Eiji escucha el sonido de la puerta cerrarse como si se tratara de la pronunciación de una condena. Es un sonido casi fúnebre que retumba en sus oídos y que se incrementa por la fiebre, multiplicándose y rebotando de un lado a otro, haciéndole sentir culpable durante los primeros diez segundos, hasta que Aslan Callenreese cierra la distancia entre ellos y lo aferra contra su pecho como si eso fuese todo lo que necesitase para vivir.
El tiempo transcurre lento, en tic tacs metafóricos que se sienten como una eternidad. No hay forma de que el nipón pueda ignorar lo placentero que es estar entre los brazos del alfa. Son cálidos y reconfortantes, justo lo que ha necesitado durante las últimas tres horas de caliente agonía, encerrado solo en su habitación. Fue casi como si lo hubiera llamado con la mente, había deseado tanto verlo que cuando lo olió pensó que había terminado por perder la cabeza, pero no fue así, Ash había estado allí, del otro lado de su puerta y aunque en un principio se había negado a abrir, ahora cualquier duda o remordimiento se transformó en un amargo sabor de boca casi imperceptible.
Eiji sabe que esa indiferencia se debe a su celo, que en una situación normal no habría actuado como lo ha hecho. Es su primera vez en ese estado y ya ha perdido completamente el control de sí mismo, de la situación como tal y ni si quiera se siente avergonzado, todo lo que desea es seguir sintiéndose así de bien. Sentir el alivio al fuego que arde dentro de su pecho y que amenaza con explotar en cualquier segundo. Es irónico, pero desde que Eiji supo que era un omega, se negó a caer en esas personalidades cliché que los caracterizan, pero ahora simplemente no puede evitar pensar que quiere ser tomado por ese alfa y es un poco aterrador por varios factores que, sí estuviera en sus cinco sentidos, serían un impedimento para seguir adelante. Pero como no es así que en realidad no importa.
Sí, es su primer celo y muchas cosas de las que está experimentando son desconocidas y nuevas, pero se sienten tan natural dejarse llevar, incluso cuando Ash lo aparta suavemente y le mira directo a los ojos, como si tratara de ver a través de su alma. Él le deja, por supuesto, aunque tampoco es como si tuviera la voluntad de apartar la vista. El verde de sus ojos le devora como un remolino en el agua, arrastrándolo hasta las profundidades, allí donde la voluntad del alfa es la suya propia.
El aroma a cerezo se incrementa hasta el punto en que eso es todo lo que el omega puede oler alrededor. Le rodea, invadiendo cada parte de su cuerpo, como reclamándolo, marcándolo. Se mezcla con su propia esencia creando una sola mucho más dulce, más atrayente, casi como si estuvieras hechas para estar juntas de esa forma. Eso o tal vez sólo sea el instinto del omega de pertenecerse mutuamente haciéndole imaginar cosas que en realidad no están allí.
Ash se inclina de nuevo hacia él, esta vez con el pecho conteniendo una especie de ronroneo que le pone la piel de gallina. Sus manos exploran su espalda por debajo de la camiseta, quemándole allí donde sus pieles hacen contacto, sin que ninguno de los dos diga nada. Eiji cierra los ojos y ronronea también, complacido y anhelando más, más, más. Quiere todo lo que Aslan pueda darle y lo quiere tanto que es doloroso allí en su humedecido agujero, ese que él mismo se había negado a tocar en su pequeña huelga contra su género, pero que ahora palpita ansioso por un poco de atención. De su atención.
—Alfa —le llama por instinto con voz implorante y hacerlo le trae un tipo de placer que ni siquiera sabía que existía, haciendo que su recto se contraiga y que su pene se endurezca más. Ese placer repta por su espina dorsal e incrementa la humedad en su cuerpo.
—Eiji... —le responde y el omega tarda un par de segundos en comprender que ese es su nombre—. Escúchame, por favor... —le dice, con su cuerpo sigue pegado al suyo y sus manos aún su piel con vehemencia. El volumen de sus palabras haciéndose menos hasta desaparecer en el aire como si nunca hubieran sido dichas.
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Hana no kaori.
FanfictionBanana Fish. OMEGAVERSE. Ash cree que es el destino. Eiji no piensa igual. Advertencias: Angst, drama, romance.