🟔 Ataraxia 🟔

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Londres, 1955

Querido Ángel:

Espero que no te moleste que pusiera en palabras cuán maravillosa es la vida cuando estás en el mundo.

Me ha costado mucho escribir muchos de estos versos, pero los he logrado escribir, para ti, que eres lo que me mantiene vivo.

Tú y yo. Tú y yo, solos, solos contra el mundo. Cómo debería ser, como quiero que sea. Tú y yo contra el mundo, nada más. Quédate conmigo, eso es lo que siempre he querido.

Me es imposible no amarte. Eres bueno, eres generoso, bondadoso, lleno de todas las cosas buenas en el mundo. No hay ser más puro que tú y eso es por lo que te amo. Por ser tú mismo.

¿He mencionado cómo podría escuchar tu voz por una eternidad? Es tan suave y melodiosa, tan pacífica y relajante, y cada emoción que pasa por tu cara es palpable en tu voz. Podría escuchar tu voz y saber exactamente cómo te sientes sin verte la cara. Por supuesto, ver tu cara mientras hablas es algo a lo que nunca me rendiría, así que te miré todo el tiempo, dándote el murmullo de acuerdo o asentir con la cabeza cuando era necesario.

¡Y no hablemos de tu mirada! Ni de tus ojos, los tuyos que son los ojos más dulces que he visto nunca.

Déjame, al menos saber, que tengo una oportunidad en el futuro, que serás cruel y me darás esperanzas, y por más que sea imposible de cumplir, me prometerás amor y cariño.

Deberíamos ser amantes, sí, aunque no podemos hacer eso, deberíamos ser amantes.

Aunque sé que eso ni nada nos mantendrá juntos para siempre, podríamos robar un poco más tiempo y amarnos, aunque sea solamente por un día.

Podemos amarnos, por los siglos de los siglos, podemos ser héroes.

Por favor, no esperes a que nuestro mundo se convierta en cenizas.

Sé que te necesito, y sé que te esperaré eternamente.

Porque me he enamorado de ti Aziraphale, sin planearlo, sin preverlo...

Y estoy decidido; a protegerte sin importarme lo que pueda perder en el camino, siempre que tu estés bien habré ganado la batalla.

Sé que las cosas pueden salir mal, sé que toda la ataraxia en la que vivimos es tambaleante a cada paso que damos, así que me centro en captar todos los detalles de la vida, de ti, como si fuera la última vez que los viera, porque puede que lo sea, así que memorizo tu esencia, de modo que se me grabe en la memoria tu risa, el sonido de tu respiración, todo, porque sé que en cualquier momento las cosas quizás cambien, quizás en un día lejano extrañe todos esos detalles.

Y yo no quiero extrañar nada.

Sinceramente tuyo,

Anthony J. Crowley

Pd. ¡Carajos! ¿Yo escribí todo esto? Debí haber estado demasiado borracho, jamás debí haberme tomado todas esas botellas de whisky. No creas que he escrito todo esto en serio (aunque lo es).

Memorias de un demonio (O cartas a Aziraphale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora