27.

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JOAQUIN

Sudor resbalaba por mi frente y los lados de mi rostro, me aferraba a las sábanas mientras continuaba quejándome y murmullos incoherentes salían de mi boca.
No supe con exactitud cuanto tiempo estuve así, quizás minutos, quizás horas, pero afortunadamente escuché sollozos provenientes de mi lado derecho que provocaron que despertara por completo.
Abrí los ojos y me senté de golpe en la cama, por suerte no tenía mi camiseta puesta ya que estaba completamente empapado en sudor.
Mi reloj marcaba las 4:27 a.m.

Miré a mi alrededor topándome con mi habitación, de nuevo ese sueño que desde hace semanas me había estado atormentando. No era una pesadilla, era un recuerdo, uno que he querido olvidar desde hace varios años, uno tan vergonzoso.

Tome consciencia y puse atención a los sollozos de mi niña a mi lado, estaba aferrada a mi brazo derecho con fuerza mientras sus ojitos se mantenían cerrados, aún dormida.

Comencé a sacudirla despacio en un intento de que despertara, estaba teniendo una pesadilla y parecía que no podía despertar.

—Amor. —le llamé mientras insistía un poco mas —Sam, es un sueño, estoy aquí contigo.

De golpe, abrió sus ojitos avellana topándose con mi rostro, se acerco a mi y con ambos brazos se aferro a mi cuello abrazándome con fuerza, podía sentir su acelerada respiración en mi cuello, pero simplemente le devolví el gesto mientras sonreía un poco.
Samantha Bondoni, mi pequeña de cinco años.

—¿Segura que estas bien? —pregunté mientras la separaba de mi para verla directamente, sus ojos rojos debido a su reciente llanto. Sonreí para no alterarla mas, luego, con las yemas de mis dedos limpie el rastro de sus lágrimas.

—Si. —susurro —Tuve una pesadilla de nuevo y... —sollozo bajito —tu me dejabas, sola y-y... yo lloraba, mucho —su balbuceo se confundía con sus sollozos, aún estaba asustada. Me enderece y aún sentado me crucé de piernas en la cama y con los brazos abiertos le incite a que se acercara a mi para que se sentará sobre mi regazo.

La sonrisa que mostro en su pequeño rostro me recordó tanto a su padre, era tan parecida, por no decir idéntica.

Se acurruco en mi pecho mientras acariciaba su ondulado cabello castaño, le besé su cabello con delicadeza y apoyé mi mentón en su pequeña cabeza mientras otra sonrisa se colaba por mi rostro.
Aún con cinco años la trataba como mi bebé, la amaba tanto.

Recuerdo como la felicidad y ganas de vivir regresaron a mi cuando me enteré de mi embarazo, ya llevaba un mes en Francia, y a pesar de que mi crisis del pasado aún no cicatrizaba del todo, sabía que aquella criatura no tenía ni la mas mínima culpa de nada, por lo que accedí a tenerlo con la esperanza de que me ayudara a sanar.

—Papi, —su voz me hizo fijar mi atención en ella de nuevo —Alex no esta.

Dirigí mi mirada a donde se supone que debería estar, pero efectivamente, no se encontraba ahí.
Un suspiro cansado abandono mis labios a la par que me levantaba de la cama, tomé mi camisa que se encontraba a la orilla de esta y proseguí a abandonar la habitación hacia la sala.
Escuché su risa en algún punto de la sala, le encantaba jugar al escondite.

—Alexander Bondoni. —le llamé intentando sonar molesto, esa siempre funcionaba, desde que era un bebé.

Miré a mi alrededor intentando encontrarlo, sonreí cuando vi su cabellera rizada y castaña en la orilla de el sofá.
Con sigilo me acerque y sin que lo notará lo asuste provocando sus risas. Lo tomé de su cintura y lo levanté para cargarlo mientras no paraba de reir.

—¡Papá! —se quejó cuando lo abracé —¡no es justo! —yo reí ante su puchero tan adorable.

Con dirección a la habitación él me reclamaba cuan tramposo era, se sacudía y forcejaba para que lo soltará mientras sus rizos golpeaban mi rostro. Tener un travieso como el en mi vida me la había facilitado y complicado a la vez, aunque sabía que su actitud revoltosa complementaba la de su hermana melliza a la perfección, era divertido para mi tener que lidiar con ambos, aunque todo este tiempo haya sido solo.

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora