12.

8.6K 739 116
                                    

EMILIO

La fresca brisa de la mañana era acompañada por todos los autos que circulaban a mi alrededor, salir en las mañanas debería de hacerse una costumbre, era relajante empezar el día corriendo.

La música me ayudaba a que no me cansara tan rápido. No tenía un rumbo fijo, solamente miraba hacia adelante cuidando por donde iba, mas nunca imagine que terminaría justo en el lugar que mas me temía.

Los minutos pasaron, estaba tan concentrado que no noté cuando llegue a la calle de la casa de Joaquín, me detuve en seco.
Observe mi alrededor y de inmediato una gran confusión entro en mi, ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿De verdad había corrido tanto?

Suspire mientras observaba al sol en su máximo esplendor, las 7:41 a.m. marcaba mi reloj, era muy temprano, la gente estaba ausente por estos rumbos pero no le presté importancia.

El pensamiento de Joaquín invadió mi mente de nuevo. ¿Qué pasaría si ahora mismo fuera a su casa a verlo?
La respuesta se dio por si sola cuando ya estaba justamente frente a su puerta. Mierda.

Mi cuerpo me incitaba a tocar, pero yo no quería, tenia miedo de lo que pudiese pasar, así que me di la vuelta y comencé a caminar en dirección contraria, pero antes de alejarme lo suficiente escuché unas voces a mis espaldas, fruncí el ceño y voltee.

Diego estaba ahí en la entrada de la casa, con Joaquín su lado y ambos reían muy cómodos. Supongo que estuve mirándolos mucho rato, ya que notaron mi presencia y todo se torno serio. Joaquín se sorprendió, imagino que porque no nos veíamos desde hace mucho.
Estuve apunto de sonreírle pero bajo la cabeza evadiéndome. Me lo merecía.

—Hola Emilio. —saludó Diego rompiendo aquel silencio tan incómodo en el que nos encontrábamos.

—Oh, hola.—respondí aclarándome la garganta enfocando mi mirada en él.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —me cuestiono confundido. Lo mismo iba a preguntar.

—Oh, decidí salir a correr esta mañana y solamente quise venir a saludar a Joaquín es todo, —volví a mirarlo pero seguía evadiéndome —lleva mucho tiempo que no lo veía...

—Ya veo, bueno yo tengo que irme. —dijo no del todo convencido de mis palabras, se despidió de Joaquín y de mi, mientras pasaba a mi lado dándome una palmada en la espalda, lo seguí con la mirada hasta que entro a su auto.

Luego, regresé mi mirada a Joaquín que para mi sorpresa ya estaba dentro de su casa apunto de cerrar la puerta.

—¡Espera! —grité y me miro mal —Quiero hablar contigo... —dije sin pensar.

—Pues no estoy de humor y yo no quiero hablar contigo. —contestó al parecer molesto.

—¿Por qué estas molesto conmigo? — pregunté con el ceño fruncido —¿Ahora que chingados hice?

—¿En serio estás preguntando eso? ¿quieres que te cuente cuantos días no he sabido de ti? Ahora si le tomaré la palabra a Diego.

—¿En serio crees que no he pensado en ti cada día? Tu también me haces falta Joaquín, pero simplemente tenía miedo de venir.

—No me interesa, ¿si? Tu y yo terminamos lo que teníamos, y de verdad no quiero cometer otro error, así que, si quieres que seamos amigos adelante, pero si intentas hacer alguna otra cosa te puedo mandar a la chingada mas fácil de lo que crees.

El miedo y la confusión me invadieron de nuevo en ese momento, sabía que Joaquín siempre había sido una persona exigente respecto al amor, en una de nuestras tantas charlas me lo había dicho. Exigente respecto a que le gusta que cumplan ciertas expectativas, unas que ni de cerca cumplía.

Ambos somos como polos opuestos, él piensa en las consecuencias despues de realizar algún acto, en cambio a mi a veces me vale y lo dejo pasar; me cuesta entenderlo cuando esta molesto, en algunas ocasiones es repentino, como si fuera bipolar.

Bajo la cabeza pensando en lo que dijo, la última vez me había comportado como un verdadero patán, a quien en el momento no le importo una mierda lo que él pensará, estaba tan cegado por las ganas de tenerlo en mi cama. Entendía su enojo ahora y no tenia las mismas esperanzas para que me perdonara, me lo merecía despues de todo. Debí buscarlo antes. Fui un completo idiota.

—No quiero que se acabe Joaquín. —le suplique con la cabeza baja, en verdad estaba siendo sincero.

—Pues ya se acabo, y no haré nada al respecto, espero que disfrutes de tu vida, en verdad que si.

Al no haberse movido de un lado de su puerta simplemente retrocedió y la cerró dejándome con la palabra en la boca.

Estaba apunto de volver a tocar pero mi cabeza me decía que lo dejara, la decisión la tomo él y necesitaba su espacio.
Eso es lo que pude haber hecho, en cambio lo mandé todo a la mierda.

De un portazo abrí la puerta y Joaquín volteo para mirarme, entonces, simplemente lo tomé del rostro y estampé mis labios contra los suyos; me estremecí ante la calidez y seguridad que me provoco un simple acto como ese, pero el momento no me duró ni un minuto, ya que una bofetada de su parte me hizo retroceder.

—Te lo advertí, Osorio. —sentencio con sus ojos cristalizados mientras apretaba la mandíbula.

—¡Tu no me entiendes! No puedo vivir sin ti, te necesito. —le solté sin pensar.

—Cállate, ¿quieres? Ya no quiero ocasionar mas problemas contigo y tu relación, metete eso en la cabeza, ya no me interesas.

La crueldad de sus palabras me hacían querer derramar lágrimas de frustración, pero me mantuve firme y solamente suspire.

—¿Qué te hice para que todo lo que hicimos terminará así? —cuestione cabizbajo aún sin quitar la expresión seria de mi rostro.

—¿Y todavía lo preguntas? Todo se arruino despues de esa fiesta, lo sabes a la perfección Emilio.

El silencio sepulcral reino unos segundos, pero lo rompí con una pregunta que llevaba atormentándome desde hace días.

—Yo fui tu primera vez, ¿verdad?

El encarno la ceja ante la pregunta y despues bajo la cabeza.

—Quise que fuera especial para ti, y te lo dije... —cada palabra me hacia revivir cada momento de aquella noche, en la que a pesar de no haber estado del todo conscientes sabia que recordábamos. Nunca hice algo que él no quisiera —De verdad te quiero, Joaquín.

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora