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''Principesa al rescate...''

Heather.

Jesús, quería renunciar.

El bar, era el último lugar en donde quería estar, pero la necesidad de trabajar y tener dinero, no me dejaban otras opciones. Ciertamente habían ocasiones que lo disfrutaba, pero ahora mismo, no lo estaba haciendo. Esa noche estaba lleno, tan lleno como las pelotas de Gad.

—Deja esto en aquella mesa —indicó mi compañero.

Arrugué mi entrecejo.

—¿Y no puedes hacerlo tú?

Él pasó de largo tomando una de las bandejas del mesón. Le di una mirada de odio y bufé en voz baja antes de tomar las botellas de cerveza. Cuando ya las tenía en mi propia bandeja, giré para dirigirme hacia la mesa en donde las esperaban entre risas. Y al estar lista, volví a buscar otro par más.

—Vamos Harry, no seas aburrido —reclamó alguien a mi costado.

Me quedé de pie a un lado de la barra, dejando la bandeja en ella y viendo de reojo a las personas recién llegadas. Sonreí levemente y moví mi cabeza al percatarme de la persona que estaba en el lugar. Él aún no se daba cuenta de mí, sin embargo, su amigo le dio un empujón en el hombro, haciendo que trastrabillara unos cuantos pasos hacia donde me encontraba, pasando a empujarme.

Gruñí entre dientes molesta.

—¡Qué gran saludo! —hablé en voz alta.

El ojiverde me observó tratando de pedir disculpas, pero al comprobar que tan solo era yo, su rostro se transformó a uno de disgusto y, aquello, tan solo hizo que quisiera echarlo a patadas del bar.

—Tú —pronunció sin humor—. ¿Qué haces aquí?

Sonreí.

—Trabajo aquí.

—¿Qué?

—¿Te sorprende que trabaje? —enarqué mi ceja.

El chico que había estado hablando con Harry llegó por detrás de él. Lo tomó de los hombros y amplió su sonrisa al verme ahí.

—Oh, pero que mesera tan linda ¿es tu amiga Harry?

—No somos amigos —gruñó.

—Heather, hay más mesas que atender ¿Qué haces aquí? —escuché decir a mi compañero de trabajo. Le di una mirada cansada y suspiré volviendo a tomar la bandeja—. Esas mesas no se atenderán solas, mueve tu trasero.

—Cállate, ya lo hago.

—Sabes que después de que estés esperando al bebé... no podrás trabajar ¿lo sabes, no? —interrogó Harry mientras me veía con su cara de mal humor—. Esto es... —apuntó a su alrededor—. Algo riesgoso para el bebé.

Elevé ambas cejas.

Aunque aquello me hizo reír internamente y no dije nada más. Pasé por su costado e ignoré cualquier reclamo que pudiera venir de su parte. Harry no era nadie para mandar mi vida, ni ahora ni nunca.

Unas horas más tarde, el lugar se tranquilizó, dejándome respirar y descansar sobre una butaca desocupada que había en la barra. Observé a mi alrededor y apoyé un brazo sobre el mesón, notando como algunas personas bailaban y reían por el alcohol ingerido. Pronto escuché nuevamente la voz de Harry y de su amigo; ambos se encontraban ebrios en una de las mesas.

Reí al ver como Harry maldecía al tratar de pararse.

—¡Mesera! —hipó el chico a su lado—. ¡Otra cerveza!

Vientre de alquiler [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora