Es medio día del jueves en un pequeño restaurante ubicado en la quinta avenida. El lugar está abarrotado de oficinistas hambrientos que, aprovechando su hora de comida, han decidido salir y disfrutar un poco del sol que es tan escaso en esos días de otoño, dándoles a las pobres meseros más trabajo del que pueden soportar y aún así, de alguna manera se las arreglan para que todo luzca tranquilo y ameno.
Sing y Eiji se encuentran dentro, en una mesa al fondo del local lo suficientemente alejada del resto como para no resentir el exceso de gente. El menor ha llegado temprano para conseguir ese lugar y el nipón, quien estaba en la editorial cumpliendo con su horario laboral, ha llegado hace poco menos de veinte minutos. Ambos han ordenado, Sing una hamburguesa y Eiji un sándwich de pollo porque ha a amanecido con nauseas, y ahora aguardan pacientemente a que su comida llegue mientras mantienen una charla en la que sólo el alfa participa.
No es que el fotógrafo esté ignorándolo a propósito. De hecho, está poniendo todas sus fuerzas en escucharlo, pero todo lo que puede hacer es ver su boca moverse sin que él entienda una sola palabra y comienza a debatirse entre decírselo —y sonar terriblemente maleducado— o dejarle pensar que tiene toda su atención. Al final se decide por la segunda porque la primera implicaría tener que contarle cosas que no quiere decir en voz alta y está demasiado avergonzado para eso.
Culpa de Aslan Callenreese.
Han pasando un par de semanas desde que el incidente con su celo ocurrió y él simplemente no puede asimilarlo. O mejor dicho, no ha querido hacerlo, porque eso significaría aceptar que él y Ash tuvieron sexo y eso es tan jodidamente incorrecto en todos los sentidos que el solo recordarlo hace que le duela la cabeza. Aunque sucedió y no hay manera de negarlo.
Al principio, cuando despertó, el omega pensó en la probabilidad de que todo se tratase de una mala jugada de su mente; fue su primer celo y el único alfa lo suficientemente cercano como fantasear era su mejor amigo, pero esa teoría se desvaneció rápidamente cuando se encontró a sí mismo sobre las sábanas manchadas y el aroma del rubio tan turbiamente impregnado en el ambiente que casi le causa otro celo. Cada esquina de su habitación gritaba que Aslan había estado allí y, aunque los recuerdos de la tarde anterior no eran nada nítidos, allí estaban.
Eiji se levantó aquella tarde sintiéndose la peor mierda del mundo y el almuerzo que su amigo preparó para él y que dejó en la mesa junto a una nota de «hablemos cuando tengas algo de tiempo» no le hizo sentir mejor. Él fue el culpable de que todo resultara de esa forma, él y su aparente incapacidad de dominarse cuando está en celo. Fue él el que abrió la puerta aun cuando sabía las consecuencias de dejar que un alfa entrara a su departamento, Ash sólo había sido una víctima de su calentura y pese a eso había sido tan amable y gentil con él que no había dejado ni sola marca en su cuerpo. No le dolía absolutamente nada, ni si quiera las caderas.
El japonés había querido pedir disculpas, por supuesto. La idea pasó por su mente casi de inmediato, pero simplemente no encontró el valor de hacerlo porque no se siente arrepentido y eso es lo peor. De hecho, aquel incidente sólo sirvió para que se diera cuenta de lo muy atraído que se siente por su amigo, aunque probablemente esa atracción se deba a sus genes omega y a la compatibilidad que tiene con ese alfa. Porque así es como funciona esa dinámica, ¿cierto? Aunque si tiene que admitirlo, hay muchas cosas de Ash que le gustan y que nada tienen que ver con su género. Como su personalidad tan fresca y sus manera tan amable de ser, pero esa es otra historia.
Sea como sea, Eiji hizo que un alfa comprometido y con un destinado hiciera algo horrible a causa de sus egoístas sentimientos ocultos. Es ahora cuando se da cuenta de que, tal vez, Yut sabía lo que sentía acerca de su alfa y por eso le exigió tan vehementemente que se alejara, que volviera a Japón y ahora menos que nunca se siente con el derecho de pedirle que les deje ser amigos, que les dejen volver a como eran antes de que todo el desastre hiciera explosión. A cuando pasaban las tardes viendo películas en su sofá, con los dedos llenos de la grasa de las palomitas y la soda burbujeando en sus vasos.
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Hana no kaori.
FanfictionBanana Fish. OMEGAVERSE. Ash cree que es el destino. Eiji no piensa igual. Advertencias: Angst, drama, romance.