Itzak

XXIX

—Cambio de turno —sonrió uno de sus compañeros, llegando a él para darle una palmada en el hombro.

—Onías ahora está hablando con el tipo ese —le dijo serio—. Espero acepte el acuerdo sin hacer problemas.

—Nosotros también —suspiró—. Llegar aquí, y ver cómo viven los nuestros, me recordó a cuando nosotros también vivíamos en las mismas condiciones.

—Te entiendo, a mí me pasó igual al comienzo. Pero saber que pronto todo mejorará para ellos, es de cierto modo un alivio. Éxitos —le dijo Itzak a su compañero, antes de abandonar el pasillo.

Ahora que tenía un par de horas libres, iría hasta el hotel a darse una ducha y un cambio de ropa, antes de salir a dar una vuelta por el centro.

***

Observó la aplicación de rastreo, hasta donde la habían guiado, y luego miró el hotel frente a ella. Al parecer, él estaba ahí adentro.

Entró al mismo, y se dirigió hasta la recepción, para preguntar por Itzak. Pero como se lo imaginaba, no podían darle información sobre ellos.

Ni aunque dijera que era una conocida.

Estaba por salir e irse de regreso a su departamento, cuando vio a un grupo de personas salir del ascensor. Los miró curiosa, y fue entonces que vio al alto rubio, hablando con otro compañero, vestidos de civil.

Lo miró insegura, y decidió ir hasta ellos.

—Itzak, Itzak —lo llamó acercándose.

El rubio buscó de donde venía la voz, y al girarse se encontró con Zoe, mirándola aturdido.

—Hola —sonrió ella, algo nerviosa—. Pensé que no estabas aquí.

—¿Qué haces tú aquí?

—Yo creo que mejor te veo luego —le dijo su compañero, al ver la reacción de ambos, que se conocían.

—Quería verte, hablar contigo.

—No creo que sea buena idea, Zoe. Mejor regresa a tu casa.

—¿Por qué? ¿Hay algún problema con eso?

La miró a los ojos, y luego suspiró.

—Mejor vayamos a otro lugar a hablar.

—De acuerdo —sonrió.

Salieron ambos del hotel, y caminaron hasta una cafetería del centro, pidiendo unos jugos exprimidos.

—Felicidades, Itzak. Te ves muy bien ahora, hasta tu piel ha cambiado. Es bueno saber que haz logrado cambiar tu vida, encaminarla.

—Gracias, felicidades a ti también, me enteré que ingresaste a la universidad, y que te va bien.

—Sí, es difícil, pero intento hacerlo bien —sonrió.

Él asintió con la cabeza, y desvió la mirada.

—Itzak —pronunció en un tono bajo.

—Yo no la maté —le dijo sin mirarla—. Nosotros estábamos discutiendo, yo no quería que se fuera, y no medí mí fuerza con ella. Había inhalado varias líneas aquella noche, y cuando ella me dijo que se iría, porque estaba embarazada, me alteré mucho. Cuando ella comenzó a guardar su ropa, intenté detenerla, sujetarla, pero ella hizo fuerza hacia atrás, y cuando la solté, al gritarme que la estaba dañando, ella se cayó y golpeó su cabeza.... Fue un golpe muy tonto, creí que sólo se había desmayado —recordó en un tono bajo—. Cómo no me respondía, fui hasta ella para ayudarla a levantarse, y ahí vi el gran charco de sangre que había bajo su cabeza. Una botella que estaba junto a la cama se quebró cuando ella cayó, rompiéndose en la base de su nuca, clavándose allí.

Itzak respiró profundo, intentando tragar el nudo de su garganta.

—Tenía una panza muy pequeña, y yo los asesiné a ambos... Debí dejar que se fuera, sin decirle nada, sin hacer nada... Hoy el bebé tendría ocho años.

Zoe lo tomó de una de sus manos, y la acarició suavemente.

—Lo siento mucho, Itzak.

—Sí —murmuró quitando su mano—. No sé qué te habrá dicho Brier de mí, pero no todo es cierto. Sé que no tiene sentido ya que te lo diga, pero creo que al hacerlo, me servirá a mí también para sanar.

La miró, y asintió con la cabeza.

—Sí te mentí, te engañé muchas veces con Silvana. En ese tiempo me drogaba, fumaba, bebía mucho, y cuando no estaba contigo, es porque estaba con ella consumiendo o teniendo sexo. Te robé las joyas para pagar una gran suma de dinero que tenía con nuestros proveedores... Pero cuando decidí quedarme contigo, la dejé a ella. Dejé las drogas y el alcohol, y lo intenté con el cigarrillo, porque sabía que a ti no te gustaba. Y no sé en qué momento me enamoré de ti, Zoe. Fingí muchas que te quería, pero las últimas semanas juntos, que viví contigo, no fueron fingidas. Y si te lo digo, es porque no quiero que creas que te utilicé todo el tiempo.

La mesera llegó con sus jugos, y ninguno de los dos quería realmente nada ya. Cuando la muchacha se fue, Itzak continuó.

—Creo que ya te he dicho todo, y gracias por haberme escuchado... Me siento liberado. Jamás podré compensar todo el dolor que te causé, pero espero de todo corazón, que el chico con el que estás sane cada una de tus heridas.

Ella asintió con la cabeza, mirando hacia abajo.

—S-Sí, él es muy b-bueno.

Itzak sonrió levemente, y tomó su jugo, dejando algo de dinero sobre la mesa.

—Debo irme, me están esperando. Y Zoe, deseo que puedas cumplir todos sueños, tú más que nadie se lo merece. Y déjame decirte que eres una mujer maravillosa, tierna, hermosa, buena... Jamás cambies, tu novio es muy afortunado al tener a alguien como tú a su lado. Espero te sepa valorar.

***

Tomó su celular, y observó su galería. Sí, ya era momento de dejar su pasado atrás, ya se sentía libre para hacerlo. Con una suave sonrisa borró todo lo que tenía guardado de ella, sintiéndose aliviado con él mismo.

Buscó en sus contactos a Brendan, y sonrió.

"—Itzak ¿Todo bien?"

—Sí, ya soy libre. Prepara las cervezas y pizza, porque cuando llegue, tendremos largas horas de juego —rio bajo.

"—¡Así se hace! ¡Qué bueno escucharte bien, amigo! —lo alentó el muchacho del otro lado de la línea, haciéndolo sonreír—. ¿Cuándo llegan?"

—Mañana en la noche, Onías pudo terminar en buenos términos con el presidente, y el próximo mes comienzan la contrucción del refugio de aquí... Ellos comenzarán una nueva historia ahora, y yo termino la mía aquí.

"—Pero, abriendo un nuevo libro, Itzak ¡Y con páginas en blanco para escribir una historia mejor!"

...