Menta

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POV Ami

Caminaba por un bosque mientras recordaba las indicaciones de Oyakata-sama. Imaginaba a esos pobres niños indefensos en este inmenso lugar mientras apresuraba el paso para poder llegar a ellos lo más pronto posible.

Llevaba viajando ya un día y medio en búsqueda de aquellos niños, la orden era clara, ir por ellos y volver inmediatamente a la finca con ambos sanos y salvos.

Unas manchas de sangre sobre unos arboles llamaron mi atención, toqué la sangre con mis dedos y descubrí que no estaba fresca.

Seguí las marcas de aquel color rojo que me guiaba por un pequeño camino estrecho. Con mis manos iba abriendome paso entre algunos arboles que trataban de ocultar lo que encontraría allí.

Finalmente pude encontrar la casa, la sangre me guíaba hasta ella. Desenfundé mi katana y caminé apresuradamente para llegar hasta la puerta, creí que ésta se encontraría cerrada, pero apenas apoye mi mano en ella se abrió lentamente.

Guié mis ojos para ver a dos pequeños niños tirados en el suelo, eran exactamente iguales, como dos gotas de agua. Mi corazón se estremeció al ver como ellos estaban agarrados de las manos. Me acerqué a ellos para verlos mejor, allí note que aquellas marcas de sangre iban a parar en uno de los niños. Tenía una gran herida en su estomago, él había muerto sin tener la oportunidad de ser salvado.

Me acerqué al otro niño, acerqué mi rostro al suyo y logre sentir como respiraba despacio.

Está vivo...

Recorrí la casa en búsqueda de más personas, pero para mi sorpresa no encontré a nadie más. Tomé el cuerpo del niño fallecido y lo enterré en el patio de aquella casa. Volví hacía el menor que aún se encontraba vivo, tomé una pequeña manta que colgaba de un perchero y lo cubrí con esta.
Guarde mi katana y tomé al pequeño para salir de aquel lugar, algo en mi corazón me alertaba de que debía apresurarme.

Salí de la casa observando el entorno, los arboles se movían lentamente con la frescura del verano.
Caminé con el pequeño en brazos, a simple vista pude calcular que tendría unos siete u ocho años, su largo cabello negro con puntas verdes llamaron mi atención.
Le cubrí el rostro para que los rayos del sol no le molestaran.
Su delgado cuerpo de cierta forma me aliviaba la carga, podía caminar con él por extensos tramos sin sentir los brazos cansados.

La noche se estaba haciendo presente y opté por buscar un refugio para nosotros, mañana podría salir temprano con él y volver a la residencia de Oyakata-sama.

Encontré una pequeña cueva que resultó ser perfecta como escondite, acomodé un rincón para dejar al niño recostado, lo observé detenidamente, me pareció extraño que él no tuviese alguna herida, pero eso a la vez me alegraba. Aunque no pude cumplir mi misión de volver con los dos hermanos, daré lo mejor de mi para que este pequeño pueda crecer fuerte.

Sonreí mientras lo miraba.

- Sabía que tu olor me resultaba conocido - una voz masculina se hizo presente tras de mi - ¿Aún quieres jugar a las escondidas? - su voz...me era asquerosamente familiar.

Me giré para enfrentar aquellas palabras, mis ojos se abrieron de par en par y mi corazón se aceleró al ver a aquel demonio frente a mi, aquel que me arrebató lo que más amaba en la vida; mis padres.

Tomé mi katana y me puse de pie inmediatamente, esta vez no huiría ni rogaría por ser salvada, he estado entrenando duro precisamente en búsqueda de este momento.

- ¿No diras nada? - preguntó el demonio con su voz arrogante - finalmente yo gané el juego...¡Te encontré! - se abalanzó sobre mi tratando de cortarme con sus largas y negras uñas.

Facilmente pude esquivar su ataque, él ni siquiera logró cortar aunque sea uno de mis cabellos.

- Veo que te llevas mi pequeña presa - dijo mirando al pequeño que descansaba oculto detras de mi - ...el otro se escapó y no pude comerlo... - sus palabras hicieron que mi sangre ardiera, es el culpable de que el pequeño haya quedado solo en este mundo.

- Respiración de la nieve. Primera postura: Ventisca - moví mi katana a tal velocidad para darle distintos cortes en todo el cuerpo al demonio.

- ¿Q-qué? - me miraba sorprendido mientras sus ojos veían como su cuerpo iba desmoronandose.

- He estado esperando este momento...gracias por encontrarme - dije y le di una patada a su cabeza para terminar de separarla de su cuerpo.

- ¡Maldita Mocosa! ¡Disfrute! ¡Disfrute cada rincón de tus padres! ¡Hubieras visto la cara de esa mujer cuando me comía frente a ella el corazón de tu padre! - gritaba enojado el demonio mientras su cuerpo iba desapareciendo.

Lo miré de reojo con cara de asco, no quise demostrar emoción alguna frente a sus palabras, pero en mi corazón la tristeza me invadía.

Cuando ya no quedó nada de ese demonio, me dejé caer al suelo llorando despacio. Finalmente lo había logrado, cumplí mi principal objetivo...los vengué.

Una pequeña manito se acercó a mi rostro, estaba tan sumergida en mis pensamientos que no había notado la presencia del niño frente a mi. Llevaba la manta con la que lo había cubrido, me miró con unos grandes ojos color verde como la menta.

Esperé que él dijera algo, pero no salía palabra alguna de su boca. Lo mire sonriendo agradeciendo su acto de preocupación.

Llevé mi mano a su frente y pude notar que tenía algo de fiebre. Tomé su manito para llevarlo hasta el rincón donde dormía, el niño comprendiendo lo que debía hacer, se recostó en la dura tierra esperando que yo me quedara cerca de él.
Como mi deber era estar alerta y protegerlo de cualquier amenaza, me quedé sentada a su costado mientras él seguía sin soltar de mi mano.

Llegó el amanecer y supe que lo mejor sería volver a retomar el camino. El niño ya no despertaba, aunque seguía vivo no volvió a abrir sus ojos desde anoche.

Lo cargué igual que un bebé escondido en aquella manta mientras me dirigía a la residencia de Oyakata-sama.

Llegué hasta nuestro destino, me dirigí hacia la terraza del lugar con la certeza de que lo encontraría allí, y así fue.

- Ya veo...- dijo Oyakata-sama cuando le había explicado todo lo sucedido - pobre pequeño - añadió.

- ¿Qué haremos? - pregunté mientras observaba al niño dormido con paños húmedos en su frente para bajar la fiebre.

- ¿Qué haras? - me replicó en forma de pregunta, sin comprender lo que quería decir me quedé en silencio esperando que añadiera una respuesta - este niño necesita de un mentor, un pilar que le enseñe como defenderse en este peligroso mundo - dijo tratando de convencerme

- No sé cuidar niños - dije con algo de temor en mi voz.

- Ami, eres la indicada, la única que puede hacerlo...no lo hagas por mi, ni por él...Hazlo por todos esos niños que no podemos salvar - la imagen de su fallecido hermano llegó a mi mente, sí él quería hacerme sentir mal por ello, lo logró.

- Está bien - suspiré - me encargaré de que sea un gran cazador de demonios - sonreí.

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¡Muchas gracias por los votos!
Y también muchas gracias por sus comentarios *^*

Este fanfic va lentito, pero seguro ♡

Espero que les siga gustando <3

Entre La Niebla / Muichirô X Tu -Terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora