"I'll be with you from dusk till dawn, baby, I'm right here. I'll hold you when things go wrong"
.
Los resultados oficiales de los exámenes se los darían en un par de días. Estaban de camino a casa de Kaleb para pasar el resto de la tarde antes de ir a descansar a casa.
Violetta miró a Kaleb conducir, sus ojos cubiertos por espesas pestañas fijos en el camino, sus labios llenos curvados en media sonrisa y sus largos dedos sujetando el volante. Quería estirarse y besar su mejilla donde seguramente estaría su hoyuelo, pero la mano que el alfa puso en su rodilla le hizo bajar la mirada avergonzada.
Kaleb miró por el retrovisor y vio a Luka acurrucado en su abrigo, sus energías habían bajado un poco y estaba mirando muy concentrado por la ventana.
El cielo estaba bastante obscuro y nublado dando señal que las lluvias se acercaban, y esa temporada solía ser más agotadora que la temporada de nieve.
El aroma que había dentro del auto era muy sutil, envolvía a la omega de una agradable manera haciéndola respirar hondo disimuladamente varias veces, los resultados de los exámenes de Luka la tenían muy ansiosa, sabía que su hijo era especial, pero era la primera vez que lo veía hacer tales cosas y el orgullo se instalaba en su pecho a cada segundo que pasaba, hormigueante.
Pensaba también en lo mucho que habían cambiado sus vidas en los últimos cinco meses desde que el alfa había entrado en ellas. Kaleb se había convertido en su refugio, era ese lugar en donde ambos podían correr luego de una horrible tormenta y serían recibidos de una manera especial.
El miedo seguía latente dentro su pecho, tenía miedo de que tal vez solo fuera un sueño, y despertarse un día y no respirar el aroma del alfa, tenía miedo de que Kaleb se dé por vencido con ellos y un día simplemente se vaya.
Y aún si se va, mi corazón se irá con él.
Porque ella estaría con Luka siempre, y consolaría su alma y llenaría de besos sus heridas hasta que sanen y deje de hacerle falta. Pero ella no tenía a nadie, y llevaría su carga sola.
Por otro lado, aún recordaba lo sucedido con sus padres, el rostro de desprecio de Estela lo tendría marcado de por vida, las palabras de Jabel se habían grabado en su memoria, difíciles de olvidar. Y sabía cuanta falta le hacía su familia, porque pudo ver la tristeza en sus ojos cuando dijeron que se regresarían a Alaska.
Y Violetta solo lo quería ver feliz, porque su brillante sonrisa debía ver vista por todo el mundo, la manera en la que se marcaban sus dos hoyuelos en las mejillas, o como su cuerpo se movía al compás de su risa. No quería privarlo de la felicidad que ellos podían brindarle.
Volvió a mirarlo y se mordió el labio, y a cada segundo que pasaba se daba cuenta de que no quería nada más en este mundo que estar justo donde estaba, sentada en el auto de Kaleb, respirando su aroma, sintiéndolo en todo su cuerpo. Estaba irremediablemente enamorada del alfa al cual su hijo le decía baba.
La lluvia había empezado a caer, empañando las ventanas y adornando el vidrio con gotas diminutas de cristalina agua.
"¿Violetta?"
Se paró por un semáforo y giró la cabeza mirándola fijamente. A Violetta se le escapó el aire, su mirada le robaría el aliento siempre. Abrió la boca, pero la cerró al no saber qué decir. Y ahora que lo veía ahí, con sus ojos llenos de preocupación, sus cejar arrugadas, los movimientos de sus dedos al acariciar su pierna con ternura, lo sintió.
Era su alfa.
Y ella era suya.
Sonrió nerviosa como una adolescente a punto de dar su primer beso. Negó suavemente con la cabeza y miró hacia al frente.
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Invierno de Violetta
Ciencia FicciónLa nieve había llegado a Seattle y el alfa no quería que el invierno toque a su Violetta.