03.

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EMILIO

Nuestros besos poseían todo a su paso, los labios de Joaquín se habían convertido en mi adicción en tan poco tiempo y simplemente me encantaba.

Caminé con rumbo a la cama sin romper nuestro beso, él acariciaba mi espalda mientras y yo lo sostenía firmemente de los muslos; podía sentir su miembro erecto a través de su pantalón en mi abdomen bajo.

Lo deposité en la cama con delicadeza y me subí sobre él, comencé a simular embestidas a la altura de su miembro, rozando y llegando hasta el punto en que la toalla que estaba en mi cintura se soltará y cayera al suelo.
Él se separo un poco de mi y comenzó a analizarme, pasaba sus ojos por todo mi cuerpo, y detuvo su mirada en mi miembro, sonreí pervertido.

—¿Qué tanto me ves? —le pregunté —No es algo que no hayas visto o sentido antes.

El pequeño se sonrojo frente a mi, se veía tan lindo con sus mejillas coloradas. Yo reí y lo volví a besar.

Nunca creí que me llegara a gustar tener sexo con uno de mis amigos, porque eso es lo que hemos sido siempre, amigos y al parecer esto se esta volviendo una peligrosa adicción para mi, él se esta volviendo algo necesario para mi, y eso que solamente habíamos estado juntos un par de veces, y en la misma noche. Un récord.

Mis manos recorrían su cuerpo de manera suave y lenta, podía sentir como Joaquín se estremecía ante el contacto, y eso me incitaba mas a seguir.

Una de mis manos bajo desde su pecho hasta el botón de su pantalón, pero en lugar de desabrocharlo introduje mi mano en el y comencé a tocar su miembro por encima de la tela del bóxer, el ahogo un gemido y yo sonreí.

—¿Te gusta que te toque así verdad? —le susurre pervertido mientras daba un apretón, él me tomó de la espalda con mas fuerza enterrando un poco sus uñas.

Gimió bajo en mi oído como respuesta.

—Solo yo puedo hacerte perder el control de esta manera, ¿lo entiendes? —susurré de nuevo, él no me respondió, simplemente siguió soltando gemidos sin parar, estaba tan cegado por el placer que solo cerraba los ojos y echaba su cabeza hacia atrás, sus manos aferrándose a las sábanas con fuerza. Este chico definitivamente quería volverme loco.

Saqué mi mano de su pantalón y ahora si lo desabroche, me enderecé un poco para quitárselo por completo y finalmente aventarlo hacia una esquina de la habitación. Me jaló aún mas hacia él para que nunca despegara mis labios de los suyos. Aún sentía a mi dolorosa erección chocar constantemente con suya haciéndome jadear.

Quería que le quedara claro que solamente yo podía hacer que perdiera el control de esa manera, quería tenerlo entre mis brazos y no soltarlo nunca. 

—Al parecer tu amiguito quiere unirse a la fiesta. —masculle mientras mordía su labio inferior con fuerza.

—Te quiero dentro de mi ya. —se acerco a mi oído para que pudiera escucharlo. Se le estaba haciendo difícil articular las palabras, podía notarlo por la manera en que esforzaba su garganta.

Yo me limite a sonreír como si hubiera ganado la maldita lotería me encantaba, él me encantaba.

Por segunda vez me enderecé y de una bajé la última prenda que lo cubría, él abrió sus piernas para mi y me mentí entre ellas. Podía sentir su necesitada erección en mi estomago bajo, la mía  frotando con su entrada.
Su mano bajo lentamente hasta mi pene para poder frotarlo con el suyo, yo solté un ronco gemido ante el tan esperado contacto, esto se sentía de verdad increíble.

¿Anoche? [Emiliaco] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora