26.

7.9K 573 201
                                    

El tiempo pasa mas rápido de lo que imaginamos, es sorprendente que tantas cosas pasen en tan solo días, imagínense en seis años, seis largos y tortuosos años.

EMILIO

Todo el día había transcurrido de la misma manera que la semana anterior, la lluvia no disminuía, tuve que soportarla por horas sin ganas de salir ni ver a nadie.

Despues de haber sacado mi nuevo disco hace un par de meses, mi trabajo había sido reconocido hasta nivel mundial, aunque afortunadamente ahora en estos momentos tengo tiempo para mi, para disfrutar de tranquilidad antes de que mi gira comience; eso me emocionaba, no podía negarlo, este era mi sueño desde que era tan solo un niño, convertirme en un cantante reconocido, haciendo lo que me encanta. Aunque ahora presentía que todo esto no bastaba para hacerme feliz, no del todo.

La lluvia siempre me había traído tantos recuerdos, tristes en su mayoría, me estresaba demasiado porque cuando pensaba en algo lo tenia en la cabeza durante horas, por no decir días.
Apreté la hoja arrugada de papel en mi pecho y dos gruesas lágrimas salieron de mis ojos; las quité con brusquedad y me levanté del asiento junto a la ventana revolviéndome el cabello con frustración. Era horrible la manera en la que me sentía con tan solo ver ese pedazo arrugado de papel.

La melancolía me había llegado sin poder controlarla, es cierto que me había puesto aún mas sentimental desde aquel día y que todo me daba una razón para querer llorar o deprimirme durante horas.

Finalmente me dirigí al baño para tomar una ducha y despejar mi mente un poco, pero antes de siquiera poder entrar escuché a mi celular vibrar sobre el buró, me acerque a este y cuando vi de quien se trataba en la pantalla una casi imperceptible sonrisa se asomó por mis labios.

—¿Hola? —aclaré mi garganta.

Hola, Emi, —escuche su enérgica voz al otro lado de la línea —¿Qué tal estas?

—Pues, —me acerque a la ventana de nuevo para apreciar la lluvia que aún cesaba afuera —digamos que no muy bien, tengo una migraña horrible desde hace un par de horas. —mentí.

Oh, puedo ir a verte si quieres, sabes que si se trata de ti lo que sea. —podría jurar que había una sonrisa dibujada en su rostro —Tu dime.

—Yo puedo ir a verte, me es mas fácil, sirve que podré despejarme un poco de camino. Solamente déjame tomar un baño.

Perfecto, conduce con cuidado y no olvides que te quiero.

—Yo también. —bajé la mirada y sonreí de nuevo.

Colgué la llamada y de la misma manera que mostré aquella sonrisa se esfumó.
Con ambas manos me tallé el rostro estresado; recargue mi frente en la fría ventana y cerré los ojos mientras suspiraba.
No quería llorar mas, había sido suficiente despues de todos estos días, estaba cansado de eso, de sentirme tan miserable por dentro. Tan culpable.

Separé un poco mi cabeza para lograr divisar mi reflejo, unas inmensas ojeras bajo mis ojos y una palidez a la que no estaba acostumbrado, no había dedicado el tiempo suficiente para cuidarme, en verdad no me importaba demasiado.

El efecto que alguna vez Joaquín Bondoni tuvo sobre mi me hizo querer cambiar, ser mejor persona para lograr ser el hombre indicado; pero ahora que se ha ido, todo ha sido diferente, tan jodidamente diferente.

Hoy se cumplen seis años desde que se fue, seis años de haber encontrado esa nota que me destrozó el corazón.
No comprendo como es que he seguido adelante soportando ese hueco en mi corazón, o esa sensación de no saber cuanto pueda mas sin descarrilarme.

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora