Lugar desconocido, fecha desconocida
Querido ángel:
En la cama. En el piso. Contra la pared. En la completa oscuridad. En la total claridad. Fuerte. Tranquilo. Rápido. Muy, muy lento.
Me haces sentir... cosas... ¡Eso es! Cosas que ningún demonio debería sentir. Mis sentimientos hacia ti han crecido más en vez de detenerse, y creo que así será por el resto de mi existencia.
Obscenidades en tu aliento. Mi nombre saliendo de tus labios. Tus manos sobre mi piel. Tu sudor en las sabanas. Un jadeo atrapado en tu garganta. Mi voz susurrada en tu oído.
Me atraes, es verdad, no solo románticamente sino en varias maneras, de muchas maneras diferentes. Pero no, no soy capaz de mancharte, de quitarte esa pureza que te hace especial, la que hizo que me enamorara de ti. No soy tan bastardo.
Tensos músculos. Manos apretadas. Dientes. Lenguas. Dedos suaves. Toques. Apretones.
Este amor que siento hacia ti ya ha rozado el borde de la locura. Me enloqueces. Esos ojos, ¡oh! Esos ojos y miradas capaces de poner a cualquiera de rodillas. Aquella sonrisa, suficiente para conquistar el mundo. ¡Y no me hagas hablar de tu afable y maravilloso carácter! Todo en ti es simplemente divino. Si tu fueras dios te veneraría tanto que estoy seguro que nunca hubiera caído.
Fricción. Golpes húmedos. Peso presionado contra ti. En tu frente. En tu espalda. De tu lado.
Esta carta no es nada más que un oda a la lujuria. Aquella que me haces sentir cada vez que te veo, mezclada entre sentimientos mucho más puros pero inconcebibles para un demonio.
Gemidos ahogados. Gritos de descaro. Tu nombre repetido. Mi nombre, solo una vez.
No debería sentir esto, ni siquiera debería pensar en ti de la manera en que lo hago. Pero aquí estamos, tú, un ángel lleno de bondad y amor, y yo... simplemente un desastre.
Todo lo que quiero es...
Felicidad
Latidos de corazón. Inhalaciones. Enfriamiento de piel. Aliento caliente. Sueño tranquilo. Euforia.
Enviaré esta carta, aunque probablemente mañana ni siquiera recuerde lo que escribí en ella. Pero lo que sí te puedo asegurar es que, aunque no recuerde nada, sé que seguirás haciéndome sentir todo esto, sé que te seguiré amando.
¿Lo seguirás haciendo tú?
Completamente tuyo,
Crowley
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Memorias de un demonio (O cartas a Aziraphale)
RomanceAnthony J. Crowley ha pasado 6000 años de su existencia en la tierra y por supuesto que, para un demonio como él, no han sido nada aburridos. Él mismo ha plasmado todas sus vivencias y sentires aquí, en forma de cartas dirigidas a su ángel. Pero, ¿Q...