Capitulo 35

27 2 0
                                    

Ella se fue. No la detuve ni mucho menos me quede esperándola o para ir detrás de ella. Solo vi como se fue, pronto volvería, Ashton si la siguió, temía que Paolo le fuera hacer algo estando ella débil y no poder defenderse.

Zaid se había sentado en el suelo, apoyando su cabeza en la pared. Yo seguía dando vueltas, metiéndome en uno, dos hasta tres pasillos en diferentes direcciones para buscar la salida, pero no encontré nada. Solo puertas con habitaciones vacías, no volví a encontrar la habitación en donde estaba, era como si todo se hubiera corrido de lugar. Estaba desorientada, no comer en dos o tres días tal vez me ponía mal, ya no sabía hace cuanto estaba aquí, pero el hambre comenzó a pasar cuenta, me sentía débil, caminar de me dificultaba y hablar, a penas podía, jamás necesité tanta agua como en estos momentos. En este lugar tenía dos opciones.

1.) Seguir buscando una inexistente salida, y morir.

Ó

2.) Tragarme mi orgullo y enfrentar a Paolo, pidiéndole ayuda.

Ninguna de las dos opciones me gustaba, me hacía sentir muy molesta, odio pedir ayuda, yo puedo hacer las cosas sola.

—Paris, —murmura Zaid, lo miro,—vamos, por favor. —pide, verlo así de débil me hace sentir más fuerte, me hace verlo de cuando era niño y se ganaba en las escaleras escuchando las discusiones de Taylor y Leonard, acostumbrándose a peleas innecesarias, que tiempo seguido, se nos  hicieron normal, y él comenzó a discutir con Taylor, luego comenzó a querer un rival más alto, con más capacidad mental, según Zaid. Y ahí comenzaron las discusiones entre Leonard y Zaid, a penas a los seis años, buscando problemas con quien se cruzara.

Estiro mi mano hacia él y la toma al tiempo que se levanta, comenzamos a caminar por donde él me indica, no quise hablarle sobre cuánto nos mentía, confío mucho en Zaid y tal vez Marie se equivoque con que Zaid nos esté traicionando, tal vez yo estuve muy alterada y pensé cosas que realmente no son.

Llegamos al final de un pasillo, reconociendo la puerta de Paolo, tomo aire sosteniéndolo en mis pulmones. Me quedo mirando fijamente la puerta, cada vez que cruzo una puerta algo malo pasa y no quiero seguir sufriendo aquí adentro, Marie tenía razón, es mejor pedir ayuda que quedarse sin hacer nada independientemente que tan orgullosa seas, desde pequeña me enseñaron que pedir ayuda es para idiotas, según Leonard, él nos crió de la peor manera, con los peores hábitos dentro de casa, Hilly y otras niñeras hicieron todo lo posible para evitar que creciéramos con malos hábitos pero una vez que los mantienes como si fuera algo normal, es difícil cambiar.

Abro la puerta sin golpear, al tiempo que Zaid cae al suelo aún así sin llamar la atención de Paolo, miro a un costado y está Marie durmiendo, hasta ahora no me había dado cuenta que Ashton me miraba con una expresión tranquila.

—Cierra la puerta. —escuche una voz muy familiar, miro hacia la voz, viendo a Mark.

—¿Es que tu andas en todos lados? —me quejo soltando un suspiro pesado, él solo se encoge de hombros.

—Deberas acostumbrarte.

La sangre me hierve de rabia al escuchar su voz, no lo soporto, parece que dejarlo en la miseria no fue suficiente. Quiere más y le daré más. Ignorando su comentario decidí mirar a Paolo, quien yace tranquilo tecleando algo en su PC de última tecnología, era de esperarse, con todo el dinero que gana haciendo tratas de blanca, siendo traficante de órganos y narcotraficante. Hay que destacar lo mucho que lava el dinero junto a algunos políticos italianos y americanos. Ellos eran expertos.

Carraspeo la garganta llamando su atención. Él solo eleva su mirada alzando ambas cejas esperando a que hable, pero ya olvide a lo que venía, quisiera culpar a alguien por hacerme tan despistada algunas veces, por lo que lamo mis labios y escucho a alguien toser, me volteo un poco viendo a Marie aún dormida, Zaid a su lado durmiendo con la boca abierta, Ashton ya duerme, por lo que puedo hablar tranquila.

—Necesito tu ayuda, de verdad quiero salir de acá, estuve buscando la salida pero nada, Paolo, esto no es divertido.

—¿Alguna vez lo fue? —interviene Mark, aprieto los puños a mis costados y le doy una mirada cargada de odio.

—Cierra la puta boca, si vuelves a hablar te partiré el cráneo. —la risa de Paolo resuena por la habitación.

—Dudo que lo hagas, se que mandarás a alguien a hacerlo igual que la primera vez.

Me acerco rápido hacia él pero antes de poder tocarlo Paolo se levanta afirmándome de un brazo haciéndome girar, pegando mi espalda a su pecho, apretándome suavemente contra él.

—¡Suéltame que le parto el cráneo ahora! —grito y siento la gran mano de Paolo sobre mi boca, haciéndome girar hacia mis hermanos que aunque haya gritado siguen durmiendo.

—Shh... harás que los niños se despierten —susurra en mi oído, me muevo inquieta intentando que me suelte pero aprieta más su agarre.—Todo lo que harás será por ellos, ¿entendiste? —asiento, porque es por la única razón que le pediría ayuda.—Los Lawerrels harán una supuesta fiesta de caridad, debes saber que significará, un lavado de dinero, venderán joyas y traficarán todo tipo de droga, claramente todos irán a ver la exposición de joyas, habrá oro, diamante, rubí, lo típico, quiero que te metas a esa fiesta y me traigas todo lo recaudado, no me está yendo tan bien como sabrás. —toma una pausa y luego continúa—: un porcentaje será tuyo, si caes tú, caen tus hermanos, caen tus padres y finalmente yo. Y créeme Paris Leblanc, no querrás estar en mi lista negra a quien ejecutar.

Al escuchar eso de la lista negra una risa fuerte y potente sale de mis labios, la gracia en sus palabras superan a cualquier humorista. Él me gira rápido mirándome serio, y ahí entendí, con esa mirada que la cosa era seria.

—No se que te hace gracia.

—Aparte de tu cara, todo lo que dices, ¿crees que robare para ti?, ni siquiera maté por Peter cuando me lo pidió y haré eso por ti, no sé quién te crees Paolo, pero no lo haré. Me niego. —me cruzo de brazos, la conversación comenzaba a ponerse más seria. Él suspira pasando las manos por su cabello.

—Paris Corinna Leblanc Morelli, naciste un 3 de marzo, de 1998, bailaste  ballet desde que comenzaste a caminar, tus padres no te criaron cuando bebé, fui yo, cuando comenzaste a tomar consciencia de lo que sucedía a tu alrededor Hilly, la sirvienta que contrate especialmente para ti, ella comenzó a hacerse cargo.

Lo miro fijamente y una sonrisa divertida aparece en mis labios, aunque no me cause gracia nada de lo que diga, quiero que crea que si, pienso en irritarlo para me deje ir.

—Es fácil saber eso de mi, se lo dije a la prensa, la entrevista estuvo en todas las televisiones de Italia. Además, ¿tu criarme?, por favor, no seas tonto. —rio suavemente, Paolo suelta un suspiro pesado pasando una mano por su rostro.

—Yo te escogí, yo te saqué del basural donde vivías, eras una bebé muy linda. —dice, todo lo que dice comienza a tomar un poco de sentido, recuerdo la vez que soñé con esos ojos celestes, esa piel blanca, que me causaba miedo, tal vez no era un sueño, pudo haber sido verdad, ¿y si tiene razón?

—Paolo, sigo siendo linda, además —sonrío ampliamente—, en todo el internet hay fotos mías de bebé, deja de mentir, no es necesario que digas todas esas estupideces para que vaya a robar dinero, te recuerdo que no soy una ladrona. —ruedo los ojos sin quitar mi sonrisa, dándome la vuelta para ir a sentarme en su lugar detrás del escritorio.

—Sufres crisis de pánico desde que Leonard te encerró en una habitación oscura, sentías que ibas a morirte. —dice rápido y siento mi corazón detenerse, frunzo el ceño mientras miro fijamente un punto en la mesa. Miro a Mark, él retrocede unos pasos, me levanto haciendo una mueca con mis labios y me acerco a paso rápido tomándolo del cuello apegándolo a la pared, apretando cada vez más mi mano contra su cuello.

—¿Quien mierda te crees para contarle mis cosas a esta mierda de persona? —murmuro cerca de su cara, él niega varias veces notándose confundido, pero esa puta expresión la voy a convertir en un arte rojo, levanto mi puño para estrellarlo contra su cara, Mark parecía atónito con lo que le había dicho, no decía nada, sus manos estaban levantadas a la altura de su pecho.

Siento unas manos en mi cintura jalándome hacia atrás con fuerza, alzo mi pierna golpeando el rostro de Mark en un rápido movimiento.

—¡Suéltame! —le grito a Paolo mientras pataleo, pero lo único que siento es un pinchazo en el brazo.

**
Instagram: bwattpx_

Familia Leblanc [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora