XII

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Él no tenía ganas de seguir fingiendo nada, ya que Zoe no lo iba a dejar quedarse en el departamento, se iría sin seguir perdiendo el tiempo.

No se terminó su merienda, y se puso de pie, sorprendiendo a la muchacha.

—¿Itzak?

—Debo irme antes de que anochezca, tengo que buscar un lugar donde dormir.

Ella lo miró con pesar, y bajó la cabeza, respirando profundo.

—Tal vez... Tal vez puedas pasar la noche aquí.

—No necesito tu lástima —pronunció dirigiéndose a la ventana

—No, no es lástima —le dijo siguiéndolo—. Sólo me preocupo por ti, sé que la calle está muy peligrosa, y no quisiera que te pasara algo malo.

—¿Malo? Tal vez encuentre una mujer que si me quiera a su lado.

Zoe lo miró afligida al escuchar aquello, sintiendo sus ojos humedecerse.

—Itzak.

El rubio rodó los ojos, aún dándole la espalda.

—Olvida eso que dije, nos vemos luego —pronunció saliendo hacia el balcón, para luego saltar.

Las lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas, sintiéndose tan angustiada. ¿En serio? ¿Se iba a buscar otra mujer por qué ella no podía dejarlo quedarse?

Se acercó hasta el balcón, y lo observó marcharse, secándose las lágrimas del rostro. Ella si comenzaba a quererlo, pero tampoco sabía que esperar de Itzak.

***

Observó aquel panfleto, confundido. Ese tipo de ahí, se parecía mucho a él, cuando lo habían encontrado. Miró el número, y luego dobló la hoja, guardándola en uno de los bolsillos de su pantalón.

Tal vez, esa mujer que lo buscaba lo conocía, o tenía información de él. Givon llevaba un año completamente sin recuerdos de su vida, sin memoria.

Lo había encontrado un muchacho en los suburbios de una ciudad desconocida para él. Desorientado, herido, hambriento, sucio, y se había hecho cargo de él.

Su amigo le había dicho que nadie había preguntado por él, cuando había dado la noticia de estado de salud en el hospital. Nadie lo conocía, nadie lo reclamaba.

Y de cierto modo, Givon lo entendía, ya que el joven le había explicado que él era una especie de humano conocida como "bestia", y que tristemente vivían marginados en la sociedad.

Givon sabía que no tenía derechos a nada, que nadie se preocuparía por él si le ocurría algo. Y también sabía, que sólo su amigo Gillian se interesaba en él, en su bienestar.

Incluso el muchacho le había dado trabajo, y una habitación en su hogar para que viviera. Tal vez en ese momento, Givon era el único bestia macho, que había conseguido su independencia sin tener que recurrir a buscar una pareja.

***

—Esto te hará sentir muy bien —sonrió en un tono divertido la joven pelirroja frente a él, antes de meterse una pastilla en la boca, y besarlo.

No era la primera vez que Itzak consumía algún tipo de droga. En su adolescencia consumía marihuana, y luego cocaína. Ya para los veinte se inyectaba heroína, sin contar con el consumo de éxtasis durante el sexo, y LSD.

Y a sus veintisiete años, había dejado atrás el consumo de su mayoría, simplemente cambiando sus vicios por el alcohol y cigarrillos.

Hasta ahora.

***

—Ey ¿Por qué lloras? —le preguntó preocupada Candice, abrazando a Zoe, al llegar a su departamento.

La joven azabache se abrazó a su amiga, buscando refugio, consuelo.

—M-Me va a d-dejar.

—¿Quién? ¿Por qué? ¿Qué pasó?

La acompañó hasta la cama, y Zoe se acostó, abrazando una almohada. Candice le acarició suavemente el cabello y la espalda, mirándola con pesar.

—M-Mi papá aún no c-confía en mí, y no quiere q-que traiga chicos aquí.

Respiró profundo, obligándose a tranquilizarse.

—E Itzak no tiene donde quedarse, y quería pasar la noche aquí... Y como le dije que no podía, dijo que buscaría a otra mujer —le dijo al borde de las lágrimas—... O-Otra mujer que sí lo quisiera a su lado.

—Zoe, el tipo no vale nada, ya olvídate de él. Además ¿Hace cuánto están juntos? Nadie tiene derecho de obligarte a hacer algo que no quieres, y mucho menos debes sentirte presionada por alguien que apenas conoces

—É-Él quería tener sexo, pero no m-me siento segura, tengo miedo, Candy.

—No lo hagas entonces, y deja de verlo. Tú debes sentirte segura al momento de estar con alguien. Es algo que simplemente surge, y también lo deseas.

—Lo sé, y él a mí me gusta.

—Hay muchos chicos, Zoe, olvídalo. Pronto comenzarás la universidad y conocerás a chicos que si valgan la pena. Alguien que te respete y acepte tus tiempos, sin ponerte condiciones ni presionarte.

***

Luego de quedarse a escuchar a Zoe, Candice había pedido algo para cenar, pasando la noche con la joven azabache, que no se sentía para nada bien anímicamente.

Habían visto algunas películas de acción, que no tuvieran romance, y luego habían hablado hasta altas horas de la madrugada, hasta quedarse dormida.

La primera en despertar había sido Candice, cuando su celular comenzó a sonar. Una llamada que le llegaba de un número desconocido, y aún adormilada, la joven respondió.

—¿Hola?

"—Buen día, mí nombre es Givon. Me he encontrado con uno de sus volante en mí ciudad. Usted puso éste número de contacto, y... Creo que conozco al hombre que busca."

Los ojos de la jovencita se abrieron completa, aturdida, sin poder decir nada.

"—¿Hola? ¿Está ahí? Quizás no tenga buena señal ¿Me oye?"

—S-Sí.

"—De acuerdo ¿Podríamos encontrarnos en algún lugar? ¿Le parece?"

Había pasado más de un año, y había algo que Candice jamás olvidaría en su vida, y eso era su voz. ¿Pero por qué actuaba como si no supiera quién era? ¿Acaso no podía reconocer su voz?

—Sí, me parece bien. ¿Cuál me dijiste que era tu nombre? —le preguntó saliendo de la cama.

"—Givon, es el nombre que me dio mi amigo cuando me encontró. La verdad, es que no sé quién soy, o cuál es mí verdadero nombre. Después de ver su panfleto, creí que usted podría ayudarme."

—Sí, sí Givon. Y sí eres la persona que yo creo, lo cual estoy segura, porque es tu voz —le dijo emocionada—. Te ayudaré a recordar no sólo tú nombre. Llevo más de un año buscándote.

...

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