22.

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EMILIO

Esa sensación de seguridad que hace mucho tiempo no sentía llego a mi de golpe en el momento que mis labios hicieron contacto con los de Joaquín, ambos moviéndose al compás, encajando perfectamente al igual que la primera vez.
Cada vez rocé se iba intensificando mas, la necesidad de nuestros cuerpos por tener contacto nos hicieron acercarnos cada vez mas hasta el punto de retroceder topándonos con la pared.

Mis manos recorrieron la figura de Joaquín lentamente hasta llegar a su cintura para acariciarla, despues se introdujeron en su camisa para acariciar su piel directamente, pude sentir que se tensaba y mi miembro finalmente despertaba.
Bajé mis manos con lentitud de nuevo hasta llegar a sus muslos y lo cargué. Sin romper nuestro beso comencé a caminar con rumbo a su habitación; admito que fue difícil debido a las escaleras pero con el mayor esfuerzo del mundo lo logré.

Despues de haber reído un poco sobre mis torpezas mientras subíamos, él volvió a estampar sus labios contra los míos; acariciaba mis rizos con tranquilidad y con su otra mano me sostenía desde la nuca acercándome mas.
Mis manos lo empujaban con delicadeza para que retrocediera, y no fue hasta que sentí que llegábamos a la orilla de la cama que dirigí mis manos al borde de su camisa y la quité por encima para despues recostarlo y colocarme encima suyo.

Volví a besarlo con desesperación mientras aprisionaba sus brazos a nuestros costados, sonreí a mitad del beso cuando el comenzó a moverse en señal de que lo liberará, igual hice caso omiso porque sabía que lo que haría ahora le gustaría.
Mis besos bajaron por todo su abdomen hasta llegar al botón de su pantalón el cual desabroche con velocidad para despues despojarlo de este.
Dirigí mi mirada hacia Joaquín divisando su rostro ligeramente sonrojado, mirándome con atención esperando a que hiciera lo que tuviera que hacer, yo sonreí comprometedor para despues bajar mi cabeza hacia su miembro y comenzar a lamerlo por encima de la tela. Lo escuché soltar un gemido ahogado y yo sonreí de nuevo; comencé a lamerlo desde la base hasta la punta simulando embestidas.

—E-espera, —me llamó cortante intentando regular su respiración, yo levanté mi mirada para verlo —no es justo que yo esté casi desnudo y que tu ni siquiera te has quitado la camisa.

Sonreí divertido y me levanté de la cama sin quitar mi sonrisa, tomé la orilla de mi propia camisa y me la quite por encima de mi cabeza, despues, me desabroche el pantalón y lo bajé sin quitar la mirada del chico frente a mi quien me miraba con atención, y por último bajé mi bóxer quedando completamente desnudo ante sus ojos. Me volví a acercar a Joaquín quedando a la altura que su rostro de nuevo, sonreí de lado y me acerque a su oido.

—¿Así esta mejor? —pregunté con perversión para despues morder el lóbulo de su oreja.

—Mucho mejor. —respondió con una media sonrisa para despues volver a besarme.

Joaquín se intento levantar sin romper nuestro beso e invirtió nuestras posiciones, comenzó a besar y lamer el hueco de mi cuello con lentitud mientras yo cerraba los ojos y mordía mi labio inferior; su mano comenzó a acariciar mi abdomen bajo hasta que sentí como comenzaba a tocar mi miembro estimulándolo, abrí los ojos de golpe y solté un gruñido en su oido.

—Mierda, extrañaba que hicieras eso. —susurre mientras intentaba recuperar el aliento mientras reía levemente.

—Y ni siquiera sabes cuanto me falta por hacer.

El regresó sus labios a los míos mientras mis manos comenzaban a acariciar su espalda de arriba hacia abajo, llegue hasta la orilla de su bóxer y lo baje despojándolo de el.

—Pues, —despegue mis labios de los suyos —yo también quiero jugar contigo.

Cambié nuestras posiciones de nuevo sin que el lo esperará y comencé a besar su cuello y abdomen dejando ligeras marcas, despues, mis labios llegaron hasta el punto de rozar con su erecto miembro y sin dudarlo me relamí los labios y lo introduje en mi boca por completo. Joaquín echo su cabeza para atrás gimiendo mi nombre y se aferro a las sábanas mientras su cadera se elevaba con cada embestida.

—N-no sabes, cuanto extrañaba esto.

En ese instante se corrió por primera vez en mi boca e intento descansar, así que me detuve un momento, y cuando menos lo esperé ya lo tenia encima mío de nuevo, con sudor resbalándose por los lados de su rostro. Su mirada llena de perversión y deseo me hacían querer estar dentro de el de una buena vez, pero tenía curiosidad por saber que era lo que quería hacer.

Sus manos bajaron por mi abdomen hasta mi miembro el cual comenzaron a masturbar con rapidez, mis gemidos comenzaron a escucharse descontroladamente por la habitación y el sudor que comenzaba a bajar por mi frente me hacia querer mas.

—Ahh ¡m-mas!~ —formule en apenas un hilo de voz.

El aumentó su velocidad considerablemente hasta el punto en el que no aguante mas y me corrí.
En un segundo intento de recuperarse para continuar se descuido y lo tomé por los hombros para dejarlo de cara contra el colchón bajo nuestro. Aprisione ambos brazos encima de nuestras cabezas y posicione mi miembro justo en su entrada.

—Hoy te haré el amor como nadie jamás lo hará, te dejare en claro a quien le perteneces en cuerpo y alma y me asegurare que nadie jamás te vuelva a lastimar. —susurre en su oido.

Lentamente, cuidando si me detenía, comencé a introducir mi miembro en su interior, sentí como sus manos forcejaban por ser liberadas y como de su boca comenzaban a salir balbuceos y jadeos.
Casi había olvidado lo jodidamente delicioso que se sentía que sus paredes apretaran cálidamente a mi miembro, lo extrañaba a él.

Esperando a que se acostumbrara un poco comenzó a mover sus caderas en señal de que ya podía moverme, y así lo hice.
Mientras besaba la parte de atrás de cuello comencé a dar lentas y profundas embestidas haciendo que él se estremeciera ante el directo contacto.

Así nos mantuvimos un buen rato, disfrutando del momento, haciendo caso omiso a nuestro alrededor y los problemas, como si no nos hubiéramos extrañado tan jodidamente tanto. Nos corrimos casi a la vez, Joaquín en las sábanas y yo dentro de él.

Mis rizos estaban pegados en mi frente gracias a la capa de sudor, mi respiración estaba irregular al igual que la de Joaquín a mi lado. Voltee esperando que estuviera despierto y así era, estaba viendo el techo directamente con una capa de sudor adornando su cuerpo, y la ligera sonrisa que alcancé a apreciar me hizo sonreír a mi también.

—Oye, —le llamé y me miró —te amo Joaquín. —aquello salió de lo mas normal de mis labios.

El pareció sorprenderse ante mi confesión y simplemente se acerco a mi para poder acurrucarse en mi pecho mientras me abrazaba por la cintura.

Me sentía satisfecho, por fin había confesado lo que hace mucho tiempo me había estado guardando, nunca me imaginé que en un momento como este le confesaría al pequeño chico frente a mi lo que sentía por el.

Cerré mis ojos orgulloso y cansado aún sin quitar la estúpida sonrisa enamorada de mi rostro.

Yo también te amo. —escuché apenas.

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora