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—Hablemos Deimos.

Esas palabras fueron suficientes para hacer que se levantara, sus ojos flamaban odio puro, le miró de pies a cabeza, las gotas de lluvia impactaban en su armadura plateada, sus ojos oscuros le observaban con curiosidad, Deimos sentía subir la adrenalina en su cuerpo, sus alas se extendieron y ladeo la cabeza con una sonrisa sarcástica.

—Zeus ¿Por fin has decidido salir de tu escondite de oro y pelear? —reto con la mirada al dios de dioses.

—Ambos sabemos que lo que estas a punto de hacer por ellos es un error, estas en el bando equivocado—dijo con dureza, con voz imponente, tratando de doblegarlo, pero Deimos ahora no tenía respeto por nadie.

—Los antiguos dioses tienen que irse, dejarle el camino libre a los más poderosos ¿Por qué te cuesta creerlo? Acepta tu destino.

Zeus bufó con una media sonrisa. —¿Crees que Eris dice la verdad? No dudara en traicionarte en la menor oportunidad, ambos sabemos que dentro sigues siendo aquel muchacho noble ¿Me equivoco Jungkook? ¿No era a tu amado a quien llamabas hace unos momentos? Sabes bien que, si sigues haciendo esto, sólo los pondrás en peligro, ellos quieren a Eclipse y para tenerlo le harán daño a Taehyung.

Deimos estalló en carcajadas, observó al dios supremo con burla. —No me vas a convencer, aquí quien va a caer eres tú y todo el que te siga, porque no eres el legítimo. ¿Creíste que no lo sabríamos? Le has mentido a todos en la cara, si lo supieran ¿Crees que seguirían detrás de ti, como títeres?

Zeus entrecerró los ojos, en el cielo una tormenta de relámpagos, que encendió el cielo, se acercó creyendo que Deimos daría paso hacia atrás, pero se equivocó, este mantuvo su postura firme, con las alas empapadas pero desplegadas, mostrando su magnificencia.

—Verás caer a Taehyung, lo destruiré delante de ti y no podrás hacer nada al respecto, a menos que te rindas, que me digas lo que está planeando realmente Eris y su círculo, piénsalo, tienes tres días.

No espero respuesta del hijo de la guerra, un rayo cayó encima de Zeus, Deimos tuvo que cubrir sus ojos debido a la luz que este desprendía, cuando pudo mirar nuevamente se dio cuenta que este ya no estaba ahí. A lo lejos escuchó unos tacones que se acercaban, desvió la mirada a la derecha.

—¿Escuchaste eso? —preguntó con una sonrisa ladina—. Lo tenemos.

Pandora se acercó lentamente, el agua no la tocaba, era como si tuviese un campo alrededor que la protegía, no se detuvo hasta que no llegó a estar muy cerca de Deimos, puso ambas manos en el pecho desnudo y mojado de este y le miró con profundidad.

—Tengo un plan —susurro en su oído—. Hay que proteger el poder ¿No es así?

Deimos entrecerró los ojos al no comprender lo que ella estaba tratando de decir. —¿A qué te refieres con eso?

-—Probemos con la debilidad de un alma solitaria-sonrió ladina—. ¿Qué tanto extrañas a tu amado?

Se tensó. —No hables de él.

—Es tu debilidad ¿Qué pretendes hacer con eso?

Deimos bufó. —Te escucho, pero no aquí.

La tomó de la cintura pegándola a su cuerpo y emprendió el vuelo, dejando aquella azotea en completa soledad.

















SeokJin estaba vacío, sentía como poco a poco los recuerdos de su vida pasada estaban siendo borrados, aunque estuviera perdiendo parte importante de su ser aún estaba en espera de que algo pasara, tenía esa sensación en su cuerpo que le gritaba que algo estaba a punto de suceder, pero ¿Qué?

—El esplendor del inframundo ¿Es eso lo que observas?

Negó. —No me gusta la oscuridad, crecí en los páramos de Afrodita, cerca del mar, donde las perlas adornaban la arena y las flores los jardines, estoy acostumbrado a otro tipo de belleza.

Radamantis asintió colocándose a su lado. —Pero la oscuridad tiene su belleza, una singular, hay cosas que sólo podemos ver sin luz de por medio.

—¿Cómo qué?

—Las luciérnagas, brillan en la oscuridad, siempre hay una luz, por pequeña que sea.

—No quiero estar aquí, no es justo, yo no debí morir—confesó con un nudo en la garganta—. Ninguno de nosotros debió sufrir esto, ni la guerra, ni la enfermedad o el olvido, nos han tomado como peones, jugamos en una guerra que no es nuestra, no debía morir por los pecados ajenos.

El hombre a su lado suspiro asintiendo, sus ojos pararon al paisaje, la oscuridad del inframundo, el cielo rojo y los lamentos que eran como psicofonías que arrullaban a los caídos. El hijo de Afrodita desbordaba belleza, pero al mismo tiempo, tenía dentro un poder especial, uno que no había visto en eternidades, quería ayudarlo, pero sólo debía esperar, porque algo se avecinaba.

—Los dioses se han vuelto egoístas, el poder cambia, a veces de manera destructiva, no se dan cuenta realmente de sus fallas hasta que no son ellos los que se encuentras en el abismo—chasqueo la lengua—. Ustedes no tenían que pelear una guerra que no les pertenecía, pero al hacerlo se hicieron aún más fuertes que los dioses olímpicos.

—¿Fuertes? —rio con burla—. ¿Qué hay de fortaleza en nosotros? Somos títeres del destino.

—Todo tiene un por qué, la línea del destino es gruesa, pero a veces, cambia el rumbo, son fuertes porque han aprendido mediante la crueldad del egoísmo ajeno que pueden ganar, fueron ustedes quienes destruyeron a la muerte, juntos.

—Pero ya no estamos juntos, Hoseok se ha ido y yo estoy muerto—bajo la mirada a sus manos entrelazadas en su regazo.

—La vida es efímera, ningún humano o divinidad sabe en qué momento llegará la muerte o el olvido, los humanos se han olvidado de los dioses, ellos lo saben, por eso guardan un rencor hacía sus creaciones, perdieron el poder de la humanidad. ¿Entiendes lo que quiero decirte?

—No realmente—negó levantando la mirada, lo observó con pena al no ser capaz de seguir con su discurso.

—Sólo aquellos que han podido tener un corazón humano comprenden lo que es ser débil, entienden el dolor, las emociones, las situaciones adversas de la vida, lo que no se controla, esto esta tan presente que es más fácil para ellos poder encontrar una solución, los dioses no, se frustran cuando las cosas no salen como lo han planeado, como ahora, los dioses están frustrados, poco a poco muestran sus debilidades, las cuales no conocen.

—Pero nosotros sí—completó con un susurro—. Los dioses están peleando una guerra a ciegas, por eso nos necesitan, por eso nos usan.

—SeokJin, puede que pienses que estando muerto has perdido el poder, pero...¿Sabes cuál es el miedo de los dioses?

—No—negó—. ¿Cuál?

—Los titanes.





¿Alguna teoría?
Espero pronto hacer un maratón n.n
Gracias por leer.

El Destino Del Olimpo  (Yoonmin/Namjin/KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora