Capítulo 19.

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¿Qué demonios me sucedía?

Sentía una rara sensación en el pecho que me tenía sumamente preocupado, creo que estar en el hospital a la espera de la llegada de las gemelas de Owen y que nadie nos informe nada me estaba volviendo loco.
Solo una sola vez había estado ansioso en esta situación y era el día que mi hermana trajo al mundo a los trillizos, fue un dia caótico pero ahora los nervios me consumían, llevábamos horas esperando que nos digan algo.

- Estás preocupado - afirma Amy a mi lado.

- Llevamos varias horas esperando - murmuro suspirando.

- Solo pasaron una hora y media - comenta Bianca mirando su celular.

- Parece una eternidad - acoto chasquendo la lengua.

- Son procesos largos - me cuenta Amy entrelazando su mano con la mía.

Observo ese pequeño detalle de su mano unida a la mía sobre mi pierna, ella generaba una caricia que verdaderamente me estaba tranquilizando. Sonreí y dejé que siga, hace unos minutos atrás Amy se había puesto celosa por mi supuesto modo en que le hablé a su prima, juro que no lo hice a propósito solo era una conversación para saber un poco de Bianca pero ella lo tomó mal, y déjenme decirle que esa faceta suya así enojada me encantó.

- ¿Le avisaron a los tíos? - pregunta la chica rubia a su lado.

- No los llamé - Amy mira su celular - ¡Mierda! - agrega alterada.

- ¿Qué sucede? - pregunto preocupado.

- Los niños salen en breve del colegio - comenta suspirando.

- Hablaré con la tía Megan, ella puede retirar a Elliot y yo retiro a Matheo por ustedes solo avisa en el colegio, creo que sirvo más para eso que estar acá esperando - habla mientras se incorpora de su silla.

- ¿Puedes retirar a Matheo? - consulto.

- Sí, creo que ustedes serán más de ayuda acá que yo - acota suspirando.

- Gracias - digo aliviado.

Ella solo asiente y se despide de nosotros, podía notar que Amy estaba algo enojada porque su notoria frunce en su ceño.

- ¿Te pasa algo? - pregunto siendo ahora yo el que acaricie su mano.

- No, solo estoy preocupada por mi prima - comenta apoyando su cabeza sobre mi hombro.

Ambos estábamos igual de preocupados, ellas estaban juntas cuando Madison empezó con los síntomas además la salud de los bebés también nos tenía de esta forma, según Owen todavía faltaban cuatro o cinco semanas para el nacimiento de las niñas pero como una vez lo escuché decir a mi padre los niños son sabios nacerán cuando ellos quieren no cuando uno quiera.

Solo quería que salga todo bien.

- ¿Cómo fue ese día? - consulto.

- ¿Qué día? - inquiere confundida.

- Ese día que nació Matheo - contesto provocando que en su preciosa cara se forme una gran sonrisa.

Verla con esa inmensa sonrisa en su boca, sus ojos brillosos y su cara recordando el momento como si fuera ayer, me tenía fascinado.

- Fue un caos - se ríe. - Matheo estaba muy cómodo en mi panza y se había atrasado dos días ya, estaba encaprichada en que quería que todo sea natural pero me había olvidado el simple hecho que mi hijo era un enorme bebé - agrega negando la cabeza divertida.

- ¿Enorme bebé? -

- Alexander tu mides uno ochenta, yo uno sesenta y cinco, nuestro hijo era largo y gordito - vuelve a sonreír y provoca que haga lo mismo.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora