Londres, 1967
Querido ángel:
Me has roto el corazón, ¿Sabes? Una simple frase y todo se desmorono a mi alrededor.
Voy demasiado rápido para ti, ¿eh? ¿Crees que es muy pronto para alguien que te ha amado desde la primera vez que te conoció? No puedo creer tu cinismo. Yo, tu fiel devoto a tus pies y tú, sin tentarte el corazón, en vez de darme esperanzas, las desechas a la basura como si de un desecho se trata.
¡Lo único que quiero es estar contigo!
¡Tú eres el desgraciado! ¡Yo no! ¿Tienes miedo? Porque yo no, te lo dije, estoy dispuesto a enfrentar mil fatalidades y más para estar a tu lado. Lástima que ese no sea tu caso.
¿Y sabes qué? Yo como el estúpido que soy, te esperare hasta que estés listo para amarme. Solo una cosa, ángel, si esperas hasta que estés listo, terminaras esperando el resto de tu vida.
Simplemente quiero que sepas, nada más, que lo dicho ahora son palabras que respiran porque te adueñaste de mis pulmones, tenía que liberar todo a pesar tuyo... y a pesar mío.
Mi único deseo es vivir contigo, alimentarme del aliento de tu boca, del sonido de tu voz y de tu sola presencia, sentir que nuestros corazones laten a un mismo ritmo y con cada amanecer estar a tu lado y observarte mientras duermes, jugar con tu pelo y apoyarme sobre tu pecho y sobre todo sentir que con el simple roce de tu mano en mi espalda puedo llegar a tocar el cielo, con tus apasionadas caricias y tus besos recorriendo mi cuerpo.
Quiero ser de tu universo el cielo y la razón para despertarme y contemplar los primeros rayos del sol de cada amanecer, de cada día en un lugar diferente. Mi amor, cada noche contemplo las estrellas a la espera que una de ellas me haga una señal y me digas donde estas.
Pero supongo que no puede ser así, estamos destinados a romper.
Quiero aceptarlo, quiero comprender lo mismo que tú, aceptar que no podemos estar juntos porque simplemente es imposible, ¡Un ángel y un demonio! ¡Qué idea tan absurda!
Pero no puedo, estoy completamente enamorado de ti.
No puedo evitarlo, tu eres la más cercano al cielo de lo que jamás estaré. Y ellos jamás lo entenderán.
Yo, sinceramente, ya no puedo más, ya no aguanto más, mi alma ya no aguanta y se va a quebrar por siempre. Te amo, pero parece no es imposible, y tú lo pareces aceptarlo, ¿Y qué más puedo hacer yo resignarme? Porque esos son tus deseos, y tus deseos son mis órdenes.
Hay cosas que no puedo cambiar, no importa cuánto quiera, o cuanto llore, no se pueden cambiar. No puedo cambiar el cómo se me aceleró el corazón que le di la primera vez que nos vimos, no puedo regresar las palabras a mi boca, ni puedo olvidar el suceso. Tampoco puedo eliminar la culpa que me consume cuando lo recuerdo.
No puedo cambiar lo que sentí cuando te vi sonreír por primera vez, con melodiosa voz que era capaz de eliminar todo el mal en el mundo. O cada vez que tu mirada se fijaba en la belleza del mundo, era una persona fuerte, que defendía lo que es correcto con su sangre y sudor, pero me demostró que además de fuerte, eres amable, bueno, bondadoso, virtuoso, eres más de lo que yo puedo llegar a ser.
Has estado tanto tiempo conmigo, y tan bien, que a veces se me hace difícil; pero, aun así, ahora no imagino mi vida sin ti. Me he aprendido de memoria cada parte de tu piel en escasos encuentros. Pero llevo toda mi vida odiándote por todo lo que me haces sentir, amarte es más divertido e infinitamente placentero.
Cada palabra, cada gesto y cada sonrisa que tenga hasta siempre, son y serán tuyos.
Ángel, recuerda que te lleve en mi corazón.
Que te llevo en el corazón.
Con amor,
Anthony J. Crowley

ESTÁS LEYENDO
Memorias de un demonio (O cartas a Aziraphale)
RomanceAnthony J. Crowley ha pasado 6000 años de su existencia en la tierra y por supuesto que, para un demonio como él, no han sido nada aburridos. Él mismo ha plasmado todas sus vivencias y sentires aquí, en forma de cartas dirigidas a su ángel. Pero, ¿Q...