20.

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NARRADOR

La lástima que Emilio sintió en ese preciso momento fue tanta que incluso estaba seguro de que sus ojos estaban igual que los del pequeño castaño.

—Javier y-yo... —el rizado intento articular alguna palabra, la que fuera, pero el miedo por decir algo que lo lastimara mas le hizo bajar la mirada solamente.

Javier estaba lastimado, no podía negarlo ni mucho menos ocultarlo, tampoco estaba seguro de que si lo que sentía por Emilio de verdad era amor (lo dudaba), quizás era una simple obsesión o un capricho que muy en el fondo sabia que jamás podrá tener, apenas y conocía a Emilio y no era posible que haya sido un amor a primera vista.
Sin pensárselo dos veces, el pequeño se levantó un poco de su asiento inclinándose hacia Emilio, y con sus brazos rodeo su cuerpo y se unió a el en un sincero abrazo.

El mayor estaba sin palabras, no quería apartar al mas chico porque sabía que estaba lastimado, pero tampoco le correspondió al abrazo porque sabia que la culpa lo invadiría y no querría soltarlo, así que solamente se dedico a disfrutar ese momento que probablemente Javier necesitaba, quería ayudarlo a acabar con el insoportable dolor de un corazón roto.

El castaño había enterrado su cabeza en el cuello de Emilio, sus lágrimas habían mojado levemente la camisa del rizado, pero este no protesto.

—L-lo siento, —dijo en un hilo de voz mientras seguía sollozando —de verdad.

—No. —respondió Emilio mientras lo separaba un poco para poder mirarlo a los ojos.

Cuando se percato de cuan rojos estaban y de todas las lágrimas marcadas en sus mejillas las limpio con delicadeza, el chico podría ser todo lo que la gente quisiera, pero el arrepentimiento de haberle causado sufrimiento a dos personas diferentes le hacia sentirse un monstruo. Su propósito nunca fue hacer daño, pero nunca media las consecuencias de lo que pasaría si realizaba ciertas acciones, aunque lo que ahora quería era reparar todo el daño que había causado, pedirle perdón al chico frente a el, y también al otro chico que estaba causando estragos en su interior que de verdad le aterraban, que lo habían hecho querer cambiar de cualquier forma posible, todo para verlo feliz.

—Nada de esto es tu culpa Javier, —suspiro —yo soy el que debería disculparse por haber hecho lo que hice, mi intención jamás fue lastimarte de la manera en que lo hice. —el mayor cerró sus ojos por miedo a romperse y soltar todas las lágrimas que llevaba reteniendo desde que se fue de la casa de Joaquín. No quería demostrar ser mas vulnerable —Estoy enamorado de otra persona, y el daño que le he causado desde hace semanas me ha hecho lamentarme día y noche; he hecho y he dicho tantas cosas que me lamento desde lo mas profundo de mi ser. Al principio solamente pensaba que eran encuentros al azar, que pronto pasarían y que despues ya ni los recordaríamos, pero no fue así; los sentimientos y sensaciones que comenzó a provocar en mi me aterraban, tenia miedo a enamorarme de nuevo, volver a sufrir por una persona pero... —limpio las lágrimas que habían salido de sus ojos —estoy seguro que él es una luz que llego a mi vida para cambiarla, es tan raro, pero creo que estoy enamorado de el verdaderamente

El castaño prestaba atención a cada palabra que Emilio le decía, las fuertes ganas de volverlo a abrazar regresaron.

Ahora sabía cuan difícil había sido la vida del chico estas ultimas semanas, estaba enamorado del chico que se encontró hace unos minutos atrás, Joaquín, pero al parecer el miedo que tenia de volverlo a lastimar lo hacia quedarse con la impotencia; y aunque Javier estuviera dudando sobre sus sentimientos por Emilio sabia que no podía dejar que estos evolucionaran, necesitaba apoyarlo, porque no le gustaría verlo triste, no mas.

—Emilio. —habló el mas chico acariciando levemente las mejillas del rizado —Estoy dispuesto a ayudarte en lo que sea que necesites, lo que tu sufres créeme que no es algo que le desee a alguien, ya verás que de alguna manera recuperaras ese amor que esa persona te tuvo. Los sentimientos no se van de la noche a la mañana, si de verdad no le interesarás ¿no crees que nada hubiera pasado desde el principio? Es obvio que de alguna manera se siente atraído, solamente tienes que comenzar de nuevo, estoy seguro que lograrás tu cometido, y cuando lo hagas, estaré dispuesto a apoyarte.

Emilio sonreía sin poder evitarlo, las similitudes que había en este chico con Joaquín lo hacían creer que de verdad tenía la oportunidad, que las cosas iban a resultar, que lograría recuperar todo el cariño que alguna vez hubo entre ellos; había algo en Javier que lo hacia querer confiar en el.

—Gracias. —espeto Emilio mostrando una sonrisa, la mas sincera en mucho tiempo —Estoy seguro que tu también encontrarás a alguien que sabrá valorarte, que en verdad te amé, porque eres una gran persona, que se merece a alguien igual de lindo y amable que tu, —sonrió —y yo también estaré aquí para apoyarte.

—Igual, gracias Emilio. E-entonces, ¿amigos? —Javier le ofreció su mano al rizado con una media sonrisa.

—Amigos.—sonrió el mayor de la misma manera —Bueno, gracias por todo pero, tengo que irme.

—Claro, pero ¿a dónde vas?

—A arreglar las cosas. —le sonrió por última vez antes de levantarse del sofá y salir por la puerta principal en camino a la casa de Joaquín, dispuesto a disculparse y dejarle en claro que luchará porque lo perdone, porque todo el daño que le causo quedará en el pasado, que ahora estaba dispuesto a crear buenos recuerdos, dispuesto a amarlo bien.

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora