Vientre de alquiler [H.S]

8

''¿Estás lista para perder?''

Heather.

Me miró con su ceño fruncido, ya que al parecer su cerebro aún no lograba procesar la información que le estaba dando. Pero, al ver mi rostro lleno de seriedad, supo que no estaba jugándole una maldita broma.

—Bien... de nuevo —habló apoyándose en la orilla del mesón—. Estás embarazada... —repitió.

Entorné mis ojos.

—Estoy muy embarazada.

—¡Al fin! —dijo mientras me miraba con asombro—. Pensé que nunca podrían lograrlo.

Al decir aquello, me coloqué nerviosa. Sabía muy bien que alguien podía descubrirnos, sobre todo él. Tomé un trapo limpió que había cerca y comencé a limpiar una de las mesas del bar. La cerveza que habían estado tomando clientes minutos antes, se había desparramado por toda la mesa redonda, dejando que yo limpiara su gran desastre.

Como odiaba esto.

—¿Heather? —pronunció mientras me observaba.

En ese minuto me detuve y lo observé con una pequeña sonrisa incómoda.

—¿Qué pasa?

—Entonces... ¿Recibirás ese dinero ahora? —interrogó con interés.

—Sí, con eso podré pagar el departamento —contesté—. Pero no te daré ningún peso si es lo que piensas Gad, aún me debes el dinero del alquiler, debes pagarlo —le recordé.

—Oh vamos Heather... ganarás mucho ahora —dijo frustrado.

Gad, no quería devolver el dinero que me debía. Sabía muy bien que él también tenía deudas y, recordarle constantemente lo que había hecho, lo frustraba. Sin embargo, se lo recordaría hasta que me lo devolviera. No lo iba a dejar pasar tan fácilmente.

—Gad... por favor, no vengas con tus niñerías —advertí—. Estoy cansada.

—Bien —bufó—. ¿Por qué está tan vacío este lugar? —preguntó, cambiando la conversa.

Miré a mi alrededor, notando que el bar no estaba atestado de gente como siempre. Lo que me hacía creer que no tendría las propinas que siempre lograba obtener al finalizar la noche.

—Creo que es por el otro bar que abrieron hace una semana, dicen que es mejor que este —le expliqué a la vez que recogía unas botellas vacías de otra mesa—. Supongo que tenemos competencia —encogí mis hombros.

—Es una mierda —apoyó Gad—. ¿Puedes darme una cerveza?

Lo miré.

—¿Pagarás por una?

—¿Crees que no?

Alcé una de mis cejas.

—¿No estabas mal de dinero?

—Vamos Heather... No quiero discutir.

Bufé en voz baja.

Finalmente terminé asintiendo mientras lanzaba el trapo sobre la mesa. Giré mi cuerpo hacia dentro de la barra y le pedí a mi compañero una de esas que le gustaban a Gad. Él me la tendió luego de unos segundos y, la recibí para luego destaparla y dejarla frente a Gad.

—Él te conoce —murmuré solo para él—. Mi compañero... —apunté con disimulo, viendo como el chico nos miraba de reojo.

Gad bebió un sorbo de la botella y la saboreó para luego tragarla con satisfacción.