Era la primera vez que ella se dormía antes que él. Y es que Itzak no podía conciliar el sueño por la culpa. Al final, ella le había dado lo que tanto anhelaba, sin la necesidad de tener que robarle nada.
Sin la necesidad de tener que pedírselo, engañarla o mentirle. Zoe le estaba dando la posibilidad de empezar de nuevo con su vida. De quizás, hacer las cosas bien.
La observó dormir, y de nuevo sintió aquel vacío en el pecho. Jamás podría devolver las cosas que le había robado, ni el dinero que había gastado en él.
Pero sobre todo, jamás podría devolver el tiempo y el amor que ella le había dado, que no había sido recíproco. Y aunque ella ahora lo ignoraba, sabía que en algún momento se enteraría de todo.
Y que eso la lastimaría mucho, que incluso, hasta la haría cambiar quizás. Qué se sentiría muy insegura de si misma, y tal vez no volvería a ver a los hombres del mismo.
Ahora entendía, lo mierda que sería en su vida luego de que él se fuera.
***
Se había puesto su ropa vieja, esa que usaba cuando vivía en la calle, y fue hasta aquella casa a las afuera de la ciudad, mientras Zoe dormía.
Golpeó la puerta, y una mujer la abrió, mirando con rabia al muchacho.
—¿Qué mierda quieres devuelta aquí, Itzak? ¿Ahora juegas al "novio perfecto" con una pendeja adinerada?
—Silvana-
Lo tomó del rostro, mirándolo a los ojos.
—¿Te hace llegar tan rápido cómo yo? ¿O es qué gime mejor?
Le quitó la mano de su rostro, mirándola molesto.
—Ya déjate de estupideces. ¿Quién te dijo que tenía una novia? Y vine aquí sólo porque quiero el collar que te di.
—No sé de qué hablas.
—Sabes muy bien de qué hablo, tú dijiste que era una esmeralda la piedra verde que tenía, dámelo.
—¿Por qué? ¿Ahora se lo quieres dar a ella?
—A ti te importa una mierda lo que yo haga o no. Ahora devuelve el maldito collar.
—Pues, lo vendí —le dijo con simpleza, sonriendo—. Necesitaba el dinero.
—No, no lo habrías vendido, tú querías mucho-
—Lo vendí, Itzak —pronunció con fastidio—. No estaba teniendo clientes, y necesitaba mis dosis, así que lo vendí.
***
—¿Cuándo compraste esto?
—El otro día en línea —sonrió Zoe, mientras le quitaba las etiquetas, y lo ayudaba a doblar y guardar su ropa en una valija.
—Perdiste mucha plata por mí culpa —pronunció en un tono bajo.
—No perdí nada, Itzak. Cuando ayudas a alguien, no piensas en lo que gastas, ya sea dinero o tiempo, sino a como eso va a cambiar la vida de otra persona. Es por eso, que si tú allí tienes la posibilidad de ayudar a alguien, quiero que lo hagas también.
Colocó el último par de camisetas, y luego cerró la valija, mirando con una suave sonrisa al rubio, que no lucía para nada bien.
—Listo, ahora te verás realmente guapo.
La abrazó, tomándola por sorpresa, y ella también lo hizo, sonriendo suavemente.
—Te voy a extrañar mucho ¿Lo sabes?
—No, yo creo que me odiarás cuando ya no me veas.
—Claro que no, jamás lo haría. Pero sí me harás mucha falta. Extrañaré mucho despertar a tu lado, tus besos, tu voz —sonrió con tristeza—. No me olvides rápido, porque yo no lo haré.
***
Había sido muy difícil que le permitieran viajar a otro continente sola, con apenas dieciocho años recién cumplidos. Pero luego de insistir, fue como un pequeño capricho que le permitieron sus padres.
Un viaje que su hermano le regaló, para que volviera cargada de energía para la universidad. Era un hecho que no volverían a verse, y que sus vidas se separarían para siempre.
Tomó la mano de Itzak, ya los dos en el vuelo, y sonrió suavemente cuando él la miró. El muchacho lucía algo nervioso.
—¿Tienes miedo?
—No, es... Una mezcla de emociones supongo —pronunció bajo, desviando la mirada.
—Tal vez alguna vez puedas visitar a tus amigos, o ellos ir para allá.
—Sí.
Ella respiró profundo, y apoyó su cabeza contra el hombro de él. Itzak entrelazó los dedos de sus manos entre sí, observando el anillo que ella le había regalado, con una Z.
—Tienen monoambientes muy bonitos, pero creo que tendrás que vivir con un compañero de cuarto o algo así, hasta que terminen todos los edificios.
—No soy muy sociable.
—Lo sé, es por eso que cuando lleguemos, intentaré hablar con las organizadoras y pedirles una habitación sólo para ti... Tampoco hablas su idioma —le dijo preocupada.
—Espero tengan traductores —suspiró el rubio, tomando una botella con agua, sin soltar la mano de Zoe.
—¿Quieres que te cuente un secreto? —sonrió, acariciando la mano de Itzak.
—De acuerdo, cuéntame un secreto.
—Es algo tonto.
—No importa.
—¿Recuerdas el casco que me diste el día que nos conocimos?
—Sí.
—Pues... Lo tengo guardado —sonrió.
—Eso estaba todo sudado, sucio, viejo, lo tendrías que haber dejado allí, Zoe.
—Es un recuerdo tuyo —le dijo cerrando los ojos—. Quiero conservar todo lo que me quede de ti.
Se habían levantado muy temprano para organizar todo, y no olvidarse de nada. Y ahora que finalmente estaban viajando, la jovencita se podía relajar.
Itzak besó suavemente su frente, y la abrazó con ambos brazos, por lo que Zoe se acomodó contra él para poder dormir. La miró, y luego giró su rostro hacia la ventana.
Prácticamente llevaba tres meses desde que había conocido a Zoe. Tiempo que sólo había utilizado para hacerle daño, para quitarle lo que le pertenecía.
Para ilusionarla, enamorarla, robarle... Arruinarle la vida. Tres meses que cambiarían la percepción que la jovencita tenía de los hombres y las relaciones por él.
Pero era joven, y esperaba que pudiera encontrar un muchacho de bien, que la amara como ella se lo merecía. Alguien que le diera la suficiente confianza, y seguridad, para entregarse.
Algo que Itzak que no había conseguido.
Se acomodó contra el asiento él también, y se permitió descansar un poco. El día que empezaría en el asentamiento sería muy largo, y Zoe sólo quedaría con él dos días.
Luego tenía que tomar otro avión hasta el país vecino, donde su familia la estaría esperando para pasar la última vacaciones juntos.
...
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Itzak
Teen FictionItzak es un macho Bestia, que vive en un país muy alejado del asentamiento creado por Narel y Camille. Tanto él como su gente, tienen conocimiento de éste lugar, y sueñan con el momento en que la rebelión también llegue a su país, cambiando las cond...