Vientre de alquiler [H.S]

17

''Siempre te quise para mí''

Heather.

Con mi cabeza apoyada en varias almohadas sobre la cama y, el control remoto en uno de mis costados, me encontraba felizmente viendo el televisor. Definitivamente creía que esa había sido mi mejor compra hasta ahora; Un televisor en el dormitorio. Quizá, para Will era algo ridículo, ya que creía que podría haber llevado el televisor de la sala hasta el dormitorio, pero no, yo tenía el pequeño capricho de tener esa comodidad. Además, ya me habían comenzado a entregar parte del dinero por el embarazo.

Y hablando de eso, aún podía recordar el momento en que escuché los latidos, logrando que mi corazón se agitara y me hiciera preguntar si algún día podría tener algo así para mí, algo que fuera mío en verdad.

Increíblemente, Harry había estado llamando y visitando mi departamento para ver mi estado, lo cual, me hacía sorprender. Él, se veía ahora más interesado que en un principio, parecía querer saber todo, además, siempre llevaba alguna que otra golosina para consentir mis antojos de embarazada. Y hasta ahora, todo iba marchando bien. Sin embargo, aún podía recordar cómo Melody me había confesado uno de sus mayores problemas luego de interrogarla ese día, haciéndole prometer que no diría nada a Harry.

Posé mis manos en mi abdomen y, sin querer, lo comencé acariciar mientras continuaba torturándome con mis pensamientos. Lo que menos quería, era encariñarme con él, pero últimamente... había estado hablando con un ser que quizá aún no escuchaba ni comprendía dentro de mí; Lo había estado haciendo durante toda aquella semana después del monitoreo.

Tenía que detenerme.

Apagué el televisor mientras me acomodaba en posición fetal, llevando una almohada entre mis brazos mientras trataba de quedarme dormida, sin embargo, pronto escuché la puerta sonar.

Fruncí mi ceño y continué en aquella posición, esperando que la persona se marchara y me dejara en paz. ¡Quería jodidos dormir y descansar!

—Heather —oí del otro lado de la puerta—. Vamos, abre.

Era Gad.

Puta madre.

Me levanté con pereza del colchón y arrastré mis pies hasta la puerta. Cuando la abrí, lo observé tener una gran sonrisa en su rostro, además de una gran caja de chocolates en su mano mientras esperaba que le permitiera entrar al lugar.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sosteniendo la puerta, sin aún permitir el acceso.

—Oh vamos. ¿Así es cómo me recibes?

Apreté mis labios.

—Mhm... ¿A qué se debe tu visita?

—Solo quería ver cómo te encontrabas —encogió sus hombros—. Will me dijo que volvieron los vómitos y mareos. Te ves algo cansada.

Maldito Will y su bocota.

—Es lo que pasamos las embarazadas —contesté sin importancia.

—¿Me dejarás pasar?

Solté un suspiro derrotado.

Le abrí la puerta esperando que ingresara y, cuando lo hizo, noté cómo el ascensor se volvía abrir, mostrando a una nueva persona. Este llevaba un tipo de tarta en una de sus manos, lo que me hizo sonreír de inmediato.

Aún recordaba el día anterior, cuando le había mencionado por mensajes que deseaba comer un pie de coco, lo que a él le pareció asqueroso, ya que él prefería el de limón (algo más normal), pero viéndolo ahí, de pie junto con la tarta mientras las puertas del ascensor se cerraban a sus espaldas, me hacía sentir una consentida sin remedio.