CAPITULO XXVIII

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"The only heaven I'll be sent to is when I'm alone with you"

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Las semanas se habían pasado realmente rápido, Ibrahim se había regresado a Anchorage una semana después de que regresaron de viaje. Violetta y Luka se habían mudado a casa de Kaleb, dejando el apartamento.

Luka cumplió sus cuatro años en medio de risas, chocolates, abrazos y besos.

Violetta había retomado su trabajo, pero menos horas al día. Se iba a las nueve de la mañana y volvía a las dos de la tarde, encontrándose con una casa cálida y con un aroma suave en el ambiente. Y en la noche se envolvía en los brazos de su alfa descansando, hablando por horas hasta que el sueño los vencía a ambos.

Lo que más les había costado fue enseñar a Luka que ahora contaba con una habitación y una cama solo para él. Fueron largas conversaciones convenciéndolo de que ahora tenía cuatro años y que mamá ya no tenía que dormir con él.

Kaleb hacía cuatro viajes al mes, el primer fin de semana que tuvo que ir a cumplir con su trabajo a la aldea de lobos puros a las afueras de Seattle fue horrible. No pensó que la falta de su omega iba a ser hasta cierto punto insoportable, así que los siguientes fines de semana tuvieron que viajar los tres. Los lobos los recibieron cálidamente a pesar de que no eran parte de ellos.

Justo ahora se encontraban ambos sentados en la mesa de comedor muy pensativos. Kaleb estaba recostado al espaldar de la silla con los brazos cruzados y la mirada perdida. Violetta estaba inclinada sobre la mesa con un brazo sosteniendo su barbilla y mirando al alfa esperando alguna respuesta de su parte. 

Hace media hora habían recibido una llamada de Lydia diciendo que Jabel había tenido un fuerte enfrentamiento con otro alfa lobo, había resultado herido, pero el otro alfa estaba muerto. Por el momento tenían a Jabel con arresto domiciliario hasta que las investigaciones terminen y se dé el juicio.

El alfa desprendía feromonas fuertes, miedo, preocupación. Y la omega buscaba en su mente lo necesario para calmar a su alfa, pero la mirada de Kaleb estaba vacía, se mordía el labio inferior tan fuerte que asumía empezaría a sangrar en cualquier momento.

"Kaleb". Sintió un tirón en su cuello que la hizo quejarse bajito, cerró los ojos y cubrió su rostro con ambas manos.

"Ven, amor, ven". Kaleb estiró su mano en su dirección. 

Violetta se levantó rápidamente y se acomodó en el regazo de su alfa, con ambas piernas a los lados. Kaleb pasó los brazos por su cintura estrechándola en su pecho, hundió el rostro en el cuello respirando hondo varias veces.

La omega enredó sus dedos en los rizos de su cabello, masajeando un poco. Se concentró en que su aroma sea tranquilizador para su alfa y así parar su preocupación.

"Encontraremos la solución". Ladeó el cuello dándole más espacio a sus labios que rozaban la sensible piel.

"No puedo irme sin ti"

Ese era realmente el problema. Los lobos puros definitivamente no aceptaban mitad lobos ni intrusos a sus tierras. En toda la historia solo dos casos se habían presentado, y ambos fueron rechazados por los gobernantes y su gente. Así que Kaleb no guardaba esperanza alguna de que Anchorage le abran paso a su omega y a su hijo.

"¿Cuántos días estarías allá?"

"Un par de semanas". Violetta tembló en sus brazos. No podía ni quería, eran muchísimos días fuera de casa.

Se separó un poco para ver su rostro. Kaleb tenía la mandíbula apretada, sus cejas fruncidas y sus ojos se veían sin brillo. Llevó una mano hasta él acariciando suavemente sus mejillas, subiendo hasta el espacio entre sus cejas y masajeando con sus dedos ahí para quitar la tensión.

Invierno de ViolettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora