajes al asentamiento y seas muy feliz, porque tú te lo mereces, Itzak —sollozó, sin poder contenerse—. Quiero que tu vida sea tan bonita como la mía, que por primera vez, sientas que perteneces a un buen lugar, con tu gente. Qué ya no te miren feo, ni te hagan desprecio. Sé que allí podrás ser muy feliz.

Se aferró a ella, sintiendo sus ojos cristalizados. No, no era justo que ella le causara aquello. No era justo que esa chiquilla tonta lo hiciera sentir tan culpable y vulnerable en ese momento.

—Así que, estás muy cerca de conseguir lo que deseabas, Itzak —pronunció con angustia, porque sabía que no volvería a verlo—. Sólo te pido, que si alguna vez tienes la oportunidad de ayudar a alguien, lo hagas.

El rubio respiró profundo, negándose a ceder a las lágrimas, y sólo la abrazó en silencio, aferrándose a ella.

—El jueves sale nuestro avión, y ya preparé todo para ambos —sonrió Zoe, secándose las lágrimas del rostro—. Así qué, tenemos tres días para estar juntos antes del viaje, que por cierto dura entre dieciocho y veinte horas, por lo que tendremos que pensar en que hacer para matar ese tiempo —sonrió.

...

Grúñeme :v jajajaj 🤣🤣❤️

ItzakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora