Capítulo 10

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Hermoso, majestuoso, imponente... Dios esté hombre es demasiado atractivo, tiene un increíble poder impresión, solo verlo te deja sin aire.

Su manera al hablar frente al público es increíble, no muestra nada de nervios, sus palabras son firmes y seguras, sin duda votaría por él. Finaliza su discurso prometiendo ser un excelente gobernador, lo mismo que dicen todos y luego desaparece de nuestra vista, es impresionante cuánta gente vino a verlo hablar, creo que tiene buenas posibilidades de ganar las elecciones.

Bueno si ya no hay hombre hermoso para ver, es hora de irme. Cuando salí de mi casa a una calles de aquí solo tenía pensado ir a comprar helado, de hecho ni me arregle para salir, solamente me puse un jeans negro, con botas de invierno y un abrigo verde oscuro de mi hermano que vi en el armario de la sala, como parecía abrigar bastante me lo puse sin pensarlo.

La multitud se dispersa y yo tomo el camino del supermercado, hasta que una voz gruesa me detiene—Disculpes usted Abigail Williams— que puto miedo, el hombre párese Terminator.

—Eeeh, no, me está confundiendo—le digo y trato de seguir mi camino, pero me vuelve a detener poniendo su mano sobre mí hombro.

—Disculpe si la asusté señorita, podría por favor venir conmigo.

—No señor, que le pasa aléjese de mi o voy a gritar por ayuda—esto me está asustando, ¿Por qué este hombre sabe mi nombre y me quiere llevar con él? Mierda tras de eso una camioneta negra de lujo se detiene justo a mí lado, trago grueso, bajo todos los santos, me preparo para gritar y cuando estaba a punto de salir corriendo, el vidrio de la parte trasera del vehículo se baja.

—Ey, no te voy a secuestrar—el alma me volvió al cuerpo, pero puedo sentir como del susto mis cuerpo se debilitó, las piernas me tiemblan— A menos de que tú quieras—OH POR DIOS.

—Debo admitir que si me asusté bastante— trato de disimular mi nerviosismo.

—Lo siento no era mi intención, ¿Te llevo a casa?

—Sí, bueno, en realidad no voy para mi casa, de hecho me dirigo al supermercado.

—Necesito hablar contigo un momento— ahí está otra vez su voz firme intimidándome, es imposible negarse a él y tampoco quiero negarme a estar un momento con él.

—De acuerdo, pero tendrá que llevarme al supermercado por mi helado y luego a mi casa, será algo rápido— le hablo con naturaleza y me subo al vehículo.

—¿Helado? Estamos en invierno.

—Y, que tiene, el helado se come con o sin frío, el queda perfecto para cualquier ocasión.

—Entonces eres una fanática del helado—me mira de reojo y me da una sonrisa que me mata en ese instante, no puedo evitar morderme el labio y sonreír al verlo, esa expresión nunca la había visto en él.

—Si mi favorito es el de almendras.

—Tienes un gusto peculiar, por lo general a las personas les gusta chocolate, vainilla, fresa o cualquier sabor común.

—Si mi hermano dice que mis gustos al comer son extraños.

—No son extraños, solamente eres más única —Soy yo o me está alagando, notó que estamos por llegar al supermercado y le doy la indicación al conductor.

Llegamos al supermercado, tan pronto se estaciona el vehículo abro la puerta pero el Señor Kirkman me detiene—Espera— me dice —Anderson, César, por favor vallan a comprar el helado, ya escucharon el sabor.

El hombre del asiento del copiloto me mira y responde —Si señor, alguna otra cosa más Señorita Williams— él también sabe mi nombre, acaso el Señor Kirkman le contó a todos de mí.

Mi Joven Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora