XXIII

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Eiji cuelga el teléfono con cansancio impregnado en el rostro y suspira, para después tallarse la cara con la palma de la mano. Le han llamado del departamento de edición para avisar de unos cambios de último momento y él no podría sentirse más estresado porque sólo queda una semana para la impresión de la revista de ese mes. Ni si quiera está seguro de que su equipo pueda lograrlo a tiempo, aún si les comunica de inmediato las nuevas especificaciones, pero tendrá que intentarlo si no quiere tener problemas con el editor, que desde que se trasladó a Tokio, ha intentado hacer de su vida laboral miserable y él no va a permitírselo.

El sujeto no está de acuerdo con que un omega ocupe un cargo como el que tiene, tampoco aprueba que planee criar a un niño solo y mucho menos que no tenga un alfa. Es el típico hombre criado de manera tradicional al que le explota la cabeza cuando las cosas no son como "normalmente" deberían ser. Piensa que pelinegro debería estar en casa, limpiando y atendiendo a los niños, sentado mientras finge que todo es perfecto en su vida y presumiendo una marca en su cuello. Eiji no lo supone, el editor se lo ha dicho de frente y él lo ha mandado al diablo. La única razón por la que no lo despidieron fue Max que, aunque no está allí, la editorial sigue siendo suya.

Lo que no significa que debe ser irresponsable con su trabajo.

El muchacho abre en una pestaña del navegador de su computadora el correo electrónico y redacta a su equipo de trabajo los cambios al último photoshoot del que estuvieron a cargo. Son las ocho de la noche y sabe que sus chicos son lo suficientemente profesionales como para ponerse a trabajar de inmediato aún si sólo duermen un par de horas antes de tener que asistir a la oficina. A Eiji le gustaría no tener que explotarlos de esa forma, pero no tiene otra opción.

El omega se levanta de su asiento con algo de dificultad, apoyando ambas manos en los brazos de la silla para ayudarse. Piensa que lo mejor es conseguir algo de cenar antes de que pase el tiempo y se vuelva imposible comer algo, no sería saludable para el bebé y ya tiene suficiente con el dolor de espalda que le causa tener que estar sentado de la misma forma todo el día. Tiene solo cinco meses de embarazo y lidiar con las molestias es más complicado que nunca.

El estómago de Eiji apenas está abultado, pero el peso extra en su cuerpo hace que le duelan los pies y la cintura y aunque las náuseas ya se han calmado, los antojos no. Sin embargo, eso no es lo peor, lo peor son los cambios de humor que apenas puede controlar. Todo lo que siente se incrementa en un doscientos por ciento, sea bueno o malo; el estrés, la ansiedad, la tristeza. Todo. El fotógrafo simplemente no puede con ello y la única razón por la que sigue adelante y es fuerte, es el cachorro, por su bebé. Es por él que no puede permitirse claudicar en el trabajo con ambiente de mierda, es por él que no puede detenerse y lamentarse, porque si lo hiciera, entonces se derrumbaría.

El chico camina hasta la cocina y busca en la nevera las sobras de la comida de esa tarde, dispuesto a ponerlas en el horno de microondas y comer mientras trabaja. Se trata de un poco de takoyaki que compró en la calle porque, aunque él sabe cocinar, no ha tenido el tiempo para hacerlo. Así que toma el plato y lo coloca dentro de la cabina del horno siendo su sonido lo único que se escucha de fondo, mientras él aguarda recargado en la barra con el móvil en la mano, revisando su agenda; quedan sólo dos días para su siguiente revisión en el hospital.

Aquello se ha vuelto una rutina. Cada dos semanas, Eiji tiene la obligación de asistir con el ginecobstetra para un chequeo. Su embarazo ha sido prácticamente un milagro por lo que se podría decir que es un poco riesgoso, tanto para él como para el bebé, todo por el asunto de su cuerpo tardíamente desarrollado. Es gracias a eso que se encuentra bajo tratamiento continuo y la mirada de los especialistas, aunque él no se ha sentido en peligro ni una sola vez y parece que el cachorro ha estado creciendo como cualquier otro. De todas formas, él jamás sería tan irresponsable como para desatender las indicaciones de los médicos y asiente puntual a todas sus citas.

Hana no kaori.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora