Capítulo 1.

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¡Maldita mirada!

¡Malditos ojos grises!

No podía sacar de mi jodida cabeza toda su perfecta anatomía, los años habían hecho que Amy esté mucho más linda de lo que recordaba. Con tan solo recordar su presencia en mi oficina generaba que la excitación que manejaba fuera mucho más grande.

- ¡Joder! - gruño porque no puedo disfrutar ni un poco lo que esa rubia está haciendo con mi pene.

Su mamada es excepcional pero cuando cierro los ojos esa maldita mirada aparece en mi cabeza frustrando todo, no estaba disfrutando como me gusta.

- Lo quiero todo - pide ella con gula mirándome detrás de esa máscara.

Estaba irritado, tomé con fuerza su cabello y empecé a follarle la boca con rabia, quería desahogar mi frustración con esta perfecta desconocida que me estaba otorgando placer pero se me era totalmente imposible olvidarme de todo.
Mi polla se hincha sintiendo como ella la lleva hasta la garganta, ¡joder es muy buena!, al fin provoca que largue mi semen en toda su maldita boca pero no podía relajarme en su totalidad y eso me tenía frustrado.

- Lucifer - gime con desesperación pidiéndome que la penetre.

La volteo para no mirarla, rápidamente me pongo un cordón y sin previo aviso la penetro con dureza, quería liberar todo lo que sentía en ese coño que solo necesitaba un pene para satisfacer sus necesidades, eran brusco en mis movimientos pero me importaba una mierda, los gritos y la humedad que manejaba está mujer solo delataba lo bien que la estaba pasando con mis fuertes penetraciones. No sé cuánto tiempo estuve así con ella, se había corrido como cinco veces pero yo no lograba llegar a mi límite de satisfacción que estaba jodiendo mi completa noche.
Cerré los ojos, una de mis manos de afianzó en la cadera de la desconocida y la otra se aferró en su cabello tirando con fuerza, mis caderas empezaron a chocar con mucha rapidez y fuerza, mi pene entraba y salía de ella con dureza que no me importaba si sufría por mi bestialidad, gritaba pidiendo más que cuando su vagina se contrajo con fuerza en un orgasmo fue el último límite para correrme.

- ¡Amy! - gruño irritado.

¡Maldita y jodida mujer!

Nisiquiera teniendo sexo podía olvidar la frustración de volverla ver esta mañana.

- ¿Repetimos? - me pregunta cuando me deshago del condón.

- No, tengo trabajo que hacer - respondo cortante mientras empiezo a acomodar mi ropa para salir de esa habitación.

No me despido, salgo de ahí necesitando aire puro para aclarar mis ideas. Está noche no me sentía feliz en este club de intercambio de sexo donde varias noches había logrado los mejores placeres del mundo, hoy era totalmente diferente hasta mi máscara me molestaba.

Está noche será complica.

******

- Estuviste de fiesta - mi padre me intercepta cuando entro al bufete.

- Tengo treinta años para que estés dandome sermones - siseo acomodando mis lentes de sol.

Mi noche fue sumamente fatal, cada sueño que tenía solo venía como follaba a Amy y he despertado varias veces en la madrugada empalmado que nisiquiera mi mano ni una ducha fría pudieron lograr que esa frustración se vaya.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora