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''¿Era una mala persona?, tal vez.''

Heather.

—¿Estás segura que te quieres ir sola? —me preguntó por cuarta vez.

—Sí... tomaré un taxi o algo —le digo mientras guardo mi móvil en el bolso que llevaba—. No quiero molestarte Will... Tienes mucho trabajo.

—Pero ya es muy tarde...

Will estaba preocupado.

Después de lo que le había contado, parecía inquieto. No deseaba dejarme sola ni siquiera para ir a comprar a alguna tienda cercana. Will, me pedía que le dijera a Harry lo que estaba sucediendo, pero yo no deseaba hacerlo por el momento. 

No quería meterlo en mis problemas ni en mi vida privada.

Además, después de dejarlo fuera del departamento, me sentía avergonzada. Harry no tenía la culpa de mis problemas, lo que me hacía sentir peor al haberlo abandonado de aquella manera hace dos días atrás.

—Heath...

Negué moviendo mi cabeza levemente.

—No Will, ya te dije que estaré bien —le aseguré mientras acomodaba la correa del bolso sobre mi hombro—. Te mandaré un mensaje en cuanto llegue. Tomaré el taxi en la esquina, en la parada.

Él entrecerró sus ojos no muy seguro de lo que estaba haciendo.

—Bieeen —habló derrotado.

Abrió la puerta de la salida, mirando hacia ambos lados para verificar que no hubiera nadie sospechoso y, cuando estuvo satisfecho de ello, se despidió de mí con un beso en mi frente y un abrazo.

—Nos vemos princesa.

—Nos vemos plebeyo —me despido con una sonrisa burlesca—. Adiós —agité la mano alejándome de ahí.

Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta, le di un último vistazo a Will y caminé a paso lento admirando las calles vacías de la ciudad. No había demasiado transito por ser día Domingo. Will trabajaba hasta sus días libres para poder generar dinero y ahorrarlo en un vehículo nuevo; Lo que me hacía admirarlo.

Pronto dejé de caminar para mirar la vitrina de una de las panaderías que habían por aquella cuadra y, observé con antojo una de las tartas que estaban en exhibición. Quería una de ellas, lo que me incitó a entrar y comprar la tan preciada tarta de coco. Cuando estuve fuera nuevamente, sonreí estúpidamente pensando en llegar a comerla con ansias en el departamento. Sin embargo, de un momento a otro, noté como una persona conocida para mí se hacía presente desde el lugar contrario por el que iba.

Era Gad.

Él me observó con una pequeña sonrisa, acortó la distancia y me miró con intriga.

—¿Fuiste a ver a Will? —preguntó.

Asentí mientras lo miraba sin expresión alguna.

No podía olvidar tan fácilmente, sobre todo cuando lo había presenciado de cerca.

Sentía esa traición.

—¿Qué hacías junto con mi padrastro hace dos días Gad? ¿Por qué estabas con él?

Gad entre abrió sus labios con sorpresa.

—¿Nos viste?

Fruncí mi ceño.

—¿Qué es lo que ocultas?

—¿Por qué debería ocultar algo Heath? —preguntó curioso—. No deberías de tenerme miedo, porque no soy tu enemigo. 

Vientre de alquiler [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora