Capítulo 16.

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Mi cabeza no dejaba de recordarme lo que había sucedido hace un par de horas, sus gemidos, esas expresiones llenas de placer y su entrega absoluta a mí, ella es una combinación perfecta para la perdición.
Podía sentir su perfume todavía en mi cuerpo y solo eso generaba que mi miembro comenzará a palpitar pidiendo más de ella.

Estaba jodido.

Después de follar en el ascensor, ambos nos acomodamos nuestra ropa e hicimos como si nada hubiera pasado, cada uno en un extremo en su mundo. Que los padres de ella estuvieran en el departamento hacían fácil que nosotros no comentemos nada de lo sucedido hace unos segundos.
Me despedí de mi hijo y salí de esa lugar porque me había dado cuenta que rompí una de mis reglas de no besar.

Llevaba años sin hacerlo, la última mujer que tuvo el honor de hacerlo fue Amy y ahora ella otra vez era la encargada de romper mi jodida regla que me auto había impuesto hace más de tres años atrás.

¡Maldita mujer!

Me sentía perdido, por primera vez en mi vida tenía dudas sobre todo, porque en sí la sola presencia de Amy a mi lado generaba una combustión fatal.

- ¿Qué haces aquí? - inquiere Eric al verme entrar al bufete.

- Lo mismo que tú - contesto suspirando.

- Trabajo para no pensar en otra cosa - comenta encogiendo sus hombros.

- Haré lo mismo - acoto pasando una de mis manos por mi cabello.

Necesitaba una distracción e indague en la oficina de mi padre que nuevos casos tenía solicitado, alguno me llamaría la atención, usualmente me dedicaba a lo penal pero ahora quería algo aburrido hasta que encuentre uno bueno con el que podría salir victorioso de cualquier forma.

Lavado de dinero, estafas, posesión de bienes, falsificación de firmas, Sheila Snow había presentado cargos en contra de su corrupto hermano que se había quedado con todos los bienes gananciales de su familia, definitivamente este caso es mío y obviamente sería el ganador en esto.

- Oye Alex - me interrumpe Eric justo cuando corto la llamada con la señorita Snow.

- Dime - digo haciendo señas para que tome asiento enfrente mío.

- Se que no te gusta que nos metamos en tu vida - automáticamente frunzo mi ceño. - ¿Tú tienes algo con Amy? - inquiere.

- Como tú lo dijiste, no me gusta que se metan en mi vida así que no responderé esa pregunta - contesto molesto.

- Amy es una gran mujer, y no quiero que otra vez la lastimes - argumenta suspirando.

- ¿Lastimarla? - digo sin gracia. - Nunca la lastimé fue ella la que creo la grieta entre nosotros - espeto cabreado.

- Alexander - murmura frustrado.

- Mira Eric, no necesito que te metas en asuntos que no te incumben así que te agradecería que te retires de mi oficina - sentencio volviendo a centrar mi atención en los papeles que tenía sobre mi escritorio.

Eric suspira. - Si la vida te puso Amy otra vez en tu camino es por algo, Alexander - dice para luego cerrar la puerta de mi oficina.

Los que pusieron a Amy en mi camino fueron Owen y Madison, ellos dos me la presentaron cuando ella solo tenía catorce años y yo unos veinte, no voy a mentir cuando sus ojos grises me observaron me quedé sin aliento, además que me ignorara porque supuestamente no era su tipo me molestaba pero lo que me dejó sin habla era ese libro que llevaba entre sus manos, recuerdo bien la escena narrada dónde la protagonista de la historia estaba en un jacuzzi con dos hombres, uno era su novio y el otro el amigo de este, ambos la penetran por la vagina. Desde ahí mis ojos a Amy fueron diferente, además que ella tenía esa ferviente idea de querer experimentar lo mismo pero me negaba a qué lo haga, era muy chica para pensar en sexo.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora