Capítulo 22.

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Sabía que si salía de mi departamento iba a cometer un asesinato, ese maldito hombre se merecía que vaya y le rompa la cara por haberle faltado el respeto a Amy de esa forma como lo hizo.
Ningún hombre debe usar su poder o forma de ser en contra de una mujer.

Definitivamente debía hacerle pagar lo que hizo.

Anoche cuando llegó a mi casa, su cara reflejaba temor y sobre todo culpa, me sorprendió verla así y más acompañada de un policía, que resultó ser su hermano menor. Él fue el que me contó lo que sucedió y casi destrocé todo a mi alrededor al escucharlo, ese viejo iba a pagar muy caro las consecuencias de sus actos.

Nadie se mete con alguien de mi familia y sale ileso para contarlo.

- Alexander - dice mi padre al atender su teléfono.

- Hola papá - lo saludo. - Quería avisarte que hoy no iré a trabajar - le informo.

- ¿Estás bien? - consulta preocupado.

- Lo estoy papá, solo que necesito el día - contesto suspirando.

- Bueno, no te preocupes me haré cargo de tus clientes - declara.

- Alex, cariño ¿estás bien? - escucho que dice mi mamá que al parecer le robó el celular a mi padre.

- Estoy bien mamá solo tengo que hacer cosas - acoto bufando.

- ¿Estás seguro? - consulta no muy convencida de mis palabras.

- Si mamá - repito cansado.

- Es muy raro que no vayas a trabajar, estoy muy preocupada Alexander - asegura y escucho que se queja.

- Alex - la voz de mi padre. - No te preocupes, todo estará bien - agrega y puedo escuchar las quejas de mi madre de atrás pero por suerte corta la llamada.

- Papá - dice mi hijo al levantarse.  - Mami sigue durmiendo - comenta corriendo a mis brazos para saludarme.

Definitivamente él era lo mejor que le pudo pasar a mi vida.

- Buen día hijo - digo dejando un beso en su mejilla.

- ¿Mami está bien? - inquiere con su ceño fruncido.

- Si, solo está cansada la vamos a dejar dormir tranquila - contesto y lo llevo al baño.

Cómo es rutina cuando está en casa, primero le doy su cepillo de dientes para que se los lave bien, luego la cara y por último me pasa su peine y acomodo un poco su cabello para después ir a desayunar.

- ¿Qué quieres desayunar? - le pregunto al sentarlo en la silla de la isla de cocina.

- ¡Cereales con leche! - exclama felíz.

Sonrío al escuchar como de a poco había mejorado su pronunciación de la R, en estos meses he aprendido tanto de él que solo me da mucho orgullo ser su padre sin importar ese carácter malo que había heredado de su madre y de mí.

- Tu tío Adler me dijo que vendrá a llevarte al colegio - le cuento.

Su cara cambia y agranda su sonrisa. - ¿Iremos en la patrulla con la sirena? - me pregunta contento.

- ¿Él te lleva así? - consulto serio.

- No - miente y empieza a comer su cereal esquivando mi mirada.

No me molestaba como lo llevará su tío pero espero que él no sea tan imprudente de llevarlo a toda velocidad sabiendo que pone el riesgo no solo su vida sino la de mi hijo y si algo le pasa a Matheo nunca me lo perdonaría.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora