Vientre de alquiler [H.S]

9

"Disfraz"

Heather.

Harry se había quedado dormido.

Por lo que tuve que detenerme cinco cuadras después del bar en donde habíamos estado. Prácticamente estaba manejando a ciegas, porque no sabía a qué lugar dirigirme. Él nunca había mencionado su casa y, además, había tratado de despertarlo tres veces durante la corta travesía. Tampoco me había percatado que él de verdad estaba ebrio, ya que no parecía estarlo cuando salimos de ahí.

—Harry... —volví a llamar.

Suspiré al no ver señal de que se moviera.

Él, se encontraba apoyando su cabeza contra el vidrio de su puerta, con la boca entre abierta y brazos cruzados sobre su pecho. Un leve ronquido se hacía presente, pero no molesto. Increíblemente, se veía bastante bien de ese modo. El castaño era un tipo grande y lindo, lo que me hacía admirarlo más de lo debido.

Sacudí mi cabeza observando hacia el frente. Saqué la intermitente y continué conduciendo, pero esta vez hacia mi departamento. Lo lamentaba por Harry, pero no sabía a dónde más ir.

Al llegar, volví aparcar en lugar que no se viera su increíble vehículo. No quería llamar la atención de los demás. Así que lo dejé cerca de un parque de la zona, en donde habían más autos estacionados. Esperaba que no le sucediera nada ahí.

Y, al bajar, rodeé el carro para abrir la puerta de Harry.

—Harry —llamé de nuevo—. Despierta.

Nada. No se movía.

Jesús.

—Oye...

Apreté mis labios, miré hacia los lados y volví la vista a él.

Al menos, no había monos en la costa. Así que podíamos caminar libremente por la calle hasta llegar al edificio. No corría riesgo de ser visto por un fan o paparazzi.

Lo observé por un largo rato antes de acercar mi mano a su cara y tapar su nariz con mis dedos. Esperé dos segundos antes de que él me diera un pequeño manotazo desesperado.

—¿Qué pasa? —preguntó adormilado mientras se acomodaba en el asiento—. ¿Dónde estamos?

—¿Puedes salir del carro?

Él me miró por unos largos segundos y, antes de decirle algo, salió torpemente del vehículo.

—Ya estoy fuera —sonrió—. ¿A dónde vamos?

Entorné mis ojos.

—Lamentablemente tendré que llevarte a mi departamento para que duermas —le digo mientras cierro la puerta detrás de él—. Así que camina bello durmiente —indiqué hacia un lado de la acera.

Harry dio unos pasos y, cuando creí que caería de bruces, soltó una risa y siguió caminando con torpeza.

Lo miré con gracia, sin embargo, al percatarme que unos muchachos venían del otro lado, sentí el pánico envolverme. Miré a Harry pasando la mirada hacia ellos una y otra vez, hasta que tuve la pequeña idea de lanzar mi chaqueta húmeda a su cabeza, tapando gran parte de su rostro y hombros.

Harry se detuvo al instante soltando un gruñido bajo. Y, cuando noté que se la quitaría, me adelanté sosteniéndola todavía en él.

—¿Por qué me tapas? —soltó molesto.

—Cállate, vienen unas personas y te reconocerán si no te ocultas.