1

2.6K 102 45
                                    

''Tu nombre es... ¿Liam?''

Heather.

—¿Ya?

—No.

—¿Ya? —interrogué una vez más.

Me miró de reojo, casi perdiendo la paciencia por mi constante pregunta. Sabía que era un dolor de cabeza, así que me esforzaba por serlo un poco más para él.

—¿Puedes dejar de preguntar?

—Mhm... —apreté mis labios, manteniendo el silencio por unos segundos, pero cuando noté que ya estaba por terminar, volví a preguntar—. Will... ¿ya?

Entornó sus ojos.

—¡Ya está!

Will dejó sobre mi antebrazo una espuma limpiadora y pasó por este con lentitud junto a un papel, quitando los restos para apreciar su nueva obra de arte. Cuando estuvo listo, me observó con una sonrisa satisfecha, demostrando que estaba realmente orgulloso de su trabajo. Luego, tomó de su móvil y realizó una foto, logrando que también sonriera con él.

—Ya ha quedado —dijo levantando su trasero de la silla giratoria—. Recuerda promocionar mi tienda —guiñó su ojo mientras recogía lo utilizado.

—Carajo, eres bueno en esto. Promocionaré tu tienda siempre y cuando no me cobres —molesté.

Él me observó enarcando una ceja.

—Descarada.

Solté una risa antes de levantarme del asiento, en el cual había estado un buen rato. Estiré mis piernas y coloqué mi chaqueta de mezclilla con cuidado, tratando de no rozar la zona recién tatuada.

—¡Nos vemos Will!, Gad está en mi departamento, no quiero que lo queme —bromeé a la vez que abría la puerta.

—Dile que mueva su trasero y venga a visitarme —habló desde la otra esquina de la habitación.

Él estaba de espaldas limpiando el pequeño espacio en donde había estado tatuando.

—No te preocupes, su preciado trasero te visitará en cualquier momento.

Salí de la tienda y miré las calles desoladas notando que ya estaba anocheciendo. Comencé a caminar con las manos en los bolsillos de mi chaqueta y me dediqué a disfrutar un poco de la soledad; algo que muy pocas veces lograba hacer. Y, cuando creí que tendría esa tranquilidad por más tiempo, me equivoqué, porque mi móvil comenzó a sonar desde el bolsillo de mi pantalón.

—Gad—pronuncié al contestar—. No me digas que has incendiado el departamento...

—''¿De verdad crees que lo incendiaría?, nah, solo lo pasé a derrumbar'' —fastidió.

—Idiota...

Escuché su risa a través del móvil.

—''Solo llega pronto mi amor, llegó una carta a tu nombre''.

Respiré con casi tranquilidad, evitando discutir por ese ridículo apodo.

—¿Qué es lo que dice?

—''Hhm... creo que es mejor que vengas luego, no te agradará esto...''

No quería pensar que era algo realmente malo, pues, siempre llegaban cartas a mi nombre y más si eran de cobranzas. Además, casi todas y cada una de ellas, las había pagado con responsabilidad; Algo que también lograba sorprenderme a mi misma. Sin embargo, nunca creí que podría estar en la jodida mierda cuando obtuve ese papel en mis manos, logrando que respirara con dificultad y que a mi cerebro no le llegara el suficiente oxigeno para procesar aquella noticia.

Vientre de alquiler [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora