17.

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EMILIO

La música resonaba en el lugar haciéndome seguir bailando a su compás, ya estaba algo pasado de tragos pero eso era lo que menos me importaba. La lluvia que aún permanecía afuera ya no podía escucharla, solamente estaba yo, divirtiéndome como ya desde hace mucho tiempo no lo hacía.

Diversas chicas se acercaban a mi con el propósito de que las acompañará a bailar, a veces si accedía, pero cuando sabia que se querían propasar simplemente me iba. Mis sentimientos estaban todos confusos, ya ni siquiera era consiente de lo que decía ni de las consecuencias de mis acciones, lastime a la persona que mas me importaba por culpa de mi maldito egoísmo.

Despues de haberme largado de la casa de Joaquín decidí venir aquí para disque intentar aclarar mis pensamientos y saber como poder arreglar las cosas con él sin que pensará que yo lo dije en serio; cada vez se me complicaba mas enmendar mis errores, cada vez se me hacía mas difícil que Joaquín regresará a mi, lo estaba perdiendo poco a poco, y quería que me afectara, de verdad, pero las cosas no eran tan fáciles para mi cabeza.

El lugar estaba repleto y era una locura, pero Joaquín simplemente no abandonaba mi cabeza, a pesar de que le diera mil vueltas al asunto la cantidad de las soluciones era casi nula, ¿de qué me serviría entonces?

Las horas siguieron pasando y de tanto alcohol en mi sistema no tenia idea de nada, me dolían las piernas de tanto bailar y moverme, mi garganta seca y ardiendo y la cabeza dándome vueltas. Vaya mierda de noche.

Me dirigí al baño con tal de relajarme y refrescarme un poco, cuando me miré en el espejo pude notar que de verdad estaba mal, mi nariz estaba algo roja al igual que mis mejillas, mi cuerpo estaba emanando mucho calor.

—Hola. —escuché una voz a mis espaldas.

Voltee y vi que se trataba de un chico, era algo bajo, sus ligeros rizos se asomaban por su frente y orejas, sus ojos eran color cafés y traía puesto unos pantalones algo ajustados y una chaqueta sobre sus hombros, se veía realmente bien a decir verdad.

—¿Hola? —saludé confundido —¿te conozco?

—Oh no, no me conoces aunque yo a ti si, te he visto varias ocasiones. —me sonrió —Emilio, ¿verdad? —asentí —Soy Javier, gusto en conocerte.

—Lo mismo digo, creo. —susurre mientras me sostenía la cabeza, estaba comenzando a palpitarme horrible, incluso podría jurar que arrastraba las palabras. 

—¿Estas bien? ¿Bebiste de mas no es cierto?

NARRADOR

Emilio estaba sonriendo como un bobo mientras miraba a Javier, había algo en él que inconscientemente le recordaba tanto a Joaquín.

—Te pareces tanto a el. —dijo sin pensar mientras se acercaba a el mas chico a acariciar su mejilla.

El castaño se quedo inmóvil ante la acción de Emilio, sabía que era guapo, mucho a su parecer, pero estando bajo aquellos efectos del alcohol, no volvía la situación mas cómoda.

Cuando sintió la mano del mayor acariciar su mejilla una corriente eléctrica le recorrió la espalda, lo que provoco que colocara su mano sobre la del mayor mientras cerraba los ojos lentamente en espera de aquel beso, que para la suerte del rizado, nunca llego.
Confundido, abrió sus ojos observándolo de nuevo, aún con su frente junto a la suya y con los ojos fuertemente cerrados mientras murmuraba palabras sin sentido.

—¿Emilio? —mustio el menor en un intento de que le prestara atención.

—Estoy bien, solo... ¿puedes sacarme de aquí? No me siento bien. —respondió en un casi inaudible susurro.

Sin mas remedio, el mas chico tomo el brazo de Emilio y lo coloco sobre sus hombros para que se apoyara en él y así ayudarlo a mantenerse de pie, despues salió del baño de regreso al escándalo. Pasaba entre toda la masa de gente con dificultad pero afortunadamente pudo salir.
El frio aire que brindaba la noche era acompañado con leves gotas de lluvia, los relámpagos podían apreciarse a lo lejos, llovería mas fuerte de nuevo.

Caminando con un esfuerzo mayor, Javier logró llevar a Emilio a su auto, al momento de entrar este se recargo en la ventana mientras cerraba sus ojos y se quedaba medio dormido.

Javier encendió el auto y se puso en marcha. Al no querer molestar al rizado decidió que era mejor llevarlo a su departamento, y ya en la mañana cuando estuviera mejor podría irse con mas comodidad.

Llegaron a su destino, por suerte no tenían que caminar tanto, él departamento de Javier estaba entre los primeros pisos.

Al abrir la puerta el castaño intentó llevar a Emilio a su habitación para que descansara las horas necesarias, pero al parecer el tenía otros planes.
Antes de abrir aquella puerta por completo sintió al mayor enderezarse y acorralarlo contra la misma, Javier abrió los ojos sorprendido observando aquella mirada profunda y cazadora que Emilio poseía, sus ojos completamente oscuros y sus pupilas dilatadas le hacían creer que ya sabía que era lo que quería.

—Emilio, espera... —susurro el menor colocando sus manos en el pecho del rizado para alejarlo, porque si el continuaba sabia que no podría resistirse y terminarían haciendo quien sabe que cosa.

—Javier mmm, me gusta tu nombre; —la ronca voz del mayor le hicieron estremecerse —quiero hacer esto, necesito hacerlo.

—¿P-por qué?

—Porque... —hizo una pausa —necesito olvidarme de todo por un rato, necesito sacármelo a él de la cabeza, no puedo tenerlo y eso me frustra tanto, pero tu... —acaricio su mejilla —tienes algo que me hace recordarlo tanto, pareciera como si el destino me odiara y me dijera que lo necesito, pero él no quiere saber nada de mi. Lo dañé y ya no puedo hacer nada para remediarlo.

—Estoy dispuesto a ayudarte, solamente no se que es lo que quieres... —trago saliva pesadamente, el cuerpo de Emilio le emanaba tanto calor, así que podía sentir al sudor resbalar por su frente.

—Esto es lo que quiero.

Los labios de Emilio se posaron sobre los de Javier haciéndolo abrir los ojos de par en par, sus labios mordían y lamian provocándole un mar de nuevas sensaciones, pero no se quedó atrás. Desde que había visto al rizado por primera vez una atracción fue desarrollada, pero hasta hace algunas horas eso seguía como algo platónico, y ahora que sabía que Emilio quería otra cosa estaba dispuesto a complacerlo, a pesar de que no se molestara en pedir algo mas que solo su nombre.

Javier poso sus manos en la nuca del mayor profundizando el beso, Emilio había pasado las suyas a la pequeña cintura del castaño acariciando por debajo de su camisa aquella zona, sintiendo a su imaginación volar, regresándolo a todas esas noches vividas con Joaquín.

"Esto esta mal" aquello paso por su cabeza un par de veces, pero haberle hecho caso omiso lo hizo cometer quizás otro de los peores errores de su vida.

[ *** ]

*c va lentamente antes de que le avienten una silla*

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora