París, 1793
Querido ángel:
Idiota. Idiota. Idiota ¡Y mil veces idiota!
¡Eres un insufrible con falta de sentido de autoconservación! En serio, me vuelves loco ¡Y no de una buena manera! De una manera fea, de la mala, de aquella donde me duele la cabeza de solo pensar en ti y tu falta de sentido común, metiéndote en problemas donde yo tengo que ir a tu rescate, ¡como si tuviera el tiempo para hacerlo!
Maldigo tus imprudentes e insensatas acciones; Muestras un desdeñoso desprecio por tu propia seguridad que me hace pensar si debería empezar a seguirte para evitar que te metas en más problemas.
Eres un ángel, pero eso no te exime de tener defectos (¡Oh sí, ángel! Por supuesto que los tienes) Eres tan terco y tan molesto, un imprudente que, aunque habla sobre no meterse en problemas, eres el primero en estar donde los hay. Ni siquiera yo, siendo un demonio he estado en tantos aprietos como lo has estado tú.
Además, tienes un amor insano por la comida (¿acaso no pecas de gula?) y estás tan enamorado (por no decir obsesionado) de los libros. Aun no entiendo como puede hacerte feliz comer un inmundo postre o perderte en una novela.
Debería odiarte, pero yo...
Ugh, ¿Cómo es posible que, a pesar de todos tus defectos, sigo enamorado de ti?
Eres un insufrible, pero también eres increíble. Siempre haces lo correcto, sin tener en cuenta tu propio bienestar, lo que siempre me sorprende.
Me sigue sorprendiendo tu bondad y buen corazón a pesar de la maldad del mundo que te rodea.
Eres un terco de lo peor, pero eso es, probablemente, una de las mejores cosas de ti. Eres decidido y valiente, cuando decides sobre algo, nadie puede cambiarlo, ni siquiera yo.
Apasionado en todo lo que amas, comida, libros, todo. Adoro como tus ojos brillan cuando comes crepas o cómo embelesas con las mejores obras de Shakespeare.
Tan firme y amable con todos. Y siempre sigues tus creencias, tan virtuoso y considerado, milagrosamente.
Podrías meterte en millones de problemas, pero, aun así, yo iría a tu rescate, como si de un príncipe gallardo se tratara.
Y podría pasar horas aquí, escribiendo sobre lo maravilloso que eres, pero no quiero gastar hojas y tinta escribiendo cuando puedo decírtelas, tengo toda una eternidad para hacerlo.
Si tuviera el valor para hacerlo.
Tú eres un ángel, y más allá de eso, un ser extraordinario; y yo soy un mustio demonio que solo espera que un día le ames como él te ama.
Solo puedo decir...
Me gustas.
Te adoro.
Te amo.
Siempre tuyo,
Crowley

ESTÁS LEYENDO
Memorias de un demonio (O cartas a Aziraphale)
RomanceAnthony J. Crowley ha pasado 6000 años de su existencia en la tierra y por supuesto que, para un demonio como él, no han sido nada aburridos. Él mismo ha plasmado todas sus vivencias y sentires aquí, en forma de cartas dirigidas a su ángel. Pero, ¿Q...