Capítulo 10.

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Había pasado un finde semana totalmente diferente a lo que me era costumbre, antes me pasaba los viernes y sábados por la noche en el club de intercambio de sexo hasta altas horas de la madrugada, los domingos los usaba para trabajar e ir a los almuerzos familiares pero desde la llegada de Matheo todo cambió, Amy me dejó estar con él casi los tres días y fue completamente hermoso verlo con mis padres que estaban embobados con el pequeño ni hablar de mi hermana que estaba muerta de amor con su sobrino después llegó el momento de que toda nuestra gran familia se junte para conocerlo, él se integró de lo más bien además volvió loca a todas las mujeres con su dulzura también conoció a sus primos y vaya que debía ponerme a buscar estrategias porque el grupito que habían armado por porque serían un gran problema para la sociedad dentro de unos años.

Cuando los ví a todos los niños reunidos, siendo un gran equipo y generando desastre, me hizo recordar a nosotros cuando teníamos sus edades. Le debía dar la razón a mi tío Giovanni que la nueva generación de la familia venía más letal y era buena la idea que haya varios abogados para sacar de líos a los pequeños demonios.

- ¡Alexander! - escucho mi nombre y me giro para encontrarme con mi hermano que venía caminando mientras observaba mi auto.

- ¿Qué quieres? - pregunto suspirando, es muy temprano para aguantar sus estupideces.

- ¿Qué le pasó a tu auto? - dice anonadado.

Observo nuevamente mi camioneta confundido, porque tenía menos de cuatro días para que algo le suceda.

- ¿Qué tiene? - consulto.

- Es un auto familiar - exclama algo exagerado.

- Es un auto de un padre que debe cuidar a su hijo - declaro bufando.

- ¡Mierda! - acota mirándome. - Te pegó fuerte la paternidad - agrega divertido.

Decido ignorar su comentario lleno de sarcasmo para seguir mi camino, demasiado temprano para aguantar la inmadurez de mi hermano menor.

- Alex - dice a mi lado.

- Muy temprano para aguantarte - murmuro.

- Lo siento - habla detrás mío. - Seguro también debes estar enojado porque no estuve el sábado para conocer a tu hijo - agrega algo culpable.

- Menos mal que no estuviste porque te iba romper la cara, en que cabeza cabe que quieras ligar con la nueva secretaria sabiendo que le interesa a nuestro sobrino - digo recordando lo que me dijo Cay.

Cayden es el hijo mayor de mi hermana, me cuenta todo somos por así decirlo amigos y cuando esa tarde me relatio lo sucedido con Bautista, casi fuí capas de ir a buscarlo a su departamento y romperle la cara por ser tan idiota.

- No tenía idea que ellos tenían algo - contraataca.

- Tú nunca te das cuenta de nada -

- Le pedí perdón pero no quiero escucharme - murmura frustrado.

- Yo tampoco te perdonaría - declaro con seguridad.

- Eres de gran ayuda cuando te lo propones - exclama indignado.

Mientras íbamos caminando al  bufete, nos pusimos hablar de trabajo porque nuestro padre nos había designado para que ambos estudiemos un caso de estafa dónde cargaban toda la responsabilidad a un simple empleado.
Ambos fruncimos el ceño confundidos de ver a la policía dilogando con mi padre y tíos.

- ¿Quién de ustedes es Bautista De Luca? - pregunta un oficial.

- Soy yo - responde mi hermano confundido.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora