Capítulo 15 (Es linda)

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Es linda

Odio a Leah.

Bueno, no a ella, a la materia que imparte.

Y es que soy consciente de la pésima inteligencia emocional que tengo, pero por favor, ¡qué me lo dejen claro me da más problemas que soluciones!

Y aquí estoy, batallando haciendo la tarea que pidió.

Ni el profesor de física superior es tan cruel con sus deberes.

¡Odio que Leah sea tan comprometida con su trabajo! ¡Sí, Leah, eres una excelente profesional, pero detesto que lo seas!

De lo contrario no le hubieran importado las respuestas que pusimos en las hojas y no tendríamos otra tarea. Y es que, lo fácil fue ordenar los talentos que más nos gusta tener. Lo difícil fue que, en base a esa lista, releamos la tarea anterior y en caso de haya un "pero" en mis me gusta, como fue mi caso, desgloses por qué no lo consideras para tu carrera. Y responder cuatro preguntas:

1. ¿Cuál fue mi "pero"?

2. ¿Alguien me dijo ese "pero"?

3. ¿Yo mismo lo considero un "pero"?

4. ¿Me duele pensar en ese "pero"?

Todo ello con solo los tres primero talentos que tenemos. ¡Solo! ¡Solo! ¡Y no vale solo sí o no! ¡Repito, solo, so - lo!

Muevo mi lápiz de lado a lado y suspiro. Mis respuestas son desalentadoras y eso aumenta un peso en mi espalda, uno que amenaza con aplastar luego mi corazón...

—Preferiría llenar miles de hojas con cálculos de velocidades o fórmulas químicas.

Estoy empezando a estresarme que siento alivio cuando escucho la puerta ser tocada. ¡¿Dios?! ¡Me has escuchado!

—Adelante —murmuro feliz girando en la silla de ruedas.

—Abigail, ¿estás ocupada? —pregunta mi madre entrando.

Miro la hoja en blanco y sin remordimientos respondo:

—No...

—¡Perfecto! —junta sus manos sonriendo —Porque tengo unas noticias para ti. ¿Recuerdas que trabajo de lunes a viernes en el centro infantil? —asiento —Desde mañana ya no trabajaré más con ellos.

—¿Qué? —pregunto levantándome atónita —¿Por qué? ¿Le despidieron? Pero llevas muchos años...

—No, yo he renunciado.

—¿Qué? ¿Por qué? Te gustaba trabajar ahí, mamá.

Estoy desconcertada.

Mamá se acerca toma mis manos y me guía para sentarme en la cama con ella al frente.

—Me gusta, es verdad, no es porque desee dejar de hacerlo, pero el tiempo no ha pasado en vano y ya no soy tan joven como antes, Abi, me siento algo cansada —siento que mis ojos empiezan a cristalizarse —Además, quiero pasar más tiempo en casa y aunque me gusta atender a los niños, amo más ver a mis pequeños.

—¿Entonces sí nos quieres más? —bromeo.

—Alan tiene razón, a veces eres muy tonta —dice pinchando mi costado haciéndome cosquillas —¡Obviamente amo a mis bebés! ¡Por algo son mis bebés! ¡Eso no deberías ni preguntarlo, Estefanía!

—¡Ya, ya! ¡No lo haré! —me carcajeo —¡Ma! ¡Mami, me muero, para!

Mamá se ríe y deja de hacerme cosquillas, pero no deja de abrazarme. Y yo como amo ser una niña mimada, me quedo sin quejas en los brazos de mi mamá.

Te enamoraré (EDITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora