Londres, 1862
Querido ángel:
Escribo esta carta después de nuestra pelea, porque necesito explicártelo, aunque sé que, en tu terquedad, no entenderás razones.
Tú jamás entenderás las razones por las que hago gran parte de mis acciones, y honestamente, no espero que las entiendas. Esto es algo que solo le concierne a un demonio.
Estoy maldito.
Los demonios no sabemos amar. O al menos, eso es lo que dicen. Porque estoy seguro que nuestros recuerdos del amor se nos fueron cruelmente arrancados al momento de caer.
Y porque no sabemos amar es por lo que renuncié al amor cuando caí, cuando sentí como el fuego infernal me quemaba vivo hasta convertirme en un caído. Renuncié al amor cuando mi brillo se convirtió en oscuridad y me convertí en el ser rastrero que soy ahora.
Yo no elegí esto, ángel, yo no elegí ser un demonio. Si tuviera la oportunidad, volvería atrás en el tiempo y haría que nada de eso hubiera sucedido. Pero tampoco elegí sentir todo lo que he sentido durante los últimos milenios.
Estoy realmente maldito ahora.
Estoy maldito. Porque nunca podré recibir tu amor, aunque lo irradies. Estoy condenado a verte brillar a centímetros de mí sin poder siquiera sentir tu luz. No puedo creer que alguna vez fui amado, ahora lo dudo.
¿Sigues sin entenderlo? Aziraphale. Ni yo lo entiendo. Pero cuando estoy contigo es cuando realmente estoy bien. Estar contigo sin duda me hace sentir bien. Y me encanta verte sonreír. A veces me pregunto si yo alguna vez brillé de la forma en que tú lo haces, si tuve una bella sonrisa como la tuya... Oh... no te sonrojes ángel... cuando lo haces me haces tener ese sentimiento que no puedo explicar. Ángel. No me sonrías así. Detente. No me des falsas esperanzas. Estoy maldito.
¿Cómo se siente ser amado Aziraphale? Porque lo único que parece que he sentido es anhelar algo que nunca podré poseer. Porque estoy condenado al anhelo eterno. Sé que nunca seré perdonado. No hay redención para los caídos. Sé que nunca volveré a ser amado.
Y ahora, con todo el dolor de mi corazón, vuelvo a renunciar al amor, voy a renunciar a ti.
Créeme cuando te digo que, el no poder verte, estar contigo, hablar contigo o hacerte el amor (lo siento, lo he dicho impetuosamente) me matara poco a poco cada día.
Espero que entiendas el motivo de mi carta, necesitaba liberar todo lo que sentía antes de irme, antes de sumergirme en ese sueño profundo, no podía llegar a vivir con todo esto en mi corazón, necesitaba sacarlo y decírselo a alguien, y quien mejor que tú, mi amor imposible, el dueño de mi corazón y pensamiento, todo tu.
Recuerda siempre esto, te amo más que nadie, si alguna vez logras quererme de otra forma espero que sea de la misma en la que yo lo hago, me harías eternamente dichoso.
Mi amor eterno,
Crowley

ESTÁS LEYENDO
Memorias de un demonio (O cartas a Aziraphale)
RomanceAnthony J. Crowley ha pasado 6000 años de su existencia en la tierra y por supuesto que, para un demonio como él, no han sido nada aburridos. Él mismo ha plasmado todas sus vivencias y sentires aquí, en forma de cartas dirigidas a su ángel. Pero, ¿Q...