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"Sí, estoy jodida"

Heather.

Will tomó de mi mano, dejó un beso en el torso de esta y pronto acercó su dedos a mi cabello, sacando unos cuantos mechones de mi rostro. Soltó un gran suspiro y volvió apoyar su cabeza en la orilla de la camilla mientras lo escuchaba murmurar unas cuantas maldiciones. Y, sin dudar, posicioné mi mano en su cabeza, tratando de tranquilizar sus pensamientos.

Él, parecía estar aún más afectado de lo que pudiera imaginar.

—Oye... —lo llamé—. Ya estoy mejor.

Noté como ladeaba su cabeza para mirarme.

Sus ojos estaban rojos.

Como si quisiera llorar en cualquier momento.

—La policía dijo que ya lo estaba buscando... —le recordé—. Ya no debemos preocuparnos.

—¿Cómo puedes actuar de esta manera?

Lo miré unos segundos antes de apoyar por completo mi cabeza en la almohada y mirar el techo de la habitación. Él se colocó de pie y sentí como ahora se sentaba a mi lado, para observarme mejor. Will, trataba de buscar una respuesta clara en mí, pero la verdad es que ni yo sabía qué decir.

—Llevas dos días aquí... Y actúas como si no hubiera sucedido nada. Debes dejar de ocultar tus emociones, debes dejar de cerrarte de esa manera —me dijo casi con suplica—. Soy tu amigo, puedes liberar todo eso. Estamos en confianza ¿No?

Suspiré.

—No es que no quiera ocultar lo que siento Will —murmuré.

—Heath...

Volví mi vista a él.

—Solo no quiero recordar.

Will asintió con su cabeza.

Quise decirle algo más, pero mi boca se mantuvo sellada. Tenía miles de emociones y miles cosas que decir, sin embargo, ese no era el mejor momento para mí. Y, dudaba que algún día pudiera hablarlo con completa normalidad con alguien.

Unos minutos más tarde, él me dejó sola en el cuarto como se lo había pedido. Sabía que mi mejor amigo estaba mal, pero deseaba estar en ese momento en mi propio silencio. No quería que me siguieran haciendo preguntas.

Todo era demasiado abrumador.

Miré mi estómago luego de unos segundos y coloqué las manos sobre el lugar, recordando que había estado a un punto de perder lo que había dentro de mí. No había querido tampoco avisar a Harry ni a Melody, porque no me sentía bien para hacerlo. Además, no deseaba seguir causando problemas a personas externas a mi vida.

Cuando quise cerrar lo ojos para dormir, oí la puerta abrirse y cerrar de inmediato. Busqué a la persona recién llegada con la mirada y me erguí en la cama al mismo tiempo que fruncía mi ceño por su presencia tan abrupta.

—¿Qué haces aquí? —interrogué.

Ella lanzó a mis pies una carpeta amarilla.

—Esto es lo mejor para todos —dijo.

Tomé la carpeta con desconfianza, la miré por unos minutos y volví la vista a ella.

—No comprendo.

—Se lo robé a mamá —me comenzó a decir—. Supe lo que sucedió con nuestro papá. Él me lo dijo... —se acercó a un lado de mi camilla, logrando intimidarme un poco—. Me dijo que quisiste matarlo, cobrar venganza por algo que no hizo.

Vientre de alquiler [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora