Capítulo 35.

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Escuchaba una voz que me llamaba, mi cabeza estaba a punto de explotar por el intenso ruido que sentía que había a mi alrededor, todo mi cuerpo me dolía y mis ojos se negaban a abrirse, tenía tanto sueño que solo quería dormir un rato más.
Abrí mis ojos al recordar lo que me había pasado, ese disparo en mi abdomen y automáticamente me toque mi panza al notar un pequeño agujero, estaba vestido de blanco.

¿Acaso había muerto?

¡Mierda!

No podía morirme, Matheo, Amy y el nuevo bebé no podían quedarse sin mí, me necesitaban como yo a ellos.

- Alexander - dice una voz masculina.

- ¿Disculpe, lo conozco? - pregunto al señor que se acerca a mi lado.

Tenía unas facciones que se me hacían bastante conocidas.

- No lo creo pero yo a tí sí - asegura el hombre misterioso.

- ¿Quién es? - digo confundido.

- Bautista De Luca - declara con seguridad.

- El papá de mi papá - murmuro en shock. - ¿Estoy muerto? - automáticamente le pregunto asustado, que mi abuelo al cual no conocí y murió cuando mi padre era pequeño me esté hablando en este preciso momento solo significaba que la cosa no estaba tan bien como quería pensar.

- No solo te están operando para extraer la bala de tu abdomen - me cuenta con naturalidad.

- ¿Voy a morir? - consulto.

- No querido nieto, saldrá todo bien solo vine hacerte compañía mientras terminan la cirugía - acota marcando que me siente a su lado en un banco que no había notado que estaba.

- ¿No voy a morir? - repito mi pregunta cuando me siento a su lado.

Suelta una risa. - Ya te dije que eres igual que tú padre - acota con una gran sonrisa.

- Mi mamá siempre dice eso - comento suspirando.

- ¿Cuéntame algo de tu vida? - inquiere.

Lo miro a los ojos, su mirada me hacía acordar mucho a la de mi padre la que mi mamá asegura que yo también había heredado, recuerdo que la abuela Rose siempre decía que me parecía a mí abuelo, creo que no estaban tan equivocada algo parecido me veo a él.

- Estudié abogacía - comento.

- Los De Luca llevamos las leyes en la sangre - bromea con una gran sonrisa.

- Al parecer sí por lo menos en los hombres, Jaz se fue a lo social es psicóloga - le cuento.

- Jazmín psicología, tú y Bautista abogados - dice pensativo. - Me hubiera encantado estar en su vida - agrega con un poco de melancolía.

- No estuviste pero la abuela Rose siempre se encargó de contarnos sobre tí y la abuela Gaby -

Él sonríe pero igual sabía que estaba triste, no había tenido la suerte ni de ver crecer a su hijo, ellos murieron en un accidente de tránsito cuando papá tenía ocho años.

- Cuéntame de Amy y Matheo -  me pide ahora.

- Ella es el amor de mi vida - sonrío. - La conocí cuando ella tenía catorce años y era una loca que quería experimentar todo, no se en que momento fue pero me enamoré, nos separamos por inmadurez de cada uno y en ese tiempo nació Matheo - suspiro y vuelvo a sonreír. - Ese niño cambió mi vida, me hizo entender cuáles eran las verdaderas razones de la vida, me casé hace poco con Amy y esperamos un hijo - agrego feliz.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora