Final

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—Tiempo después—

—Pa, ¿luego de clases podemos ir a casa del tío Brendan?

—El tío Brendan no está en su casa —le dijo mientras caminaba con el niño de la mano—. Le ha tocado viajar.

—¿Viajar? Pero él dijo que estaría ésta semana.

—Sí, pero tuvo que hacer un viaje, creo que llegará para el sábado.

—Oh, y yo que quería comer comida de verdad.

Itzak observó a su hijo y río divertido.

—¿Qué? ¿Acaso insinuas qué cocino mal?

—No te enojes, pero me gusta más la comida del tío.

Negó con la cabeza sonriendo, y removió sus castaños cabello.

—Ten un excelente día, vendré por ti a la salida. Espérame.

—De acuerdo, y tú también —pronunció corriendo hacia la escuela.

Millian tenía seis años, y vaya que había cambiado la vida del rubio. Ahora ya no se dedicaba a ser guardaespaldas, su trabajo era dar clases de lenguaje en el secundario.

***

—Muchas gracias por la oportunidad, estoy realmente emocionada y agradecida de haber sido seleccionada.

—Ha presentando un currículum intachable. Y además, hemos obtenido muy buenas referencias de su universidad y antiguo trabajo. El puesto es suyo, señorita Dankworth.

—Gracias, daré lo mejor de mí —sonrió, tomando la mano del hombre frente a ella.

—Comienza el lunes. Ahora, un oficial la llevará hasta su nuevo hogar, le explicará brevemente donde trabajará. Bienvenida una vez más, y que tenga un excelente día.

La joven médica cirujana acompañó al oficial, sonriendo emocionada. Había querido mucho poder trabajar allí, y llevaba un tiempo esperando a ser llamada.

La muchacha había estado trabajando por medio año en la clínica del asentamiento que estaba en su país. Pero su deseo, era trabajar en la central.

Y lo había conseguido.

***

—Por favor, profe. En una semana empezamos las vacaciones, no sea así —se quejó una alumna.

—No puede pedirnos ahora que hagamos un trabajo de investigación —gruñó otro muchacho.

Itzak observó a sus alumnos, con una hoja en sus manos.

—Podemos hacerlo del modo fácil entonces. Yo necesito un nota antes de que cierre el cuatrimestre, así que, o hacen el trabajo, o les tomo un exámen la próxima clase.

—¡No! Mejor el trabajo.

—¿Es individual?

—¿Se puede de dos?

—Mejor de tres, profe.

El rubio respiró profundo, intentando encontrar paciencia.

—Silencio —pidió con calma—. Hagamos lo siguiente, para quien lo haga sólo, hará sólo diez preguntas. Quién quiera hacerlo de a dos, serán dieciséis preguntas. Y de a tres, que es el límite, son veintiséis.

—¿Qué? ¡¿Pero que clase de acuerdo es ese?!

—¡No sea así, ya empiezan las vacaciones!

ItzakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora