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Tenian agarrada de los brazos a la joven sin nombre ni familia. Ambos guardias sentian pena por ella, pero no podian hacer nada. Salieron del bosque para ir directamente a las mazmorras de la manada donde se encuentran todos los delincuentes de la misma... quince personas se encuentran encerradas en ese lugar, esperando su sentencia.

La mirada de Teresa y sus hijos se instalo en ella, quienes le estaban mirándo con superioridad... menos la mujer, quien tiene una profunda tristeza ante tal trato. El Alfa apareció a los pocos segundos y los soldados le miraron esperando una orden de que hacer con ella.

-Llevenla a la plaza central.- ambos asintieron.- Atenla bien, no queremos que escape... le enseñaremos modales.

-Mi amor... no lo hagas.- imploro su mujer.- Todos en nuestra primera transformacion sufrimos el dominio de nuestro lobo... ten piedad de ella.

El Alfa solo frunció el ceño, y luego se rió.

-Estas loca mujer? Me da igual si es su primera transformación... ya la viste, ¡Es un fenómeno! Su lobo es incluso mas extraño que ella. Y ella debe obedecer, no por algo debe estar en silencio bajo orden.- le aclaro.- Ademas, tengo planes para ella.

-Al menos piensalo.- insistió.

-Lo haré porque eres mi esposa, mi mate y la luna de esta manada... porque te amo y siempre he tratado de hacer lo que te haga feliz.- su voz sonó con autoridad.- Pero debe saber su lugar... vengan chicos, como futuros lideres deben aprender su mandato...

Los tres chicos se miraron entre si y decidieron seguir a su padre.

Los habitantes de la manada, veían el pequeño "desfile" que llevaban a cabo los soldados que apresaban a la joven peliblanca. Todos miraban y susurraban aterrorizados ya que nunca antes se había visto una persona con su color de cabello en la manada... he incluso rumores sobre un bendecido dentro de la manada. El Alfa iba detrás de ellos junto a sus hijos -quienes rara vez se les veía-, andando con una superioridad digna de hijos de alfas.

Los soldados ataron a la joven de las cadenas de plata que colgaban de la cima de la gran estaca de madera robusta, la cual fue el centro de mucha torturas publicas y demás. Ambos soldados usaban guantes para evitar cualquier contacto con la plata, y al encadenar a la joven se alejaron rápidamente.

Los habitantes quedaron asustados al ver que la plata no hacia ningún efecto sobre ella. La joven solo se mantenía en silencio y sumida en sus nulos pensamientos.

-Pense que serias una guerrera.- dijo su loba.- Tal vez solo necesites un incentivo... ¿nuestro mate tal vez?.

-Todos quieren a los bendecidos para dañar a otros... nuestro mate nos tratara igual.- aclaro de manera tan fría que incluso asusto a su loba.- Dime, te gustaría ser utilizada por tu mate?

-No, no me gustaría.- dijo cabizbaja.

-Eso pensé.- finalizo.

El soldado de paso al alfa el látigo con el que realizaba las torturas publicas. Un mango de madera que era la base la larga y fina cuerda de cuero macizo con trozos de plata pura en algunos sectores para aumentar el sufrimiento. Todos los habitantes de la manada callaron ante la acción de su alfa, quien dio el primer latigazo en la espalda reseca y completamente cicatrizada de la joven... rompiendo la fina tela del vestido que llevaba, y este no tardo en teñirse del rojo de su sangre. Uno tras otro, rompieron a espalda de la joven bendecida hasta hacer añicos la espalda de la misma. Sus gritos nunca se hicieron escuchar, sus lagrimas caían solas por sus mejillas y sus ojos estaban mas vacíos que antes y el rojo resaltaba de su blanca -por no decir fantasmal- piel.

Silencio (pausada/cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora