XX

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Estaba sentado en el balcón del departamento de Zoe, mirando hacia el amanecer, mientras se fumaba un cigarrillo, pensando en que hacer con su vida.

Si decidía seguir con ella, tendría que cambiar su vida. Dejar a Silvana... Y el cigarrillo y las drogas. Dudaba también que le permitieran entrar en el asentamiento de Bestias con su pasado.

Se terminó el cigarrillo y entró al departamento, dirigiéndose al baño para lavarse los dientes. Fue entonces que notó que su cepillo de dientes estaba colgado de lo que parecía ser una cabeza de gato.

¿Le había comprado un porta cepillo con forma de gato? A veces, era demasiado infantil Zoe. Lo sacó de allí y le puso un poco de pasta, antes de cepillarse.

Era viernes, y según Zoe le había dicho el día anterior, no tendría clases, por lo que podrían pasar el fin de semana juntos.

Se observó en el espejo luego de enjuagarse la boca, y decidió que antes de salir, tomaría un baño. Había estado con Silvana y antes de irse de su casa no había podido hacerlo.

Desde su cama, la jovencita escuchó el sonido del agua caer en la ducha, despertándola. Se desperezó, y miró el baño, pasándose una mano por el rostro.

Imaginaba que Itzak ya había regresado, por lo que decidió ir hasta la cocina para preparar el desayuno para ambos.

Unos minutos después, el rubio salió ya bañado, con una bata que Zoe le había comprado para él. Se acercó hasta la muchachita, quién estaba exprimiendo unas naranjas, y la abrazó por atrás, besando suavemente su mejilla.

—Buenos días, bonita.

—Buenos días —sonrió tomándolo del rostro para darle un beso corto en los labios—. Te extrañé anoche.

—Yo también —suspiró sin soltarla, apoyando su mentón sobre el hombro de ella—. Hoy me quedaré contigo.

—¿Todo el día? —sonrió, mirando hacia arriba.

—Sí, todo el día —sonrió dándole un beso corto.

***

Estaban ambos paseando de la mano por el centro de la ciudad. Eran cerca de las cinco de la tarde, y al pasar por una tienda de ropa, Zoe se detuvo.

—Entremos aquí.

Itzak la miró curioso, y luego las vidrieras, antes de seguirla. No había visto ropa de mujer exhibida allí, y mucho menos al entrar. Habían maniquís exhibiendo ropa de hombre únicamente.

—Buenas tardes —saludó Zoe, sonriendo—. Venimos a comprar ropa para mí novio.

La muchacha de la tienda sonrió, pero al ver a Itzak, borró suavemente su sonrisa. Y era entendible, era una bestia.

—¿Para su novio?

—Sí, mí novio —sonrió abrazando a Itzak por la cintura.

La joven la miró con cierto desagrado al rubio, y luego les pidió que los acompañara, para enseñarle algunos modelos de camisas, camisetas, pantalones y demás.

Para Itzak no era incómodo aquel tipo de reacción de la vendedora, o penoso. Al contrario, sólo le causaba molestia. Y si no la había mandando al diablo, era porque Zoe estaba allí también.

—¿Te gustaría probarte esto para mí? —le preguntó con una sonrisa emocionada, entregándole una muda de ropa.

—Bonita, no creo que sea buena idea. Ellos no parecen para nada conformes con eso —le dijo mirando a la vendedora.

—No es como el... Caballero lo expresa —le dijo la mujer indiferente—. Es sólo que ésta es una tienda de alta costura, con clientes-

—Pagaré por lo que vaya a llevar, y si él no se mide la ropa, no podré comprar nada ¿Comprende? —la interrumpió en un tono molesto.

—Zoe, vayamos a otro lugar —ofreció Itzak tomándola de la mano—. Ven amor, no necesitas gastar dinero aquí.

Miró al muchacho, y luego asintió con la cabeza, caminando ambos hacia la puerta, sintiéndose realmente molesta. ¿Cuál era el problema de esa mujer? Ella iba a pagar.

Itzak la observó y sonrió divertido, dándole un beso en la cabeza.

—Ey, olvídalo, no tiene sentido que tengas mal humor por esa mujer.

—¿Acaso no viste como te miraba? Es una infeliz.

—Zoe, entiendo que tú reacciones de éste modo, porque es la primera vez que lo ves, pero para mí es normal. Los humanos suelen mirarme así —le dijo despreocupado.

—Y no por eso quiere decir que esté bien, Itzak.

—Lo sé... Oye ¿Conoces el asentamiento de bestias tú? —le inquirió cambiando de tema, curioso.

—Sí, él que fue creado hace como tres años.

—Así es, ese mismo.

Zoe miró hacia abajo, y luego desvió la mirada.

—¿Por qué me lo preguntas? ¿A ti te gustaría ir allí?

—Imagina que vives en un mundo donde todos te ven como mierda, con menos derechos que una de esas mascotas peludas y tiernas. Dónde los humanos tienen derecho de golpearte, humillarte, violarte, asesinarte, o usarte de esclavo, y tú no puedes hacer nada. Pero entonces, te enteras que en un país muy lejano, cruzando el océano, existe un lugar único para ti, donde puedes aspirar a tener una vida normal, con gente como tú ¿Tú no te irías, Zoe?

—S-Supongo que viéndolo así, sí... Me iría.

***

Observó a Itzak dormir, y encendió su laptop. Luego de lo que el muchacho le había dicho en la tarde, Zoe no había dejado de pensar en eso.

Sabía que la vida del rubio no cambiaría con ella, porque en su ciudad, y país, él no tendría un futuro estable. Allí estaba destinado a ser un marginado más.

Pero tal vez ella podría cambiar aquello. Entró a la página oficial del asentamiento, y observó el enorme edificio de alojamiento donde vivían, las plaza y jardines, y los proyectos que querían llevar a cabo con las donaciones de las personas.

Si bien tenían un pequeño hospital, habían muchos insumos, medicamentos y equipos que aún les faltaban. Además, querían abrir una escuela para los niños y adultos.

Miró las imagenes de los niños, de los adolescentes y adultos, con esas miradas esperanzadas, sus sonrisas felices... Y supo que Itzak necesitaba estar allí.

Tal vez ella no tendría el dinero suficiente como para ayudar a las personas de su ciudad, pero si a Itzak. Podía comprar el pasaje de viaje para ambos, y sabía que de aquel "paseo", sólo ella regresaría.

...

ItzakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora